Retro Amor: Dynamite Cop

Escrito por en Retro Amor - 6 mayo, 2011


¿Recordáis esa perla de los salones recreativos de los noventa llamada Die Hard Arcade? ¿No? Quizás, si fuistéis la otra persona que junto a Kirkis se compró una Sega Saturn en España os suene su versión de sobremesa. ¿Tampoco? Sí hombre, ese juego de pegarse hostias con una organización terrorista en un rascacielos, en el que muchos vimos por primera vez los infames quick time events. ¿Os va sonando? Que sí coño, ese que tenía una pantalla en la que nos reventábamos la cara contra el cuerpo de bomberos mientras su camión nos disparaba con el chorro de agua. ¿Ahora sí, verdad? Pues el juego del que voy a hablar es su secuela.

Dynamite Cop, al igual que su secuela, salió primero en salones recreativos y, un año más tarde, en la sobremesa de Sega del momento, que por entonces era una recién nacida Dreamcast. Este es el motivo principal por el que, como podréis apreciar en las imágenes, el juego tiene un apartado gráfico de auténtica vergüenza si lo comparamos con otros títulos de la plataforma, como por ejemplo Shenmue o Soul Calibur. No obstante, si bien unos poligonazos caballunos no nos impiden disfrutar como campeones, la escasa duración heredada de la recreativa sí que supone un serio impedimento para la diversión, ya que el juego dura poco más de media hora y los únicos extras o incentivos que tiene para rejugarlo son galerías de arte bastante cutres y un juego desbloqueable de 1980 cortesía de SEGA. Por suerte el juego es un beat em up de los de toda la vida y hasta que no te lo has pasado al menos veinte veces no has terminado. En cualquier caso, con Dynamite Cop podemos aplicar el dicho de «lo bueno, si es breve, dos veces bueno».

Aunque os parezca increíble lo que voy a decir, lo mejor con diferencia de Dynamite Cop es su jodida historia. ¿Por qué? Porque nos pondrá en la piel de uno de los tres agentes especiales (uno de los cuales tiene un mono) encargados de rescatar a la hija del presidente de los Estados Unidos, que ha sido secuestrada por un terrorista-pirata mazao con una máscara biónica de hueso, que tiene a su servicio un ejército de piratas, travestis y carnavaleros que están dispuestos a dar la vida por el bien de la misión… la cual en realidad nunca está del todo clara, ya que nuestro amigo Wolf Hongo, que así se llama el interfecto, vuela el barco por los aires y escapa al interior de una isla que tiene forma de ¿pulpo? en la que viven caníbales mágicos, para momentos después intentar matar a la hija del presidente antes de negociar por ella, pero soltarte la siguiente frase al verse acorralado por tu presencia: «te estaba esperando. He cambiado mi cuerpo para destruirte«. ¿Qué quiere decir esto? A mí que me registren, pero es genial. Lo mejor de todo es que una vez lo matas, si te has pasado el juego junto a un amigo, el guión da una sublime vuelta de tuerca. La hija del presidente, con dos cojones, os dice que su padre sólo le dará la recompensa al más fuerte. Acto seguido ella se pone a bailar mientras tú y tu amigo os dais de leches. Todo para que al final, mientras escapáis victoriosos de la isla, tu personaje active un misil sin querer y la vuele por los aires. Que aprenda David Lynch

Historia aparte, que como habéis comprobado es sencillamente brutal, lo más llamativo de Dynamite Cop es su variedad de personajes. Y esta vez no es broma. En la mayoría de juegos modernos si te encuentras con cuatro modelos de enemigos te puedes dar con un canto en los dientes. Sin embargo, en esta pequeña joya de Dreamcast podremos encontrar decenas de ellos. Así de memoria, que yo recuerde, encontraréis lo siguiente: varios tipos de piratas masculinos y femeninos, hembras ligeras de ropa, pandilocos, hombres disfrazados de cangrejo, hombres disfrazados de tiburón, caníbales cuyos cuerpos se multiplican, ¡Punisher!, gente con armadura, un kraken (sí, el pulpo gigante de arriba), el único e inimitable Mask de Pedro (segundo al mando del final boss), rambo recién salido de la sauna, gordos de varios tipos, un cocinero loco, una gorda sadomaso, y… bueno, seguro que hay más, pero os hacéis una idea.

Claro que si hay enemigos a cascoporro, el tema de las armas no se queda precisamente corto. Dynamite Cop permite que usemos prácticamente todo lo que nos encontremos. Desde un atún gigante (sí, como en Yakuza 3), hasta hachas, metralletas, pimenteros, lavadoras, misiles tierra-aire o lanzas, cualquier cosa será susceptible de matar enemigos. En el lado contrario tenemos los clásicos objetos curativos, que en esta ocasión se dividen en botiquines y pastillas (nada especialmente original) y que curan aproximadamente una mierda de la barra de vida. Sí, no sé muy bien por qué, pero los objetos curativos no tienen mucho peso en este juego, en el que por otra parte somos testigos del deterioro físico del personaje a medida que lo van curtiendo. Al principio nuestro héroe estará con su traje de SWAT reglamentario… pero al final siempre acabará combatiendo en ropa interior.

Para terminar este repaso a uno de los títulos más gloriosamente extraños de Dreamcast, sólo me queda recordaros que a día de hoy la última consola de Sega se emula a la perfección, que en cualquiera tienda de segunda mano podéis adquirirla por algo menos de cincuenta euros, y que merece mucho la pena. Pensadlo de esta manera: os costaría la tercera parte que una Wii y tendréis como cinco veces más catálogo. Total, sólo por Jet Set Radio y Soul Calibur ya la tendríais amortizada. No lo dudéis niños, invertid en consolas muertas, son el futuro.

Dong Dong Never Die

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