Análisis: Limbo

Escrito por en Análisis - 2 septiembre, 2011

Nada menos que un año ha tardado en dar el salto desde el Xbox Live Arcade a PlayStation Network y a Steam ese juego tan pequeñito, tan bonito y tan todo llamado ‘Limbo’. Mucho se ha hablado del título de PlayDead Studios y puede que esta review llegue tarde para muchos pero, tal como se dice (o no) en esta ilustre casa: “nunca es tarde si el trolleo es bueno”. O algo así…

Empecemos fuerte: no se pueden perdonar los defectos a un juego indie por el mero hecho de serlo. Limbo no llega a la suela de los zapatos a muchos otros juegos alojados en las plataformas mencionadas sino que recuerda más a esos juegos gratuitos de flash que duran un suspiro, con la notable diferencia de que éste cuesta 10 euros (13 en PSN) y dura 3-4 horas, que tampoco es demasiado. A priori, no es lo más importante a señalar del juego pero es necesario dejarlo claro por si alguno lo dudabais.

Al menos, estéticamente resulta muy satisfactorio: estamos ante algo muy bien pensado y resuelto en su apartado visual. No son pocos los que han sido hechizados por esos fondos llenos de negros, grises y blancos, tan siniestros y perturbadores que agobian. Sería estúpido no reconocer que el juego consigue transmitir algo con sus escenarios, que pasan de los bosques a los entornos puramente steampunk, pero sin abandonar su negritud característica. Por otro lado, la casi total falta de música, dejando el protagonismo al sonido del agua, los enemigos y los engranajes mecánicos, ahonda más en esa atmósfera lúgubre y hostil.

Del mismo modo se puede calificar a la mecánica, como hostil, agresiva, que encaja perfectamente con la brusquedad de la historia. Así, estamos en medio de un lugar desconocido, repleto de trampas que tenemos que superar de salto en salto y de puzzles tramposos que tenemos que resolver para seguir adelante, muchas veces teniendo que medir los tiempos hasta el segundo. Desconocemos quién es el chico que manejamos o qué busca, pero a los pocos minutos sabemos una cosa: que vamos a morir muchas veces.

La mecánica, por tanto, se engloba dentro del ‘trial and death’, género que suele ser atraer a jugadores experimentados en busca de un reto (Super Meat Boy), si bien éste no es al caso. Limbo es fácil hasta prácticamente la mitad de su desarrollo, cuando sí se complica un poco y llega a resultar relativamente divertido. Si digo “relativamente” es porque de todos los puzzles con los que cuenta el juego, unos pocos me sorprendieron, otros pocos me gustaron y muy pocos me llegaron a parecer originales. En lo jugable, Limbo no me aportó nada: todo lo que veía ya me sonaba de algo, y eso no me divierte.

Y ahí está mi problema con el juego. Un apartado visual muy bueno pero una mecánica mediocre y poco original, un diptongo muy propio de esta generación de sobresaltos gráficos y antialiasing MSAA x8. Limbo es un producto que se presta más a ser visto que a ser jugado, algo muy malo para un videojuego y de lo que pecan gran cantidad de juegos contemporáneos. Compararlo con Braid, como he visto en demasiados sitios, casi es insultante. Es más apropiado compararlo con un Call of Duty.

Esto no quita que haya numerosas cosas que agradezco de Limbo, como un par de puzzles del final del juego o que hayan tenido las agallas de mostrar violencia infantil sin cortarse un pelo. Sin embargo, coincido en general con lo ya dicho por mucha gente: Limbo es “carne de rebajas” de Steam, por mucho que cueste 10 míseros euros.

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