Análisis: Dante's Inferno

Finalizo con este Dante’s Inferno la trilogía de los Hack & Slash de este 2010 (junto a God of War III y Bayonetta). El cruzado Dante se va a repartir hostias al infierno y, aunque seguro que no esperabais ver este análisis a estas alturas, en El Píxel Ilustre no nos lo íbamos a perder.

Comparado con los otros dos títulos, Dante’s Inferno lo tenía muy chungo. Las sombras de Bayonetta y God of War III son muy alargadas, especialmente la de la mascota de Sony. Si a eso le sumamos una campaña llena de Hype que resultó algo cansina, culpable de que muchos pediéramos el interés sobre el juego incluso antes de salir a la venta. Visceral Games solo contaba como Dead Space como tarjeta de presentación y no tenía la solera de Platinum Games ni formaba parte de una saga ya reconocida como en el caso de God of War III

Reconozcámoslo: convertir un clásico de la literatura como es la Divina Comedia en un juego de repartir hostias no es precisamente una buena idea. Toda la poesía, toda la simbología y todas las referencias históricas, literarias y contemporáneas que impregnaban la obra de Dante Alighieri se van a la mierda con el primer QTE. Por eso, y para evitar ofender a los amantes de la literatura clásica, perfil que encaja con el lector medio de El Píxel Ilustre, vamos a referirnos a Dante como Tomasín.

Tomasín es un cruzado que la ha montado gorda en Jerusalén. En el fragor de la batalla, Tomasín es atacado vilmente por la espalda y se encuentra cara a cara con la Muerte, quien intenta mandarlo directamente al Infierno por sus crueles pecados, pecados de los que Tomasín se consideraba absuelto debido a la Guerra Santa. Entonces Tomasín se enfrenta a la Muerte y la derrota, quedándose su guadaña como recuerdo.

Nada más fácil que derrotar a la Muerte. Que se lo digan a los Belmont

Tras esa encarnizada batalla, vuelve a su hogar en la Toscana dispuesto a recibir consuelo y amor entre los turgentes senos brazos de su amada Beatriz, a la que a partir de ahora nos referiremos como “la Yessi”. Desgraciadamente, Tomasín encuentra el cadáver de la Yessi aún calentito, justo a tiempo para ver como el diablo en persona se lleva su alma para así redimir los pecados de Tomasín.

Entonces es cuando Tomasín desciende a los infiernos, guiado por el fantasma del poeta Virgilio (al que nos referiremos a partir de ahora como Paco), para conseguir que el alma inocente de la Yessi consiga la salvación. Para ello, justo antes de cruzar las puertas del Infierno nos encontramos la Cruz de la Yessi que, junto a la Guadaña de la Muerte, completa el dúo de las únicas armas que utilizaremos durante la aventura.

Paco, ese poeta, ese artitta!

Cada una de esas dos armas nos abre un camino para mejorar nuestras habilidades. Con la guadaña condenaremos a nuestros enemigos y a las atormentadas almas del infierno para recorrer el Camino de la Impiedad, mejorando las habilidades referentes al daño y a la magia de combate. Por otra parte, con la Cruz de la Yessi podremos absolver a nuestros enemigos de sus pecados y recorrer el Camino de la Virtud, más enfocado en las habilidades de defensa y la magia de protección. Además, durante nuestro paseo infernal encontraremos Reliquias, sagradas o impías, para alterar nuestras habilidades: algunas nos las dará Paco por darnos el palique, otras las conseguiremos derrotando a los enemigos más feos y otras estarán estratégicamente ocultas en el escenario.

Si el Papa tirara Kame-Hames serían así de chulos

Y ya que durante el transcurso del juego no serán pocas las ocasiones en las que tenemos que elegir entre castigar o absolver, no veo por qué no hacerlo con el propio Tomasín’s Inferno.

Si crees que Tomasín merece pagar por sus pecados y por los de Electronic Arts (que no son pocos), pulsa aquí.

Si crees que no es posible que sea tan mal juego y crees que ya le hemos dado demasiada caña al Tomasín’s Inferno, pulsa aquí.

Agradecería que me indicaran en los comentarios su decisión para ver si al final Tomasín se salva o lo enviamos a tomar por culo.