Análisis: Dark Void Zero

Escrito por en Análisis - 14 abril, 2010

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Zero, pese a lo que sus gráficos puedan sugerir, es el bueno de los dos Dark Voids. Mientras que su hermano mayor no era más que un clon mediocre de Gears of War con una jugabilidad muy justita, el benjamin es una pequeña joya retro que transportará a los más nostálgicos directamente a finales de los ochenta. Al resto simplemente les dará una buena lección sobre lo qué es importante en un videojuego y lo que no.

Como en los juegos de la época de Nintendo, que son precisamente los que este Dark Void Zero intenta emular, a nuestra disposición únicamente tendremos dos botones de ación: salto y disparo. El primero, además de para lo obvio, lo usaremos para encender el jetpack y volar como un gavilan pollero. Tan solo tendremos que hacer el típico doble salto y nuestra mochila se encenderá permitiendo que nos desplacemos por todo el escenario a nuestro antojo. El segundo botón ni siquiera tiene un función especial, ya que las armas se nos cambiarán automáticamente al coger una nueva. Lo que en ocasiones podrá llegarnos a perjudicarnos si, por ejemplo, tenemos un lanzacohetes y en mitad de un estrecho pasillo yace una triste metralleta. En cualquier caso la jugabilidad recordará, salvando las distancias, a la de clásicos como Contra o Megaman… solo que en esta ocasión podremos volar con un jetpack, lo cual mola muchísimo.

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Más retro imposible

La historia del juego y sus personajes, en contraposición a la jugabilidad, son totalmente olvidables. Por suerte también resultan muy prescindibles. Y es que sí, sabremos que nuestro protagonista se llama Rusty y que Nicola Tesla nos ha mandado a patear culos alienígenas y cerrar portales dimensionales. ¿Pero a quién demonios le importa? A mi por lo menos no. Si quisiese una buena historia me seguiría leyendo el primer libro de de las aventuras de Geralt, que por cierto estoy a punto de terminar, pero desde luego no me pondría a jugar a un título que trata de homenajear la época dorada de la Nintendo.

Así pues, la olvidable aventura se desarrolla a lo largo de tres capítulos divididos en tres fases en las que tendremos que vencer a tres final bosses. Sí señores, al igual que los juegos antiguos, Dark Void Zero se puede pasar en una hora sin problemas. Eso sí, no será un camino de rosas. La partida la comenzamos con dos vidas y, a no ser que seamos unos malditos genios de las dos dimensiones, tendremos que sudar tinta china para terminar el juego en dificultad normal. Por suerte, si morimos en el capítulo dos o tres, en lugar de tener que empezar desde el principio, podremos elegir empezar desde dicho capítulo. Eso sí, tendremos las vidas con las que nos pasamos la fase anterior.

Estoy seguro de que os resultará muy curioso que vaya a dedicarle un párrafo entero al apartado técnico, pero es que la música de Dark Void Zero lo merece. Solo encontraremos tres canciones. Una por cada nivel. Pero me apuesto una copia del juego en Impulse (que vale 3,75€) a que tras terminarlo en dificultad normal os quedáis por lo menos un par de días tarareando al menos uno de los temas. Desde luego no os vais a encontrar una banda sonora dinámica de esas que tanto le gustan a Marbu, pero el estilo “ocho bitero” de chip musical que podremos disfrutar durante toda la aventura es sencillamente genial.

La conclusión, por si después de todo lo dicho no os ha quedado bien clara, es que Dark Void Zero es un pedazo de juego que podéis empezar a disfrutar ya mismo vía Impulse, Steam o Gamersgate. Yo me incliné por la primera opción porque la prefiero a la segunda (aunque no a la tercera) y vale 25 céntimos más barato que en las demás. Llamadme rata, pero es que me encanta no tirar el dinero en servicios de peor calidad.

8

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