Hace unos días, sobre el escenario principal del Palacio de Ferias y Congresos de Málaga, tuvo lugar uno de mis momentos favoritos de las dos ediciones de Guadalindie que llevamos ya a cuestas. Lucía, presidenta de Málagajam, se emocionó al decir unas palabras antes del cierre de la feria. La quiero mucho y al verla a punto de llorar (algo nada raro en ella), sin pensarlo corrí a darle un abrazo, sin contar con que yo ya tenía mi propio nudo en la garganta y que también soy un llorón. Así que ahí estábamos los dos encima del escenario, incapaces de seguir hablando. Por suerte, Raúl, el estilosísimo director de Guadalindie y a quien también considero amigo, vino al rescate de la situación y, con la mayor naturalidad del mundo, anunció que el año que viene habrá más.
