Programa, programa, programa

Reigns

Escrito por en Análisis - 11 enero, 2017

Si sois personas de bien y veis Salvados, uno de los pocos programas de televisión potables de la televisión española, quizá seáis capaces de recordar la entrevista que Jordi Évole realiza a Pepe Mújica, expresidente de Uruguay. En ella el antiguo tupamaro suelta una perlita en la que se queja amargamente de lo difícil que es llevar a cabo todo lo que tienes en mente a la hora de dirigir un país. Uno tiene una formación, unos ideales y una manera de entender la vida y afrontarla, pero de ahí a conseguir todo lo que deseas como jefazo de un país hay un trecho enorme y, en ocasiones, insalvable.

Si no, preguntadle a Esperanza Aguirre. Si por ella hubiera sido, en sus años de gobierno habría creado su campo de concentración campamento de verano Espe Summer Camp. en mitad de Sol, donde todos esos jipiosos perroflautas que quizás algún día consigan gobernar el país habrían sido reconvertidos a la fe pepera, católica y pseudofascista que tanto adora esta mujer. Desgraciadamente, la pobre jamás podría llevar a cabo tamaña empresa porque su carrera política habría acabado en nada. De eso, entre otras, también va Reigns. De no poder dirigir una nación a tu soberano antojo… y todo mediante un sistema que copia descarada y acertadamente a Tinder, imitando el sistema de OK/NOPE de las fotos de dicha red social y sustituyendo las imágenes de personitas por cartas, cada una de las cuales nos mostrará dos elecciones normalmente contrapuestas  que marcarán nuestro difícil futuro y el de nuestros súbditos.

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Seguro que no puja por España

Porque a fin de cuentas, a la hora de manejar los hilos de un reino hay que tener a gusto a todo Dios mortal que viva sobre él. En el juego de las gentes de Nerial publicado por la siempre adorable Devolver, hay exactamente cuatro. Cuatro estamentos a los que deberemos mantener contentos en mayor o menor medida. Así, tenemos a la Iglesia, el pueblo llano, el ejército y al gremio de mercaderes. El problema viene cuando los intereses de varios grupos están confrontados en nuestras elecciones. Por ejemplo, no podremos desarrollar mejores medicinas sin joder a los puñeteros curas, al igual que deberemos favorecer a los mercaderes subiendo el precio del pan sin castigar en exceso el bolsillo del pueblo. A su vez, todos nuestros grupos sociales deberán mantener un cierto equilibrio, y es que si nos pasamos dando poder al ejército igual provocamos un golpe de estado, pero si lo mantenemos débil y sin recursos seremos pan comido ante las hordas enemigas.

Por si fuera poco, algunas de las decisiones que tomemos tendrán eficacia limitada, pero otras se expandirán en el tiempo, obteniendo nuevas cartas que aparecerán en un futuro tras haber colonizado nuevas tierras o continuando la cruzada que inició nuestro antecesor, por poner un par de ejemplos. Así, deberemos también completar una serie de retos que nos irán apareciendo conforme avancemos: desde tener un romance juancarliasta con una cortesana hasta abrir nuevas rutas comerciales, pasando por tener que oficiar una boda entre hombres-lobo. Lo típico en la vida de un monarca.

Las fiestas de EPI

Las fiestas de EPI

Con todo, hay un aspecto que me resulta interesante a la hora de catar Reigns: la forma de jugar de cada uno basándonos en nuestra experiencia previa como personitas singulares de este mundo de Alá. Hablando brevemente con azulcorrosivo por twitter uno se quedó pensando en lo que nos molestaba tener que beneficiar a la Iglesia con tal de alargar la partida un poco más. Llegando algo más lejos y dándole la vuelta a todo, alguna partida incluso me he puesto a jugar imaginando que soy un pepero patilloso sevillano, dueño de cortijo y olé. Y joder, qué cáncer de todo y qué mal, qué mal, qué mal. El pensamiento de servidor se encuentra entre la socialdemocracia y lo muy izquierdoso y, cada vez que en un turno aparece una decisión que favorece a los antepasados de la Virgen de la Macarena, me mata por dentro. De ahí la entrada exponiendo lo de Pepe Mújica y la nunca suficientemente vanagloriada Espe. Reigns te pega una hostia de realidad y te hace ver que dirigir un país igual es una jodienda enorme, donde efectivamente debes tener contenta a cada esquinita de tus tierras para evitar que se te revolucionen demasiado (a menos que te llames Mariano Rajoy). Debes incluso traicionar tus ideales de manera zarrapastrosa, haciendo buenas las palabras de Maquiavelo: En todas las cosas humanas, cuando se examinan de cerca, se demuestra que no pueden apartarse los obstáculos sin que de ellos surjan otros. Y qué obstáculos, todos ellos entretejidos en un esquema aparentemente simple de elecciones enmarcadas en un contexto medieval donde siempre acabamos pereciendo.

Porque, efectivamente, siempre morimos, ¿qué os creíais? A fin de cuentas, todos los reyes, dictadores y gobernantes elegidos democráticamente (o  no) caen. Concretamente, en esta indigencia la palman por conspiraciones, tras invasiones de los reinos adyacentes, después de luchar con una calavera en una mazmorra o incluso de viejos. Y es que en el momento en el que nos despistemos desequilibrando a cualquier parte de nuestra pequeña sociedad, moriremos irremediablemente… aunque no todo haya sido en vano. Parte de nuestras decisiones y avances tendrán impacto directo en el futuro del juego y afectarán a nuestros sucesores, quienes tomarán los mandos del país para hacer de las tierras de Reigns unas grandes, esplendorosas e ilustres. Ese será nuestro difícil cometido en un país donde el rey ha muerto por quincuajésima vez. Larga vida al rey.

Momentos ilustres: Super Hexagon

Mamono sweeper