Creo que, como muchos otros amantes de los videojuegos*, a veces siento la responsabilidad de hacer de profeta del medio. Y, seguro que también como muchos de vosotros, tengo un importante número de amigos con los que puedo discutir sin problemas sobre cine o literatura, pero cuya relación con los videojuegos rara vez pasará de dar a «Me gusta» en un tráiler que haya compartido en Facebook. Por eso, no sería extraño que, como yo, hayáis intentando, presos por un deseo incontenible e irracional, hacer que una de esas personas (que, por desgracia y por temas sociales de los que seguro que Afilamazas hablaría muy bien, son con frecuencia mujeres) se sienten delante de la televisión y se asomen a ese mundo en el que tú te dejas horas y horas.
