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¿Qué tal si hablamos de un juego de pedos? Porque la banda sonora de Wario Land estaba compuesta en muchos casos de eso: sonidos muy parecidos a flatulencias. Claro, normal: Wario tenía más pinta de ser el hermano pedorro de Mario que su enemigo secundario o su lado oscuro. Pero eh, resulta que el cabrón sabía liarse buenas fiestas y metió un par de cosas que mejoraron el mundo de los Mario que le hicieron mucho bien, por mucho que a él le joda reconocerlo. El orgullo italiano, ya sabéis.