Análisis: FIFA 12

Escrito por en Análisis - 13 septiembre, 2011

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Llega la nueva temporada de fútbol y con ella el nuevo FIFA. En El Pixel Ilustre no lo hemos probado y no creo que lo vayamos a hacer nunca, pero como no queremos ser menos que el resto de medios y esto del fútbol vende una barbaridad, hemos decidido que de este año no pasa sin que haya un análisis ilustre. En realidad esto es cosa mía y no lo he consultado con los otros redactores, por lo que a lo mejor ellos sí que juegan a juegos de pegar patadas a balones, pero es que hablar en primera persona del plural también se lleva muchísimo.

Como habréis podido adivinar, y si no lo habéis hecho deberíais daros un par de cabezazos contra la pared ahora mismo, los personajes de la cabecera son el Prosikito, Iván Campo y Amunike. «¿Por qué?» —os estaréis preguntando. «¿Qué razonamiento hay tras esta elección?» —masticaréis. Pues si os digo la verdad ninguno en concreto, pero me parecen tres personajes graciosísimos e idóneos para ilustrar cualquier cabecera relacionada con una entrada sobre fútbol, así que ahí están. Yo he disfrutado mucho buscando las imágenes, así que espero que vosotros hayáis disfrutado lo mismo viéndolas. Ahora seguimos con el análisis.

La mecánica de FIFA 12, sorprendentemente, consiste en utilizar a once tíos para pegarle patadas a una pelota e intentar colarla en una portería situada en el extremo de un campo bastante grande. Esto, que suena fácil de cojones, no lo es tanto, ya que enfrente tendremos a otros once maromos dispuestos a pegarle patadas no sólo al balón que nosotros queremos meter en la portería, sino a las piernas de nuestros jugadores. El giro inesperado que lo complica todo es que detrás de nuestro equipo hay OTRA portería más en la cual el equipo contrario podrá meter la pelota. Así que al final todo se reduce a una batalla campal en la que debemos liarnos a patadas contra pelotas y piernas por igual, con el único objetivo de introducir la pelota el mayor número de veces en la portería del extremo opuesto al campo en el que empezamos. Suena complicado, lo sé, pero tampoco es un Civilization.


Cada equipo tiene personajes especiales

Ya bueno, ¿pero qué hay de nuevo con respecto a las entregas anteriores? Pues a ver, si os digo la verdad, no he jugado mucho desde FIFA 97, así que os puedo decir que pese a tener mejores gráficos, que ya sabéis que para mí es lo de menos, incluye menos modos de juego. «¿Dónde demonios está el fútbol sala?» —me pregunto incrédulo mientras navego por los menús del juego. «Ah claro, que me lo quieren vender por separado» —no tardo en responderme como un idiota. Al margen de esta carencia, bastante importante y que por supuesto le va a restar una cantidad de puntos importante en la nota final, se echan en falta un mejor dominio de los regates. Si hace catorce años podía hacer ruletas marsellesas con Fernando Hierro, quiero poder seguir haciendo ruletas marsellesas con Fernando Hierro. No me vale eso de que «ya está muy viejo» o «no tiene la habilidad suficiente». ¡Y UNA POLLA! Fernando Hierro podía hacer regates de lujo en FIFA 97 y debería poder seguir haciéndolos.

Un punto muy negativo, pero muchísimo, es que el FC Barcelona es mejor que el Schalke 04. ¿PERO DE QUÉ VAIS HIJOS DE LA GRAN PUTA? El equipo de Raúl González Blanco debería ser el mejor del juego pero, por algún motivo, posiblemente para trolear y punto, no es así. Esto, que supongo que es un easter egg en plan graciosete que arreglarán con el primer parche, no hace sino quitarle otros dos puntos de la nota final. Porque queridos amigos, en El Pixel Ilustre nos encanta bromear con los catalanes, los andaluces, las tetas, los culos y los meriamigos, pero poca broma con Raúl o la podemos liar parda. Claro que para liada la de Macaco en la banda sonora. ¡Menos cuatro puntos en la nota final!

Así pues, mi recomendación es que saquéis vuestro FIFA 97 del baúl de los recuerdos y lo volváis a instalar, porque os lo pasaréis mucho mejor: tendréis a un Raúl González Blanco en todo su esplendor, a Fernando Hierro haciendo marsellesas, una física de balón menos realista pero más divertida y, en definitiva, una experiencia futbolística mucho más completa.

Un tres!

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