Estoy empezando a escribir este texto sentado en un avión dirección a Málaga, entre una mujer dormida en posición fetal y un hombre que mira memes con una sonrisa bobalicona en el rostro, después de haber estado todo el fin de semana echando una mano en el IndieDevDay de Barcelona. El evento, que apenas lleva seis ediciones, se ha convertido en muy poco tiempo en un monstruo cultural por el que han pasado más de 12.000 personas en menos de 72 horas con intenciones muy diversas. Hay...
