Letters of longing

Escrito por en Análisis - 18 noviembre, 2025

Letters of longing es un juego en primera persona ambientado en plena Guerra Civil española, en el que siempre llevas un fusil en las manos. No tienes más que mover el ratón y mirar hacia abajo para poder ver lo que parece un Mauser 1893 recreado en 3D con todo lujo de detalles. Pero en Letters of longing no hay un botón para disparar. El fusil está ahí como recordatorio frío y letal de la terrible situación en la que se encuentran sumidos tanto el país como el protagonista, pero no como herramienta de muerte. Como bien decían los Pistoleros del Eclipse: «la pistola cuando se saca es pa’ disparar, el que la saca pa enseñarla es un parguela». Y qué quieres que te diga, mejor parguela que asesino.

En esencia, tal y como aclara su propia página de Steam, Letters of longing es un walking simulator en el que sencillamente debes recorrer un edificio semiderruido, con el objetivo oficial de encontrar información sobre el enemigo. Pero el juego no va a de eso. La historia está contada de una forma similar a la de La Princesa Prometida que, para el que no se acuerde, comienza con un abuelo que se dispone a contar una historia de amor a su nieto. Eso mismo ocurre aquí. Con la diferencia de que la historia de Letters of longing está basada en una historia real, que el nieto ayuda a recordar a su abuela enseñándole distintos objetos.

Con este planteamiento y una duración muy breve, de poco más de una hora, Letters of longing consigue hilar una historia de amor tan bonita como imposible. Como esas plantas verdes con flores blancas que, por algún motivo son capaces de abrirse camino en mitad del asfalto. Por supuesto, no entraré en detalles porque el objetivo final de estas líneas es precisamente intentar convencer al menos a una persona —quizá tú que estás leyendo esto— de jugarlo. De hecho, si lees esto, quieres jugarlo y por lo que sea no tienes los tres pavos que cuesta el juego, deja un comentario o háblame por Bluesky y te lo regalo. Pero si te lo regalo me tienes que invitar tú luego a un fresquito, que conste.

Hace un par de días me terminé Transistor, el segundo juego de Supergiant Games (la peña del Hades). Y se me saltaron las lágrimas. Es algo superior a mí. Veo una historia de amor bonita o trágica o especial de cualquier manera en la que el amor siempre es especial… y me emociono. Mientras veía los créditos con ojos vidriosos pensé en que no es muy habitual toparse con una historia de amor tan bonita dentro de un videojuego y sin embargo este era el segundo que me hacía llorar en solo unas semanas. El otro, claro, fue Letters of longing, uno de esos juegos importantísimos que hace que el medio siga mereciendo la pena.

Análisis: Call of Duty: Black Ops 7