Hace unos días, sobre el escenario principal del Palacio de Ferias y Congresos de Málaga, tuvo lugar uno de mis momentos favoritos de las dos ediciones de Guadalindie que llevamos ya a cuestas. Lucía, presidenta de Málagajam, se emocionó al decir unas palabras antes del cierre de la feria. La quiero mucho y al verla a punto de llorar (algo nada raro en ella), sin pensarlo corrí a darle un abrazo, sin contar con que yo ya tenía mi propio nudo en la garganta y que también soy un llorón. Así que ahí estábamos los dos encima del escenario, incapaces de seguir hablando. Por suerte, Raúl, el estilosísimo director de Guadalindie y a quien también considero amigo, vino al rescate de la situación y, con la mayor naturalidad del mundo, anunció que el año que viene habrá más.
Aunque el flow de Raúl y las lágrimas de Lucía son un highlight personal, lo cierto es que el escenario principal de esta segunda edición de Guadalindie ha acogido algunos nombres absolutamente titánicos dentro de esta, nuestra precaria industria del videojuego. Sam Barlow, director y escritor de Her Story o Immortality, intentó ser breve pero no lo consiguió a lo largo de casi una hora y media. Johanna Kasurinen, narrative designer de Mouthwash, habló de sus orígenes y sus procesos. Keita Takahashi, el nombre detrás de Katamari Damacy, garabateó sobre un PSD mientras se bebía un par de birras frente a trescientas personas. Y luego estuvo Paula. Paula fingerspit se abrió en canal encima del escenario de Guadalindie y nos enseñó sus entrañas en la que va a quedar para siempre como una de las mejores charlas a las que he tenido el privilegio de asistir en toda mi vida.
Estos son solo algunos ejemplos de lo que se pudo ver, escuchar, sentir en el escenario principal de Guadalindie. Por otro lado estuvo la sala de conferencias, en la que también había charlas y talleres. Este pequeño salón de actos no solo acogió a Kitty Calis y Jan Willem (lo cual ya es absolutamente demencial a todos los niveles), sino que también fue bendecido con la presencia de Espe, representante de Golden Gamers, que según me dicen —yo no pude estar, pero lo veré en YouTube— consiguió, en un poquito menos de una hora, hacer de la industria del videojuego un espacio más bonito que habitar. Palabras mayores.
También hubo videojuegos en Guadalindie, claro. Podría mirar el número exacto de estands que había, pero la verdad es que la cifra sea relevante. Había videojuegos, muchos de ellos muy buenos. Y, por lo que sabemos, algunos de ellos incluso se fueron con financiación a casa. Otro trabajo bien hecho. Buena parte de la motivación que hay detrás del curro mastodóntico que se pega el staff de Guadalindie está ahí: en ayudar en la medida de lo posible a que desarrolladores independientes puedan recibir cantidades de dinero lo más obscenas posibles para llevar a cabo todos sus proyectos. Bienvenido sea todo lo que ayude a que esta industria del videojuego sea un poquito menos hostil con las personas que la hacen posible.
Ponencias, talleres, videojuegos, financiación… todo eso está estupendamente, pero yo sé que, las cuatro personas que estáis aquí, lo que queréis leer es sobre Guarralindie. Es por eso que escondo este párrafo aquí, tras la parte aburrida. Siguiendo la tónica general del evento, la segunda edición de este, nuestro querido afterparty, fue incluso mejor que la primera. Como ya me han advertido, lo que ocurre en la Sala Marte se queda en la Sala Marte, pero permítanme que, aunque sea, mencione de pasada a Sam Barlow botando al ritmo de Ladilla Rusa, a mi queridísimo Aquiles haciendo duelos de baile con Kai (de Wrong Organ), a Eufrasio entrando en el local como si fuese el man de aquella canción de Estopa, a Eva sirviendo Motomami como nunca nadie lo ha hecho, o a Raúl bajando hasta el suelo como ya nos tiene más que acostumbrados. Fue otra noche inolvidable que añadir a la lista.
Guadalindie 2025 ha sido un éxito. No sé cuántas personas asistieron al evento, ni cuánto dinero exactamente ha costado, pero sí sé que ha sido un éxito rotundo. Lo sé porque ayer no pude dejar de mirar mis redes con un nudo en la garganta, leyendo los comentarios de muchas de las personas asistentes. Lo sé porque en nuestro canal de comunicación interno, los voluntarios de la asociación llevamos desde el domingo en un estado de consciencia alterada que solo se explica cuando introduces una variable tan inexplicable como el amor dentro de la ecuación. Amor por los videojuegos, quizá; amor por la gente que los hace posible, seguro. Amor por mis amigos, mis amigas y mis amigues, siempre.
Sin orden ni concierto estas son todas las personas que hacen que Guadalindie sea posible:
– Raúl
– Sergio
– Lucía
– Ricardo
– Gallardo
– Nanaki
– Irene
– Lucía
– Gonzalo
– Rafa
– Culo
– Javi
– David
– Pedro
– Shavs
– Kiko
– Raquel
– Ángel
– Palma
– María
– Guti
– Iván
– Nando
– Cris
– Delu
– Felipe
– Marta
– Bugue
– Carlos
– Alberto
– Blanca
– Sandra
– Eva
– Y yo
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