Fallout tiene el dudoso honor de ser una de las sagas de rol más reverenciadas de la actualidad, pese a que buena parte de sus seguidores no ha jugado —y no se plantea jugar— a ninguno de los dos títulos originales. Buena parte de los jugadores llegó al Yermo de la mano de Bethesda, con la cámara en primera persona, un mundo colosal en tres dimensiones, y una cantidad obscena de túneles de metro plagados de mutantes. Pero no siempre fue así. Y descubrir de dónde viene realmente Fallout es mucho más accesible (y divertido) de lo que sus capturas de pantalla pueden llegar a sugerir.
