Qué putas son las modas. Recuerdo con entrañable nostalgia cuando los beat’em up eran los reyes de los salones recreativos. Darse de mamporros con un colega era una de las mejores formas de gastarte los cinco duros que te daba la abuela para gastártelos en maquinitas. Pero algún genio maléfico debió darse cuenta que era mejor que la chavalada invirtiera sus monedas peleando uno contra el otro en lugar de colaborar por un bien común y limpiar el barrio de punkis y yonkis peleones, y poco a poco los beat’em up fueron dejando paso a los juegos de lucha…
