Con este también he llorado

The Banner Saga

Escrito por en Análisis - 23 enero, 2014

The Banner Saga me tiene con el corazón partido. El juego de Stoic Studios, financiado a través de Kickstarter por buena gente como un servidor, es un caramelo para los sentidos cuyo escurridizo género cabalga salvajemente entre la estrategia por turnos, el rol, la aventura conversacional, y lo que quiera que fuese Oregon’s Trail. Y eso es maravilloso. El problema, y no me gusta tirar de frases hechas pero lo voy a hacer, es que «el que mucho abarca poco aprieta». Cuando ruedan los créditos de The Banner Saga, estás tan maravillado por todas las cosas buenas que te han puesto delante de las narices, como molesto por todas las que no; y tienes tantas ganas de besar a los desarrolladores en la boca, como de pedirles explicaciones a guantazo limpio.

Me ha pasado con muchos videojuegos que, una vez acabados, tras la inevitable resaca de los créditos finales, pienso en ellos y me gustan mucho menos. Con The Banner Saga no ha sido exactamente así, pero su larga digestión —casi una semana desde que lo terminé— me ha hecho ver que quizás el juego no es tan perfecto como en el momento de matar al inevitable final boss me pareció. Empezando por ese momento. La batalla final es una cagada monumental. No ya porque se obligue al jugador a utilizar personajes que quizá no ha utilizando en toda la partida, que también; sino porque es capaz de cambiar las mismísimas reglas del juego, absolutamente estrictas hasta ese momento, en pos de hacer las cosas más difíciles. Y vaya si consiguen poner las cosas difíciles, joder. ¿Por qué? No lo sé. Pero las ponen.

Banner Saga 1

En cualquier caso, la batalla final no es ni mucho menos mi queja más amarga con The Banner Saga. Ese honor lo tiene la escasa interacción entre nuestros personajes. A lo largo de la aventura nuestro protagonista se topa con más de una docena de personajes distintos muy interesantes. Algunos de ellos parecen poder jugar un rol más importante que el de participar a nuestro lado en las batallas y, de hecho, es posible entablar unas pocas conversaciones con algunos. Pero no son suficientes. La sensación, en este caso, es muy similar a la que se te queda con el primer Baldur’s Gate, en el que tenías a personajes con mucho potencial dentro de tu grupo de aventureros (Minsc, Edwin, Xan…) pero no podías sacarle más que un par de palabras a lo largo de ochenta horas. En el juego de Bioware era frustrante, y en The Banner Saga es frustrante de cojones.

El tercer problema de The Banner Saga se encuentra en la intrascendencia de algunas decisiones que deberían ser importantes. En la ópera prima de Stoic hay que tomar muchas decisiones a lo largo de la aventura, y algunas de ellas pueden llevar a que personajes de nuestro grupo mueran. Otras sencillamente nos proporcionarán más renombre o artefactos mágicos, y otras más, como he podido comprobar, no importan en absoluto. Hay un peliagudo punto de inflexión en la historia de The Banner Saga en el que nuestro protagonista tiene una acalorada conversación con otro personaje… e independientemente de las líneas de diálogo que escojamos, el resultado siempre es el mismo. Aunque repito, hay muchas otras ocasiones en las que la decisión del jugador determinará el devenir de nuestro pueblo. El problema está en que, cuando de verdad importa, las cartas ya están echadas.

Banner Saga 2

Leyendo hasta aquí parecería que The Banner Saga es una basura y no me ha gustado, pero nada más lejos de la realidad. The Banner Saga me ha gustado tanto, tanto, tanto, que haber descuidado los aspectos arriba mencionados me parece indignante. Quiero poder decir que Stoic Studios ha creado un juego perfecto, que el primer juego que se ha desarrollado —parcialmente— con mi dinero, es un título inmaculado. Y ahora mismo no puedo. Puedo decir que es un juego de estrategia por turnos sobresaliente, con una mecánica de juego original y que funciona como un reloj. Puedo decir que tiene un apartado visual sobrecogedor, al que muy mal le tienen que ir las cosas para que no se lleve todos los premios de 2014 en su terreno. Puedo decir, con rotundidad, que tiene una banda sonora maravillosa compuesta por Austin Wintory (Journey), que me sacó alguna que otra lagrimilla en la recta final. Puedo decir muchas cosas buenas sobre un juego que es realmente maravilloso, pero querría poder decir más.

The Banner Saga es la primera entrega de una trilogía —de ahí el «Saga» del título— y, aunque tiene un arco argumental autoconclusivo, no supone más que el planteamiento dentro del arco argumental general. Pese a ello, el juego dura por lo menos una docena de horas y es considerablemente rejugable. Si esto justifica o no su precio es otro cantar en el que yo, desde luego, no me meteré.

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