El juego que me ha hecho pasarme a la Next Gen

Análisis: La Tierra Media-Sombras de Mordor

Escrito por en Análisis - 9 diciembre, 2014

Al ver el trailer de La Tierra Media: Sombras de Mordor experimenté sensaciones ambiguas. Por una parte, todo lo que vi me gustaba, tanto lo que se podía intuir por las mecánicas de juego como la ambientación basada en el mundo de Tolkien. Pero por otra parte, todo lo que vi me sonaba a otros juegos y existía la posibilidad de tratarse de un batiburrillo de cosas conocidas que dan como resultado un conjunto insulso a medio cocer. Pero, sin embargo, Sombras de Mordor fue el juego que se vino conmigo a casa junto a mi nueva PS4… ¿Me equivoqué de elección?

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Que Sombras de Mordor bebe de otras fuentes nos queda claro en el brevísimo tutorial que nos sirve para conocer los controles. En poco más de 10 minutos el juego te dice a la cara “Oye, tu ya has jugado a otros juegos que se manejan como éste, así que no te vamos a dar la tabarra con indicaciones chorras”. No nos daremos cuenta y ya estaremos metidos en faena conociendo la trágica historia de Talion el montaraz y como está ligado al espíritu élfico que lo acompañará durante toda la aventura.

Nada más empezamos a jugar nos damos cuenta que todo nos suena: un sistema de combate calcadito a los Batman Arkham, encaramarse a torres y partes de sigilo que nos recordarán a Assassin’s Creed, desafíos de caza y herboristería a lo Red Dead Redemption, todo conocido hasta que nos enfrentamos cara a cara con el primer capitán orco.

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Tras ese primer enfrentamiento con un orco que es un poco más listo que los demás (no mucho) y no se deja matar con tanta facilidad, nos daremos cuenta que la base del juego no está basada en las misiones de la historia, que resultan escasas, breves y poco más que una forma de desbloquear nuevas habilidades, la base del juego está en los ejércitos de Sauron, los capitanes y caudillos orcos que podemos eliminar y manipular a nuestro antojo.

Siempre habrá a nuestra disposición misiones para tocar las pelotas a los capitanes, sea joderles el botellón, arruinarles el safari de bestias Blesa style o ayudar a uno de los dos capitanes que se enfrentan en un duelo… Aunque también podemos matarlos a los dos y quedarnos tan contentos. Los capitanes aumentarán de poder si salen victoriosos de esas gestas y cualquier orco que consiga matarnos ascenderá automáticamente a capitán.

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Y eso pasará en más de una ocasión, y dos, y tres. Al principio, las habilidades de Talion no son suficientes para garantizar que saldremos con éxito si nos vemos muy superados en número, y es fácil en algunas zonas verse en un combate con más de dos docenas de guerreros orcos pidiendo nuestra cabeza. Ver como caemos una y otra vez, creando nuevos capitanes, o nos combatimos contra cabecillas que ya han sido derrotados en más de una ocasión (y lo recuerdan) es lo que hace interesante a este juego.

Gracias a este sistema Némesis, que es la única incorporación realmente original en Sombras de Mordor se consigue que, sin darnos cuenta y sin aburrirnos un minuto, estemos horas deambulando por el mapa sin hacer nada más que matar orcos sin ton ni son, por el mero placer de mermar los ejércitos de Sauron, ensañándonos con aquellos capitanes que nos han aniquilado previamente y dejando de lado las misiones que nos hacen avanzar en la historia. Sin darme cuenta, cuando desbloqueé la segunda parte del mapa, la primera estaba totalmente limpia de misiones secundarias, basurilla coleccionable y todos los capitanes orcos habían sido ejecutados, pero no es hasta esa segunda parte en la que una nueva habilidad pone las cosas mucho más interesantes.

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Visto desde fuera, quizás el hecho de un escenario donde las únicas cosas interactuables pasan por las entrañas de los uruk y en el que todas las secundarias siguen el mismo patrón y cuyo elemento común es mermar las tropas de Sauron puede parecer un coñazo similar a una maratón de las tres pelis de El Hobbit en versión extendida y sin pausa para ir al lavabo. Pero curiosamente, el efecto es el contrario: cuando nos demos cuenta habremos dedicado una docena de horas y el contador de progreso estará casi en el mismo sitio, resultado de estar toda la tarde procastinando alegremente eviscerando orcos.
Si nos entretenemos lo suficiente, al final Talion resultará un one man army capaz de exterminar él solito a una centuria de orcos sin recibir un rasguño. Quizás por eso el final del juego me ha parecido algo demasiado sencillo, además de no intentar ni siquiera meter un final boss a la altura y solucionar el último combate con QTE’s. Llegaré a pensar que solo los japoneses saben hacer jefes finales dignos que pongan el broche final adecuado a un buen juego.

Pero el final no deja de ser una anécdota que no empaña un conjunto más que notable. Sombras de Mordor es un ejemplo más que con elementos ya conocidos mezclados con gracia se pueden hacer buenos juegos, más aún con una incorporación tan cojonuda como es el sistema de Némesis. El título que compré con la PS3 fue Batman: Arkham Asylum y lo consideré todo un acierto. Esta vez, con Sombras de Mordor, creo que he acertado de lleno de nuevo.

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