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Al final del primer artículo os dije que todavía quedaban unos cuantos «¿pero qué coños?» bien gordos. Y como era previsible, un señor tan elegante y diligente como yo no os iba a hacer esperar más de una semana. Así que con todos ustedes, queridos lectores, la segunda y última parte del artículo más ilógico y poco coherente de El Pixel Ilustre. Que ya es decir, eh.