Retro Amor: Drill Dozer

Escrito por en Retro Amor - 7 marzo, 2012

Pokémon es, irremediablemente, la primera palabra que le viene a uno a la cabeza en cuanto piensa en Game Freak, pero lo cierto es que estos señores llevan sacando jueguicos –de menor éxito comercial que la saga de los monigotes- desde tiempos de NES. Desgraciadamente, una de sus mejores obras ha pasado relativamente desapercibida desde 2005, su año de salida; y no les quepa duda, Drill Dozer merece mucho más reconocimiento del que posee actualmente.

Hay dos razones que explican muy bien esto último, por una parte, Nintendo DS acababa de salir al mercado pocos meses antes, con lo que, si bien Game Boy Advance todavía daba juegos de calidad (de esas fechas datan The Legend of Zelda: The Minish Cap o Gunstar Future Heroes), la que se llevaba la gloria y las pajas de nmlss era su hermana menor. Por otro lado y retrotrayéndonos a los años 90, Drill Dozer no pasó de las fronteras norteamericanas, con lo que los europeos nos tuvimos que comer los mocos. Viendo cómo se las gasta el  cartucho, puedo decir que desgraciadamente nos los comimos MUY MUCHO.

Ya he dicho que Drill Dozer  es obra de Game Freak, pero bien podría serlo de las Konami o SNK de hace años, o incluso –y estas son palabras mayores- de Treasure. Tiene la típica historia regulera  que sirve para meter con calzador al  resto de elementos del juego: Jill, una mocosa, debe rescatar a su padre de los Skullers, quienes también han robado un diamante muy valioso que debemos recuperar. Para ello, nos serviremos del verdadero protagonista del cotarro, el Drill Dozer. Sobre este robot-tuneladora gira absolutamente todo el gameplay de este plataformas, y para mí lo hace del carajo. Con él nos iremos abriendo paso a lo largo de las diferentes fases, e inicialmente solo abriremos paredes para abrir nuevas vías a la hora de avanzar, pero al poco tiempo se nos irán presentando nuevos usos que dan mucha más variedad al juego de la que pueda parecer tener en un principio. Servirá para –con la ayuda de ciertos elementos- llegar a  lugares más altos, atacar a los enemigos con contundencia o incluso bucear con soltura por algunas fases. Es esta variedad es cuando se ve que Drill Dozer bebe de algunos antepasados suyos. Desde una fase acuática con un control que recuerda al de Labyrinth Zone de SonicThe Hedgehog hasta un jefe final con reminiscencias de shoot ‘em up que nos hacen recordar a los pezqueñines de Darius, todo ello pasando por pequeños fragmentos que en cierto modo evocan a Pac-Man. Sí, a Pac-Man. Tengo que aclarar que sería injusto decir que copia, por contra los señores de Game Freak solo se apropiaron en parte de lo ya visto, pero le dieron nuevas formas, y siempre dándole uso al centro del juego: el robot que controlamos vía Jill.

También hay que reseñar que el Drill Dozer tiene tres marchas distintas, a cada cual más potente, pues bien, al principio de cada nivel solo podremos utilizar la primera de ellas, teniendo que buscar las dos restantes, ya que sin las cuales será imposible terminar la pantalla de turno al toparnos con puertas demasiado resistentes que requerirán que nuestro robot taladre a toda potencia para abrirlas.


Como minúsculo pero tengo que decir que el diseño de los niveles no me parece excesivamente rebuscado, siendo estos un poquito lineales. Digamos que solo podremos acceder a determinadas partes de cada fase una vez consigamos las diferentes marchas u objetos necesarios. Y sí, vale, a veces tendremos que rehacer parte del camino y tal, pero la mayor parte del tiempo éste está bien marcado. El caso es que en el fondo esto no importa un carajo,  ya que cada pocas pantallas tenemos que aprender nuevas aplicaciones para el taladro de nuestro robot, por lo que el hecho de avanzar es jodidamente divertido y variado debido al número de rutinas que debemos asimilar para pasarnos el juego. Como colofón quedan los mid-bosses y los jefes finales, de tamaño considerable y que suelen venir en un pack junto con algún personaje digno de mención dentro. Lo dicho: amor por tu madre, amor por Treasure.

Audiovisualmente, el juego es bonito, muy bonito. Teniendo en cuenta de que estamos hablando de una obra para Game Boy Advance, nos muestra fases variadas con bastantes sprites gigantescos por el camino, ya sea para representar a los elementos que componen los niveles como para mostrar a determinados enemigos. Para más INRI,  todo el conjunto está realizado con amor 16-bitero. Aparte, suena a las mil maravillas gracias al trabajo de Satoshi Nohara y Go Ichinose, quienes, al  igual que la plana mayor de Game Freak, habían centrado su trabajo anterior en la serie Pokémon, hecho que se hace notar en varias de las pistas. Entre las composiciones destaca 3rd Gear, la cual suena cada vez que nos hacemos con la tercera marcha de la que os hablaba antes. Hago notar que el sonido no es algo trivial aquí, nein. En Drill Dozer conviene jugar con el altavoz encendido por la sencilla razón de que agiliza nuestro control sobre el robotito. Digamos que, al igual que haríamos en un coche manual, tenemos que cambiar las marchas nosotros mismos; bien, pues resulta que cada marcha viene acompañada de un sonido de aceleración que,  llegado cierto punto, nos indica que tenemos que meter segunda o tercera. Al principio, uno miraba constantemente el indicador que hace las veces de cuentarrevoluciones y que también sirve como guía, pero poco a poco y sin darme cuenta fui pasando de él al notar que un simple efecto fx  me facilitaba mucho las cosas, al poder cambiar de marcha y centrarme en la acción gracias al sonido del juego. Cosas como esta hacen que te des cuenta del  mimo que puso Game Freak en este pequeño orgasmo portátil.

Drill Dozer es –eh, sí, hablo en presente- un juego que reivindica con pocos medios la complejidad partiendo de una idea simple. En tiempos en los que las 3D fotorealistas invaden al jugador por todos los frentes, nunca viene mal probarlo y reventar paredes a saco. Plataformear con un taladro en mano nunca estuvo tan de puta madre.

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