Retro Amor: La saga Street Fighter (II)

Escrito por en Retro Amor - 16 agosto, 2011

Tras el semi-fallido intento inicial con aquel Street Fighter, Capcom pegó el pelotazo padre con la salida de su secuela. Franquicias como Mega Man habían dado bastante prestigio a la compañía japonesa durante la reciente y moribunda época de los 8-bits, pero no fue hasta la aparición de Street Fighter II: The World Warrior cuando empezaron a llover billetazos, popularidad y, por qué no decirlo: la forja  de  la jodida leyenda de los beat ‘em up.

Corría el año 1989 cuando Capcom tenía previsto lanzar un “yo contra el barrio” que iba a llamarse Street Fighter 89. Obviamente, salvo a la hora de repartir guantás, el  juego no tenía mucho que ver con el concepto de “juego de lucha de 1 contra 1” que habíamos podido jugar en el primer Street Fighter. Al final, cosas del  destino, el juego fue llamado Final Fight, y dio a luz a una de las más prolíficas sagas de juegos que vieron los salones recreativos a lo largo de la primera mitad de la década de los 90.

Con ellos, algunos de los cabezas pensantes de este último título dieron el salto para –esta vez sí- crear la continuación de Street Fighter. No fue hasta 1991 cuando vio la luz Street Fighter II: The World Warrior. Este titulaco se basaba sobre lo ya creado en su antecesor, pero elevó al  máximo sus posibilidades, poseyendo así una identidad propia que dejaba en bragas a todo lo anteriormente visto a  la vez que sirvió como referente  a la hora de crear otros juegos de lucha.

Su principal novedad se produjo al ampliar el número de luchadores a escoger, en esta ocasión podíamos repartir yoyas con distintos personajes perfectamente diferenciados tanto en sus pintas como en los estilos de lucha. Hasta teníamos la posibilidad de leer algunas frases tras cada combate en las que se entrevé el carácter de todos ellos. El gran beneficiado de todo esto no deja de ser el jugador, en Street Fighter II  ya no solo podemos escoger a un japo esmirriau, sino que también tenemos a nuestra disposición a un soviético pelopecho, una china con unas patas XXL o un español aspirante a X-Men. Sí, estaban ridículamente estereotipados, pero ¿qué cojones importa?

Siguiendo con la tónica de los tres ataques por pierna y puño, el plantel gozaba de un equilibrio exquisito entre los personajes y sus golpes, teniendo cada uno sus virtudes y defectos. A su vez, la realización de los ataques especiales es mucho más asequible que en Street Fighter, lo cual facilitaba la familiarización con el título (no así su dominio absoluto, claro está). La consecuencia directa de ello es la búsqueda de la identificación del jugador con alguno de los personajes. Al no imponernos el juego el avatar  a elegir, cada uno podía elegir cuál de ellos nos venía mejor según sus características.

Técnicamente, Street Fighter II tampoco desentona. Las animaciones son fluídas (por no hablar de la  espectacularidad de alguna de ellas), los personajes tienen un tamaño considerable y los escenarios poseen vida propia. Su apartado sonoro también destaca de sobremanera, siendo creado por la compositora Yoko Shinomura (Super Mario RPG, Breath of Fire, Legend of Mana…), quien dio a luz a obras atemporales, mitiquérrimas y genialmente adaptadas a cada personaje y situación. Independientemente de los lulz que han surgido después gracias a Internet, ¿quién cojones no ha escuchado esto alguna vez?

Quizás su único pecado sea la poca originalidad que tiene su argumento, que no es más que una mera copia de lo que ya se vio en su antecesor: con un luchador X tenemos que cargarnos a una serie de contrincantes (entre los que se encuentran varios jefes) que están repartidos por todo el mundo. El único objetivo de todo ello es la obtención del título de un prestigioso torneo de lucha. A pesar de este pequeño borrón, Street Fighter II no ve empañado en ningún momento todo el trabajo que tiene detrás.

Versiones y reediciones (o “la puta gallina de los huevos de oro”, à votre guise).

Mucho antes de que las empresas empezasen a vender sus juegos a trozos a base de DLCs de distinta calaña, Capcom se  adelantó a todo el mundo, aunque lo hizo de un modo mucho más juarcor si cabe: como todavía el binomio Internet + videojuegos todavía no había explotado, esta empresa dedicó buena parte de su producción a  la venta salvaje de juegos que no eran más que revisiones de los antiguos originales. Ahora, muchas compañías nos plantan luchadores nuevos que se añaden a un roster inicial. Capcom no, Capcom  vendía (y vende) más o menos el mismo juego con un movimiento  nuevo por aquí, dos personajes más por allá, cambios en la velocidad… lo  peor de todo es que, viendo que hay más versiones de Street Fighter II que chinos en el mundo, es evidente que no les fue nada mal.

Street Fighter II: Champion Edition o Street Fighter II: Hyper Fighting fueron algunos de los títulos que vieron luz, pero el juego que se lleva la palma de ellos fue Super Street Fighter II Turbo, el último de todos. Tenía mayor velocidad (aunque era algo que ya se había visto en Hyper Fighting), introducía los supers como ataques brudicales y hacía acto de presencia el personaje de Akuma, elemento clave dentro de la mitología de la serie y uno de los epicentros que envuelve a la historia de Ryu. Por decirlo de algún modo, con esta obra se empezaba a trazar el camino de posteriores títulos como los Alpha o Street Fighter III.

Como era de esperar, viendo el pelotazo que pegó Capcom en los salones recreativos, al final acabaron apareciendo numerosas versiones caseras para las distintas consolas de la época. Si bien las distintas conversiones de Mega Drive y Super Nintendo eran bastante decentes, el gato al agua se lo llevaron los diferentes juegos aparecidos en PlayStationSega Saturn, PC Engine (a pesar de su flojete apartado sonoro), el ordenador Sharp X68000 y FM Towns Marty.

Años después y al igual que pasó con el primer título de la saga, otras  máquinas posteriores han tenido la suerte de acoger las  diferentes versiones de Street Fighter II. Entre ellas destacan las conversiones para Dreamcast (en la cual ya se podía jugar online), PlayStation 2, XBOX, y su reciente reedición en HD para XBOX 360 y PlayStation 3.

Street Fighter II es, sin duda alguna, el punto de inflexión de los juegos de  lucha. Innovó e introdujo una serie de conceptos que servirían como base para muchos otros títulos del género. Su originalidad rompió moldes y reventó esquemas. Aun así, considero que a Capcom todavía le faltaba un poquito para llegar a la perfección…  solo un poquito.

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