Retro Amor: Micro Machines Military

Escrito por en Retro Amor - 10 agosto, 2012

Micro Machines Military

Para un servidor, una de las series que más lo partieron durante la época de los 16-bits fue, sin duda, la protagonizada por los Micro Machines, esos coches en miniatura que tuvieron su momento de esplendor en la década de los 90. Cuatro juegos tuvieron la suerte de aparecer en Mega Drive, siendo para mí el mejor de ellos el último: Micro Machines Military.

Lo cierto es que SuperSonic, el grupo desarrollador, no lo tenía nada fácil para superar su propio trabajo, Micro Machines 2 y su actualización, Micro Machines: Turbo Tournament ’96 fueron auténticas virguerías y dejaron el listón bastante alto, pero este equipo, que se ha dejado el pellejo desde finales de los 80 con distintos títulos de carreras de corte arcade, supo dar con la tecla con una simple adición: las armas. Para ello, si bien algunos vehículos vienen de los dos juegos anteriores, se apoyó en la serie Military, formada por miniaturas que imitaban a tanques, aviones de guerra o helicópteros de combate.

Lejos del componente que presentan los Super Mario Kart y sus power-ups, con los cual puedes reventar carreras y perderlas en cuestión de segundos, aquí cada jugador parte con un tipo de proyectil con el que intentar joder a sus contrincantes. Y lo cierto es que muy acertadamente no todas las armas juegan el mismo papel. Al recibir un trancazo de otro helicóptero nuestra estabilidad se irá al carajo y empezaremos a dar alguna que otra vuelta antes de que conseguir recuperar el control del mismo, mientras que si un vehículo pesado es alcanzado por un misil, este variará un poco su trayectoria, pero no acabará demasiado jodido. Esto se nota bastante en los últimos niveles, en los que tendremos que tener mucho cuidado de que no nos enchufen para no perder muchos segundos que pueden ser decisivos. El único punto negativo del modo de juego principal lo encuentro en las llamadas «super laps«. Con ellas, si hacemos un tiempazo de la leche en la primera vuelta de cada prueba, ganamos automáticamente. Así, con dos cojones. Considero que es una pena, porque las carreras son breves y para nada tediosas, y esto lo único que hace es acortar la vida del cartucho. Che, que quede claro que esto no quiere decir que Military sea fácil, ni de coña. Si por algo se han caracterizado estos juegos siempre es porque fueron realizados por y para hijos de puta. En ellos puedes ganar, pero para dominarlos completamente te harán falta muchas horas de entrenamiento y sangre en las manos.

Junto al modo Challenge encontramos al típico Time Trial, con el cual podemos mejorar nuestras marcas, y a la parte realmente innovadora con respecto a sus predecesores (lo tenían a huevo viendo la temática del juego, todo sea dicho): la inclusión del modo Arena, en el que nuestro coche debe aguantar a base de bombazos y sin que nos echen de la pantalla las embestidas de varios enemigos durante un tiempo determinado. Esto también nos lleva al modo batalla, ayudado por esa puta genialidad (y lo digo porque se pasó por el forro el adaptador oficial seguero) llamada J-Cart, obra de Codemasters (la distribuidora del juego), que viene siendo el sistema por el cual puedes conectar dos mandos adicionales en el propio cartucho, dando lugar a batallas de hasta cuatro jugadores. Batallas en las que obviamente se saca toda la mala hostia y el hijoputismo humano extremo.

Hay que reconocer que audiovisualmente no es que mejore mucho lo ya visto, ya que sigue con descaro la estela de sus hermanos pequeños (de hecho los cabrones de SuperSonic copiaron demasiados efectos fx anteriores). Si bien en el apartado gráfico no importa mucho, ya que mantiene la apañada cámara cenital que acentúa el hecho de estar jugando con cochecitos, en lo que también contribuyen los elementos que componen cada trazado, creo que unas cuantas pistas sonoras durante las carreras no habrían venido mal. Vamos, que me toca los cojones estar escuchando continuamente el sonido de los motores de los vehículos acompañados de unos efectos chusteros.

Con todo, Micro Machines Military para mí es uno de los juegos que -si bien ahora no tiene tanto reconocimiento- marcaron a la 16-bits de SEGA. Al fin y al cabo era un título que le iba que ni pintado a dicha consola: aparentando ser infantilón, en el fondo era gamberro, algo cafre y divertido, jodidamente divertido.

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