Los ninjas de colores se hacen next-gen

Análisis: Mortal Kombat X

Escrito por en Análisis - 7 mayo, 2015

Después del exitoso reboot de hace cuatro años, la saga de lucha más gore llega a su décima entrega y para ello añaden una X al título, asumiendo los riesgos de parecer una versión porno con ninjas de colores haciendo Sextalities a diestro y siniestro. El listón estaba muy alto… ¿Habrán conseguido mantener el nivel de la anterior entrega?

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Como es inevitable en todas las secuelas de un juego de lucha, ha habido re-estructuración de plantilla. Por el camino se han caído algunos clásicos, como Smoke o Noob Saibot, quedándonos solo con los cuatro ninjas de parchís: Ermac, Reptile, Scorpion y Sub-Zero, los roboces, la novia de Frankenstein, el segurata, el Darth Vader de chinchinabo y la chica del palo. Para esta ocasión entran los retoños de los protas, una choni que da patadas en los huevos, un tronista de MHYV azteca, una mujer mosca, Daredevil Samurai, unos que salían en Mad Max, el Dios malvado de turno y, en plan online pass, Goro como personaje jugable. Por supuesto, hay que dejar la puerta abierta a nuevas incorporaciones vía DLC, pero los que hay son más que suficientes para estar satisfecho.

Si hay algo que me sorprendió del anterior Mortal Kombat es ver la solidez que los personajes han adquirido con el tiempo a pesar de tener una base tan pobre. Personajes como Scorpion, Sub-Zero, Ermac, Reptile, Smoke, Kitana, Jade o Mileena partían de un simple cambio de color, esa fórmula tan socorrida en los 8 y 16 bits para añadir variedad a los sprites sin exceder memoria y ahora cada uno de ellos tiene un aspecto y una personalidad claramente definida y distinta del resto de alter egos cromáticos.

La nueva generación de luchadores se justifica al ver que el argumento está ambientado unos 20 años después de los sucesos del anterior juego. Gracias a este modo historia, de una media docena de horas de duración, nos familiarizamos un poco con la mayoría de luchadores para así tener un poco más de criterio para cuando dejemos que nos humillen en el online. Como siempre, Mortal Kombat es de esos juegos que es fácil de aprender a jugar, con unos movimientos especiales de ejecución sencilla, pero su maestría conlleva aprender a encadenar combos, algo no tan sencillo. La gran novedad: cada personaje cuenta con tres estilos de lucha a elegir, con ataques especiales exclusivos o potenciando ciertos aspectos, añadiendo mucha variedad a la hora de elegir luchador.

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A pesar que el modo historia me ha parecido más breve que el del reboot de 2011, Mortal Kombat X es un juego que mima al jugador a largo plazo. A pesar de eliminar los combates por parejas, sigue existiendo el modo arcade, llamado Torre Clásica, además de otros tipos de Torres, con distintos desafíos. También han añadido las Torres Vivientes, que van cambiando con el tiempo consiguiendo que siempre tengamos algo nuevo que jugar.

También para incentivar ese juego a largo plazo han incluido la guerra de facciones. Al empezar a jugar nos dan a elegir entre cuatro facciones. A medida que luchemos ganaremos puntos para esas facciones. Una de ellas resultará vencedora en competiciones que se hacen periódicamente gracias a los puntos que todos los jugadores que la han elegido, añadiendo eventos especiales que puntúan más o menos.

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La galería de desbloqueables, llamada en esta ocasión La Kripta, es un minijuego en 1ª persona en el que podemos ir consiguiendo cosillas a cambio de las monedas que conseguimos peleando. Si eres un vaguete y te sobra la pasta, desde el día del lanzamiento tienes un DLC por 20 o 30 € que te desbloquea automáticamente todo su contenido. Así todo el mundo contento, tanto los que les gusta ir consiguiendo premios a medida que avanzan como los que prefieren pagar más y jugar menos ¡GRACIAS NETHERREALM STUDIOS!

Raro sería hablar de Mortal Kombat X sin hablar del elemento que más popular le ha hecho: la sangre y las vísceras. Sigue estando ahí, en primer plano, y sigue siendo uno de los juegos más asquerosetes a los que he jugado. Decapitaciones, evisceraciones, laceraciones y muchas otras cosas malas que acaban en -ciones desfilan por la pantalla. Pero, a estas alturas, parece que es mucho más ofensivo enseñar un pezón en un videojuego que ver como nos cortan la cabeza por la mitad y el cerebro se cae chorreando como si fuera foie gras. Mortal Kombat X juega el recurso de la sangre porque no sería Mortal Kombat sin sangre (menos los que lo tuvieron para Super Nintendo), pero no necesita la violencia injustificada para resultar ser un juego atractivo.

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Me he divertido mucho con Mortal Kombat X. Me pasé el modo historia, me dediqué a jugar a las torres con distintos luchadores, probando estilos y viendo Fatalities. Pero entonces tuve la genial ocurrencia de intentar jugar online. Y, señores, el online de Mortal Kombat X está lleno de hijos de puta. El amigo Ballesteros tiene razón cuando afirma que jugar online te hace mala persona y, solo en una ocasión, he conseguido “disfrutar” de un combate. El resto, me encontré con gentuza que su única forma de juego consistía en acorralarte repitiendo una y otra vez el mismo combo. Y eso no me divierte una mierda. Reconozco ser un paquete en los juegos de lucha, pero usar siempre el mismo personaje y el mismo combo es tener demasiadas ganas de ganar para no estropearse el ratio. Menos mal que añadieron los Quittalities para escarmentar a aquellos que se desconectan para no perder, aunque todavía no he tenido la ocasión de ver ninguno.

En resumen, Mortal Kombat X es un estupendo juego de lucha, con muchas cosillas por hacer y desbloquear, que luce estupendamente en PS4, que tiene sangre y vísceras para alucinar a la chavalada y escandalizar a tu madre, que resulta la mar de divertido jugando contra la CPU o contra colegas que no te acorralen y hacen siempre el mismo combo, pero que si te acercas al online que sea bajo tu cuenta y riesgo. Y como siempre, estoy dispuesto a que los lectores comprueben por si mismos lo paquete que soy retándome a un combate. Si quieren darme una paliza, aquí estoy.

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