Retro Amor: Pipe Dream

Escrito por en Retro Amor - 8 marzo, 2012

Existen videojuegos con estrella y otros sin. Pipe Dream, originalmente bautizado como Pipe Mania, pertenece al grupo de los segundos. Pese a su longevidad y relativo éxito, es el eterno invitado de piedra de las tertulias videojueguiles. Al menos en cuánto a videojuegos tipo puzzle se refiere.

Si gritas: ¡Tetris!, sobran segundos para que aparezca peña bajo los adoquines y rememoren aquellos maravillosos años de la Game Boy en la que se viciaron hasta sus abuelos; si mencionas Arkanoid, más de uno suele dejar escapar alguna lagrimilla que otra recordando el spectrum, la nocilla y el penthouse «de un amigo» o aquel maravilloso Devilish para Game Gear que le daba sopas con honda al Alleway de la competencia. Por no hablar del inmortal y omnipresente Pacman, que alcanzó el mayor de los status posibles al conseguir trabajo como mascota ilustre en nuestro hamado blog. Incluso un spin-off tan patillero como Doctor Mario continúa suscitando nostalgia. ¿Y Layton? El profesor incluso tiene película propia. ¿Peegle? Esos animalillos peta-pelotillas se burlan del resto desde la cima del monte Metacritic. En cambio el pobre Pipe Dream sigue siendo un auténtico desconocido para la mayoría, a pesar del ingente e indecente número de plataformas (desde Amiga a Iphone pasando por XBLA) para las que ha sido «porteado» o rehecho. Es más, quienes lo conocen, normalmente la peña que tuvo alguno de los Nokia que lo traían de serie, suelen referirse a él como «aquel peñazo de las tuberías».

Máquinas de café y excel, en la orden del día de cualquier oficina española

Exagero, lo sé; pero no me negaréis que el susodicho no tiene el mismo nombre que Columns, Seven Wonders of Ancient World, Buscaminas, «el juego de la serpiente» o los anteriormente citados. ¿No merece tal fama? Opino que sí y ahora explicaré por qué.

Pipe Dream contiene todos los elementos que debe poseer todo videojuego de lógica (o tipo puzzle) en tiempo real para triunfar en ventas, popularidad y vicio. Entendiendo puzzle en tiempo real y fetén como todos aquellos videojuegos que presenten los siguientes patrones:

Una gameplay cerrada. O lo que es lo mismo, un sistema de juego rígido con unas reglas sumamente ordinarias (ordenar colores, economizar espacio, eliminar o recolectar cuerpos extraños) y un universo reducido. Tetris, Pacman, Buscaminas o cualquiera de los títulos anteriormente citados (excepto Layton, que combina otros elementos y sus pruebas no son a contra-reloj) presentan un mundo regido por unas normas simples e inamovibles.

Una pared de tochos, fontanería a tutiplén y agua villana. El universo Pipe Dream

En contraposición al primer punto, nos encontramos con el factor variabilidad. Clave para entender por qué estos juegos son atemporales y enganchan siempre. Si bien los universos que nos presentan esos videojuegos son más rígidos que el brazo izquierdo de Espinete, cada uno de ellos consta de un agente aleatorio que le crea al videojugador la ilusión de estar jugando a una partida distinta cada vez y, lo más importante, incrementa exponencialmente el componente estratégico en la toma de decisiones. Es decir: las acciones del usuario siguen siendo limitadas (giro y muevo tubería/bloque/columna/pastilla), pero el agente aleatorio que determina cual será la forma o color de la siguiente ficha en aparecer, provoca que el jugador pueda optar por opciones arriesgadas o conservadoras (o voy a por muchos puntos de golpe, o bien me conformo con sumar poco a poco) que enriquecen notablemente el juego. Y escribo juego en el sentido más estricto de la palabra.

¡ESTO es un Pipe Dream!

Antes de pasar al siguiente patrón, cabe añadir que en juegos como Pacman, Peegle o Arkanoid el factor aleatorio estará inducido por nuestras propias elecciones o movimientos.

Tiempo. Un puzzle convencional y estático, el típico rompecabezas de toda la vida, presenta un reto lógico. Uno a tiempo real suma, cómo mínimo, dos retos más. La prueba a contra-reloj que sitúa bajo presión (de carácter psicológico) al videojugador y otra íntimamente ligada que se encarga de poner a examen su pericia y sus reflejos (de carácter físico). Ya sea mediante uso del crono o un incremento en la velocidad y las físicas del juego. A su vez, este hecho propicia que las partidas sean relativamente cortas; favoreciendo así nuestras ganas de volver a superarnos.

El tiempo apremia, el agua nos alcanza y los jodidos patitos nos sabotean el tinglao’

Efecto pesadilla. Un buen videojuego de este palo no es tal si no cala hondo en nuestro subconsciente. Todos los hits anteriormente mencionados provienen, aunque sus creadores en ocasiones no lo sepan, de todas esas angustias y manías comunes que tenemos los seres humanos. Repasemos con ejemplos para verlo más claro. Pacman es la eterna e inexorable persecución; Tetris, el peor sueño del jefe de un complejo logístico; Arkanoid, ese frontón que te devuelve todo lo que le envíes y que te obliga a superar a tu propia sombra (la típica pesadilla de los tenistas o la del futbolista incapaz de batir al portero, tiré dónde tire la bola)… Tras la idea, que a la fuerza también dicta el diseño y la estética del juego, se esconde siempre un trasfondo psicológico-maniático que es lo que realmente estimula que nos comamos la olla. No en vano el alias español de Pacman fue Comecocos.

El jeto del pibe de la portada original lo dice todo: ¡Pesadilla!

¿Y Pipe Dream? Pues tras el tochazo que os acabo de soltar, creo que voy a pasar un huevo y parte del otro en hablaros sobre este juego apadrinado en su día por Lucasfilm Games. Tan sólo añadiré que posee todas las características comentadas, que si queréis echar unas partidillas el último rimeik para iOS y DS es una buena opción (más mundos, tipos de tubería, materiales y líquidos) y que espero que este texto no os haya dejado con la sensación de que os la he metido doblada.

Si habéis leído hasta aquí, os merecéis un premio por haberos creído que era una avioncito lo que os mostraba y no una enorme cuchara rebosante de sopa.

Mercadillo digital 70

Peter Molyneux abandona Lionhead