BCN Game Fest

Escrito por en Artículos - 13 octubre, 2025

En enero de este año, como bien escribí por aquí, tuve el placer de conocer a Juno, que estaba participando en su primera edición de MálagaJam y empezando como quien dice en esto de hacer jueguitos. Ayer, tan solo unos meses después, nos encontramos una vez más. En esta ocasión dentro del marco del IndieDev Day BCN Gamefest. Aquí Juno no venía a echar el finde haciendo juegos, sino a enseñárselos a personas capaces de cambiarle la vida. Y aunque no nos fiemos y hagamos bien en no hacerlo, cuando la abracé la sentí feliz. De eso van estos eventos.

Yo también estoy feliz. Han sido tres días para reconciliarse con el mismísimo concepto del videojuego. Tres días para recordar por qué, pese a la mierda de industria que nos rodea, nos ahoga y nos aprieta cada día un poquito más, merece la pena partirse el lomo y dejarse el alma en este tipo de eventos. Un faro en plena noche cerrada. La prueba de que tras todas esas malas noticias que leemos día sí día también, hay algo bonito, algo que florece sin importar lo poco que lo riegues.

Al igual que el año pasado y el anterior, MálagaJam, la asociación de la que formo parte, ha ido a echar una mano durante esta primera edición del BCN Gamefest. Es un trabajo extenuante, que para el domingo por la noche tiene a muchas personas al borde del colapso mental, físico y emocional. Es un trabajo que no está pagado y difícilmente va a poder estarlo alguna vez. Pero creo que ninguna de las personas que ponemos nuestro granito de arena para hacerlo posible lo cambiaría por nada del mundo.

El viernes, tras una primera jornada de reencuentros, carreras, saludos y abrazos, todos pudimos sentarnos por fin tranquilamente y con unos fresquitos en la mano en una cervecería bien chula. Tibidabo es un local enorme, situado en un polígono, en el que tienen buena cerveza, mala comida y una mesa de billar un poco coja. Allí fue el primer momento del día en el que pude pararme a hablar con Sara, desarrolladora de videojuegos y organizadora del Atlantic, una persona a la que paradójicamente conocí un par de años por estas mismas fechas, en la misma fiesta post IndieDev Day. La verdad es que no recuerdo de qué hablamos porque la cerveza y el cansancio maridan muy mal, pero sí recuerdo pensar que, aunque no ha pasado mucho tiempo, Sara es mi amiga. Y el viernes ya mereció la pena.

El sábado, primer día de apertura al público general, resultó considerablemente más cansado que el primero. No ayudó haber dormido menos de cuatro horas la noche anterior. Pero dio igual. A lo largo del día pude compartir pequeños momentos con algunas de mis personas preferidas dentro de la industria del videojuego. A casi todas ellas las conocéis, porque si puedo me grabo dos horas (o lo que pueda) hablando con ellas. Pero cada año hay alguna persona preferida nueva.

Justo sobre eso hablaba con Raúl, desarrollador de videojuegos, director de Guadalindie y perreador profesional, durante un breve momento de asueto en mitad del BCN Gamefest. Que sí, que da la impresión de que en todos estos saraos al final somos siempre los mismos cuatro gatos dentro de una cámara de eco. Pero cada año hay una o dos caras nuevas. De una feria a otra, esos cuatro gatos pasan a ser cinco, seis, siete… Y así, poco a poco, sin prisa pero sin pausa, esta comunidad tan bonita de la que pertenecemos se hace más grande.

También el sábado, y si no pongo esto por escrito reviento, conocimos a Estrella. Estrella no tiene nada que ver con los videojuegos. Ella regenta un bar. Uno en el que no sirven comida pero te la puedes pedir de donde quieras. La única condición es que las cervezas sí te las tire ella. Te deja hasta que pongas la música que quieras. Ese sábado, esta mujer nos prestó su casa durante unas horas y nos dio un espacio en el que… bueno, tirar las cartas del tarot y escuchar clásicos de los 2000s.

El domingo fue el último día de la feria. Fue un éxito rotundo. Prueba de ello es que antes de las 11 de la noche ya estábamos cenando todas las personas del staff, con todo el trabajo hecho y una sensación de satisfacción solo comparable al cansancio acumulado. Eso no quiere decir que no saliéramos luego a tomar un fresquito. Se salió hasta que el horario del único pub abierto de la zona lo permitió. Y fue una salida guapa, la verdad. Lo fue porque pude hacer exactamente lo mismo que el resto de los días: hablar con mis amigas, bailar fatal, beber cerveza, tirar las cartas del tarot en aceras, y ser feliz. Y, para mí, de eso va BCN Gamefest.

Guadalindie 2025