¡La Bat-Precuela!

Análisis: Batman-Arkham Origins

Escrito por en Análisis - 20 enero, 2014

El hombre murciélago es, muy posiblemente, el superhéroe con el paso más afortunado por el mundo de los videojuegos. Es fácil dejarse deslumbrar con el valor seguro que es tener un protagonista conocido por todos y dar lugar a un juego mediocre, pero los dos primeros juegos de la saga Arkham han cedido a Batman un puesto de honor en la gran mayoría de listas de mejores juegos de la generación recién expirada (incluso en la nuestra). Y para la tercera entrega Warner Bros Games nos propone conocer los inicios del álter ego de Bruce Wayne con Batman: Arkham Origins.

Batman sesentero
«Poder jugar con un skin del Batman sesentero es un plus más que tentador, lástima que nos obligue a pasar el juego antes de ponernos ese chándal»

El punto de partida es la recompensa que ofrece Máscara Negra a aquel que le traiga a Batman, el misterioso justiciero que pone las cosas más difíciles a los malhechores de Gotham City. A tan suculenta oferta aparecen 8 de los asesinos a sueldo más peligrosos: El Cocodrilo, Deadshot, Shiva, Bane, Luciérnaga, Electrocutor, Deathstroke y Copperhead, la mayoría de ellos absolutos desconocidos para quien el universo Batman comprende poco más que las películas y la serie animada de los años 90.

Durante las primeras horas de Batman-Arkham Origins nos parecerá que estamos continuando la partida de Arkham City: una ciudad para explorar a nuestro a antojo, en la que damos palizas a malhechores mientras recogemos los paquetitos de Enigma, aunque esta vez se haya cambiado esos interrogantes verdes tan bonitos por unos aparatos mucho más sosos, y para continuar la historia nos meteremos en el interior de algún edificio para continuar con la trama de la historia principal, salteada con algunas tramas secundarias, con su propio villano incluido. Hasta aquí todo muy bien, tal cual como esperábamos.

Pero, al cabo de un par de horas, nos daremos cuenta que se nota que este Batman es primerizo. La Bat-garra no es tan precisa como antes y no siempre nos lleva donde queremos. Es difícil planear largas distancias, no por la escasa habilidad de vuelo, sino que muchos edificios no nos sirven como asidero ni para tomar impulso. He encontrado en esta versión de Gotham demasiados muros invisibles, demasiados cuellos de botella en el mapeado, especialmente ese puente central que deberemos cruzar una y otra vez sin otra opción de maniobra. Esta vez no me he sentido libre de explorar y trepar por todas las azoteas de la ciudad gracias a un sistema de control del gancho bastante peor que en anteriores entregas, con el que era demasiado fácil enviar a tomar por culo todo el sigilo con el cual se supone que tenemos que actuar.

Y las cosas no han mejorado demasiado en cuando nos metemos en recintos interiores, muy pasilleros, aderezados de vez en cuando con una sala ancha para darnos de hostias o para eliminar a los enemigos en plan sigiloso (mucho más escaso que las anteriores entregas). ¿Recordáis el Museo de Gorham o esa ciudad Steampunk olvidada? Ninguno de los escenarios de Arkham Origins tiene la originalidad o la gracia de estos entornos. La mayoría del tiempo nos paseamos por cloacas o edificios que han sufrido un ataque criminal de Mascara Negra o sus secuaces.

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No puedo evitar imaginarme a unos señores con traje y corbata, de esos que lo único que le importa es ganar dinero con los videojuegos, sin que hayan jugado a uno de ellos en su vida (o al menos desde que van por la con traje y corbata), acudiendo a las oficinas de Rocksteady para decirles “Chavalotes, lo habéis hecho de puta madre pero a partir de ahora, de los juegos de Batman nos encargamos nosotros, que ya sabemos como va y lo vamos a petar”. Entonces cogen a un analista de esos que tampoco tienen ni puta idea de jueguicos y le dicen “Tú mira que es lo que vende que se lo metemos al Batman” y entonces va el lumbreras y les dice que al nuevo Batman le iría de puta madre un modo multijugador, que es lo que está trinfando ahora con el Call of Duty ese.

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¡¡MIS SANTOS BAT-COJONES!! Que levante la mano ahora mismo quien piense que es buena idea meterle un multijugador a Batman-Arkham Origins. ¿Nadie? Lo suponía… No sé como las compañías no se dan cuenta que meterle un modo online a un juego como éste es tirar el dinero, que es casi imposible crear una base de jugadores tan sólida como tienen los sóters puros y que la mayoría de gente lo probará un par de veces para ver cómo es o, directamente, no va a molestarse, que lo que quieren es ser Batman y dejarse de gilipolleces online. La pasta que os cuesta hacer multijugadores, gastadla en mejorar el puto gancho y todos estaremos más contentos.

Pero nuestro amigo el asesor lumbreras no se quedó a gusto y les propuso meter algo que también es la pera, que a la peña le mola pulsar un botón cuando sale en pantalla para que pase algo chulo. Y gracias a él, tenemos Bat-QTE’s para los enemigos finales. Olvidaos de esos bosses a lo Zelda, teniendo que usar el último aparato que tenemos para encontrar su punto débil, atizarle, cabrearlo y volver a repetir tres veces para derrotarlo. Si ya los caza-recompensas andaban escasos de carisma al ser villanos de segunda o tercera, el hecho de tener que vencerlos como si fueran poco más que un enemigo normal, ya los hunde en la miseria de los final bosses.

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Al final, parece ser que a Warner Bros Games les ha salido una precuela en todos los sentidos. Ya no solo a nivel argumental (aunque los inicios de Batman podrían haber dado para mucho más), sino que tenemos la sensación de estar ante el primer título de la saga, inferior en todos los aspectos a Batman-Arkham Asylum y Arkham City. Los escasos elementos nuevos, como son la investigación de crímenes y un par de bat-cacharros, no nos dan la sensación en ningún momento de estar con un juego que iguala o supera la entrega anterior, que tampoco nos íbamos a quejar si nos daban más de lo mismo. Por lo menos, nos queda como consuelo que ser Batman siempre está bien, aunque esta vez lo ha sido menos.

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