Super Metroid es acojonante por muchas razones. Para empezar mejora bastante el tema jugable con respecto a sus dos primeras entregas, teniendo Samus mayor fluidez de movimientos que anteriormente; también brilla por su apartado técnico, donde la potencia del cerebro de la bestia deja en bragas a los cartuchos de NES y Game Boy, sacándose incluso la chorra por momentos con la utilización del Modo 7 a la vez que aguanta el paso del tiempo con la cabeza alta. Con todo, Super Metroid también destaca por su manera de ponernos la mesa de manera lenta y acertada mientras se cocina el plataco que viene después, y casi siempre sin hacer Kojimas.
