Ve a una game jam

Escrito por en Artículos - 29 agosto, 2023

Ve a una game jam. Entérate de si en tu pueblo o ciudad organizan game jams y, si es así, apúntate. Si resulta que en tu localidad no hay nada, no te preocupes. Infórmate de dónde te queda la más cercana y ve a esa. Si te lo puedes permitir, echa un vistazo a las diferentes propuestas que hay en España, que hay muchísimas, elige aquella en la que creas que te vas a sentir mejor, y apúntate. Creo que no te arrepentirás. Y lo creo porque este es exactamente el mensaje que a mí me habría gustado leer hace quince o veinte años, cuando las game jams me parecían eventos inaccesibles, con un público objetivo en el que yo, que a duras penas sé escribir y mucho menos desarrollar un videojuego, no estaba incluido. Las game jams también son para ti.

El verano del año pasado participé en mi primera game jam. Fue el destino. A principios de julio participé en un taller de Twine, una herramienta gratuita para crear videojuegos narrativos tan fácil de usar que hasta a mí me resultó intuitiva. A finales de ese mismo mes, una de las mejores personas que conozco me invitó a participar en la MálagaJam Weekend 14, un sarao colosal al que iban a acudir más de 200 personas de toda España y que se prolongaría durante todo un fin de semana. Yo no lo veía claro porque nunca se me había pasado por la cabeza participar en algo así, pero Victoria, mi pareja, sí. Nos apuntamos. El grupo estaba compuesto por un servidor, con cero conocimientos de programación pero aproximadamente dos horas de experiencia en Twine; Victoria, con cero conocimientos de programación pero muchísimas ganas; Hugo, con cero conocimientos de programación pero una habilidad para tirar cartas del tarot de escándalo; y Sergi, con cero conocimientos de programación pero muchísimos de nu metal.

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A las pocas horas de empezar la jam, de nuevo por avatares del destino, a nuestro grupo se unieron dos hermanos de ¿11 y 13 años? (se me da muy mal calcular edades). Juntos, los seis, conseguimos desarrollar un videojuego en 48 horas. Hicimos una suerte de tecnomancia basada en la magia del caos, que permitía crear un sigilo personalizado en apenas cinco minutos, a base de tomar diferentes decisiones. No nos quedó particularmente pulido y, por motivos evidentes, hubo que explicar en muchas ocasiones en qué consiste la magia del caos y qué diablos son una tecnomancia o un sigilo. Pero hicimos un videojuego. Es más, ganamos un premio. Y lo más importante de todo, nos divertimos tanto, tanto, tanto, que al mes siguiente le dije a mi amiga (esa persona maravillosa que nos invitó en primera instancia) que, si podía ayudarles en lo que fuese, por favor, contasen conmigo. Hasta me dio por hacer un nuevo juego usando Twine, esta vez en solitario y sobre acariciar un gato.

Después de esta primera experiencia en una game jam tuve varias revelaciones. La primera: no hay espacio más bonito y generador para una persona a la que le gustan los videojuegos que este. La segunda: bien organizada, una game jam no tiene barreras. Ninguna. Aun a riesgo de escribir algo que podría estar impreso en una taza del Mr. Wonderful, las únicas barreras para disfrutar de una jam las pones tú. Y tercero: si bien me encantó desarrollar un videojuego, ver a tantas personas con tanto talento hacer cosas tan buenas, a lo que más me motivó es a querer brindarles mi ayuda para que puedan seguir creando, sin interrupciones. Yo no soy un artista. Tampoco soy un artesano. Pero sí soy una persona con dos brazos, dos piernas y buena salud. Y eso me permite, entre otras cosas, hacer cafés, cargar cajas, servir comida o conducir de un lado para otro. Poder ayudar a generar las obras que he visto salir de MálagaJam, aunque solo sea rellenando el agua de la cafetera de la sala común, me hace increíblemente feliz.

Tras esa MálagaJam Weekend 14 del año pasado yo encontré mi sitio: dentro del staff. En una línea temporal alternativa en la que mi yo del pasado se anima a ir a una game jam con 20 añitos, es posible que hubiese cantado otro gallo. Quizá hubiese cambiado de carrera. Quizá me hubiese convertido en un autodidacta loco, como Eufrasio. O sería un virtuoso de Unreal Engine, como los maravillosos Rony y Alba. Quién sabe. Lo único que tengo claro es que este tipo de espacios, que durante años pensé que no eran para mí, resulta que son para todo el mundo. Y todo el mundo debería probarlos. Rodearte de creatividad en su estado más puro durante 48 horas seguidas es una experiencia muy bonita, capaz de cambiarte para bien. Pruébalo. Vente a la próxima MálagaJam a comer pizza y desarrollar videojuegos. O ve a la game jam que te pille más cerca. Pero ve. Sé que no es fácil decir que sí, pero di que sí. Si tienes un grupo de amigues que está interesado en el mundo del videojuego, es un fin de semana de auténtico ensueño. Y si no, es el lugar perfecto para construir ese grupo.

Esto es algo que digo constantemente desde la cuenta de Twitter de MálagaJam y lo repito por aquí: si tienes cualquier duda, pregúntame; si tienes cualquier problema, dímelo. Es posible que pueda responderte y/o ayudarte. Cuando empecé a escribir en el Píxel Ilustre una de mis grandes ilusiones era poner el foco sobre videojuegos pequeños o ignorados para intentar compartir aquello que más me gustaba con todo el mundo. Esa ilusión sigue intacta. Pero a día de hoy, gracias a MálagaJam, tengo otra: poner mi granito de arena para que, el próximo videojuego que quiera compartir con todo el mundo, sea el tuyo. Hazme caso, no es tarde. Ve a una game jam.

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