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Historias malas en los videojuegos, como en los libros o películas, ha habido siempre y siempre habrá. Son una lacra que, pese a los intentos por hacerla desaparecer, aún hoy tiene infames e incontables representantes en todos los géneros. Y es que los Dan Hauser, Ken Levine o Tim Schafers son un lujo exótico en una industria, la del videojuego, que se suele preocupar más de dar diversión que una buena historia. El objetivo de este artículo, pues, es marcar y ridiculizar aquellos títulos que pese a ser productos de grandes presupuestos y mayor propaganda, tienen un guión o una narrativa que haría llorar al mismísimo Black Jesus. Empezamos.
