No rejugarás

Escrito por en Artículos - 26 noviembre, 2012

Sé que voy a volver a pasarme los dos Portal. Quiero volver a vivir esa historia. Quiero recrearme en los momentos que me arrancan la sonrisa y quiero hurgar en los detalles que me perdí. Quiero analizar cada palabra que me dice GLaDOS. Quiero examinar cada pintada en la pared. Quiero volver a mirar con calma el experimento de Chell en aperture. Y no una sola vez. Todas las que pueda.

Sé que voy a volver a pasarme Braid. A estas alturas, ya no recuerdo la solución de los puzles. Volverán a retorcerme las neuronas como la primera vez. Y tengo ganas de volver aplaudir ese final maravilloso. Quiero dedicarle una ovación cerrada a esas mecánicas de control del tiempo tan cargadas de significado. De pie, aplaudiendo, en mi cuarto, yo solo. Qué más da. Y quiero volver a postrarme ante esa virguería de final.

Sé que voy a volver a Skyrim. He pasado más de sesenta horas plantado delante de ese juego y ni siquiera he completado la campaña principal. No me hace falta. Pierdo la noción del tiempo descubriendo rincones de ese mapa tan disparatadamente grande. Puedo emplear otras sesenta horas sin acabarme el juego. No me voy a cansar.

Sé que voy a volver a instalar el Dungeon Keeper en mi ordenador tarde o temprano. Nunca me he sentido tan poderoso en ningún juego. No me harto de convertir el puntero del ratón en mano para azotar a mis súbditos y manosear el oro que me ofrendan. No aburre introducirme en sus cuerpos y jugar con ellos, ni agarrarlos y soltarlos donde me dé la gana. No me canso de torturarlos. No me canso de ser un dios.

Voy a volver a pasarme el Dishonored, porque sé que puedo jugar mucho mejor de lo que lo hice. Sé que hay otras formas de resolver todos los desafíos que propone y quiero probarlas todas. Quiero exprimirlo.

Y sé que volveré a jugar a Bastion. Y a Super Mario Galaxy 2. Y a Alpha Protocol. Y a Bulletstorm. Y a Yoshi’s Island. Y a Bayonetta. Y a Shadow of the Colossus. Y a algún que otro Final Fantasy. Y a Psychonauts.

Pero no voy a volver a jugar el The Walking Dead de Telltale Games. Estoy deseando hacerlo, pero no debo.

Me arrepiento de todas y cada una de las decisiones que he tomado durante la partida. Me culpo de todo lo malo que le ha sucedido a los personajes. No dejo de pensar en cómo habría terminado la historia si hubiera hecho las cosas de otra manera. Lo he terminado hace unas horas y todavía me tiene bien jodido.

Conocer las alternativas está al alcance de mi mano. Es tan fácil como volver a empezar el primer capítulo. Ya conozco el camino y los puzles son escasos y fáciles. Resolverlo otra vez por completo me llevaría bastante menos de las trece horas que he tardado en acabármelo por primera vez. Estoy dispuesto a hacerlo con tal de averiguar qué es lo que he hecho mal. Quiero decir cosas que me callé y callarme cosas que dije.  Quiero saber dónde se me fue la mano.

En realidad no cambia nada ¿no? Lo que hice la primera vez es lo que cuenta. Y sé que hay cosas que iban a suceder de todas formas. Es ficción. Solo es un juego. Hay cosas que van a suceder, haga lo que haga. El resto no va a ser más que mirar en una bola de cristal lo que podría haber sido.

No. Esta sensación tan puta que me está rasgando las vísceras ahora es el regalo que me ha hecho este juego.  Este nudo en el estómago es el trofeo por haberlo terminado. Es el logro final. Toca tragar. No se puede cambiar la historia por la vía rápida: es trampa. La vida también va de eso. Creo.

Imagen de cabecera: François Coutu

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