Análisis: Assassin's Creed-Brotherhood

Escrito por en Análisis - 15 diciembre, 2010

En El Píxel Ilustre, Assassin’s Creed es a los videojuegos lo que la PSP a las consolas. Esté justificado o no, voy a mear un poco a contraviento para hablaros del último título de la prolífica saga de Ubisoft, compañía que tampoco es que sea precisamente de mi agrado, pero si a mí lo que me gusta es el jamón, me importan tres cojones la vida y la familia del cerdo.

Antes de empezar, pido disculpas por anticipado a los fieles lectores que esperaban un análisis cómico-destructivo de Assassin’s Creed: La Hermandad. Si los Dioses son favorables, algún día John Carca os dejará satisfechos. De momento, os pido paciencia.

El Mono Mongolo sigue reuniendo fuerzas para estar a la altura de los acontecimientos

La saga Assassin’s Creed empezó con mal pie: un juego con un nivel técnico sobresaliente pero con carencias a nivel jugable. No son pocos los que se quejan de la mecánica repetitiva y la escasa variedad de misiones que desembocaba en un notable aburrimiento. Desde que tengo la PS3 me ha llamado la atención, pero siempre me ha faltado un último empujoncito para hacerme con una copia y comprobar de primera mano si el juego es tan soporífero como dicen o no.

Que bonito…

Sin embargo, la segunda parte es otra cosa. El estar ambientado en el Renacimiento fue algo que lo hizo irresistible para mí. El Renacimiento es quizás la época de la Historia que más me fascina, tanto por la arquitectura, el arte y la escultura como por las intrigas de las familias florentinas como los Medici o los Pazzi. Que hubiera un videojuego que recogiera todas esas intrigas y las explotara a su manera me provocaba un hype terrible. Necesitaba tener ese juego y así lo hice nada más salió a la venta hace poco más de un año.

Cambiamos el azul por el marrón next-gen

Y no me arrepiento. Assassin’s Creed II fue un juego que me gustó mucho. “Trepar muros y dar puñaladas traperas” (©Andresito) por la Toscana me mantuvo enganchado durante un buen puñado de horas, tanto como para conseguir el trofeo de Platino y adquirir los dos DLC que salieron (llamadme gilipollas si quereis. Me lo merezco). Quizás si la saga hubiera empezado con la calidad de la segunda parte, estaría considerada de otra manera.

Las polladas del Animus y Abstergo: LO PUTO PEOR de Assassin’s Creed

Que al poco se anunciara la secuela, no me sorprendió en absoluto. Ya estoy acostumbrado a ver como las sagas mueren por combustión espontánea si tienen cierto éxito de ventas. Receloso, por el cacareado “enfoque multijugador” del que presumía Ubisoft desde que anunció La Hermandad, me hice con mi copia cuando llevaba pocos días a la venta (e hice alarde de ello en este mismo blog).

Ezio colándose en un concierto

Empecemos ya a hablar del juego en sí (menuda parrafada Candiliana me ha quedado). AC: Brotherhood es una secuela en toda regla del segundo Assassin’s Creed. Mientras que no pasa nada si no hemos jugado al primero para empezar el segundo, creo que es casi imprescindible haber finalizado Assassin’s Creed II para jugar a La Hermandad. Por varios motivos: el primero y más importante, nada más empezar nos meten un Spoiler como el Acueducto de Segovia de grande y nos cuentan el final de ACII.

Eso sí, los guardias seguirán esperando pacientemente su turno para ser degollados como corderitos

Como secuela, AC: Brotherhood mantiene casi todos los elementos que hemos jugado en ACII; básicamente, una historia principal que podemos ir alternando con las numerosas misiones y objetivos secundarios que encontramos dispersos en la ciudad de Roma, escenario principal de este juego.

¡Cañones! ¡Viva la pólvora!

Es de agradecer que, pese a reducir el escenario a una sola Ciudad (salvo algunas misiones aisladas en las que cambiamos de escenario), tengamos más diversidad de objetivos secundarios que en ACII: además de los Templos de Rómulo (el equivalente a los Lugares Secretos Templarios), tenemos las Torres Borgia, las Máquinas de Leonardo, los Agentes Templarios, la Conspiración de Copérnico, las Misiones de Cortesanas, los videos del Sujeto 16, los retos de los Gremios, reconstruir Roma… Tenemos a nuestra disposición un aluvión de chorradas para perder el tiempo… ¡Y no nos olvidemos de la recolección de basurilla correspondiente! 101 Estandartes y 10 Plumas están desperdigados por los tejados de Roma esperando que los recolectemos como laboriosas abejitas (por lo menos esta vez se han dignado a poner mapas a la venta que indican la ubicación de estos odiosos elementos).

Ezio y sus cachorros

Si esta variedad de misiones secundarias es la cara de la moneda, también tenemos una cruz. Para empezar, el modo historia es más corto que el de ACII: aunque no estoy seguro de cuánto tiempo he invertido en completarlo, seguro que es bastante menos de las 40 horas que dediqué al primer juego de las aventurillas de Ezio Auditore. También flojea el argumento: sin ser la hostia, la historia de Asassins Creed II, viendo como Ezio pasaba de ser un tirillas a ser el chuleta con perilla de La Hermandad, conociendo poco a poco a distintos miembros de la Orden de los Asesinos como Maquiavelo, el tío Mario o Caterina Sforza, con esos giros argumentales, traiciones, etc. era mucho más atractiva que el “hay que matar a los Borgia”, frase con el que se resumen todos los acontecimientos de AC: Brotherhood. Ni siquiera se han molestado en introducir nuevos personajes: todos los secundarios de ACII, Leonardo Da Vinci incluido, se han mudado a Roma para evitar a Ezio el engorro de hacer nuevos amigos. Cojonudo…

Nicolás Copérnico, el único personaje histórico nuevo

Además, AC: La Hermandad es ofensivamente fácil. No encontraremos en todo el juego ni la más mínima situación desafiante. Los guardias siguen siendo unos gilipollas integrales que esperan su turno para atacar y, las pocas veces que muramos, será por caer de muy muy alto antes de ser acribillados por los guardias. Por si fuera poco, dos de las novedades (la ballesta y los aprendices de Asesino) nos ponen las cosas aún más sencillas al poder acabar con los guardias y con nuestros objetivos a distancia. Vamos, que si nos apetece, no tenemos que ni sacar la espada para cumplir las misiones.

Y si conseguimos el paracaidas, no la palmaremos ni al despeñarnos…

Y eso sin hablar de los gráficos… Cuidadín, Graphic Whores, porque jugar a AC: Brotherhood hará que os piquen los ojos: no hay mejoría apreciable respecto a ACII y si los poppings de texturas, elementos del escenario y personajes fueran sonoros además de visuales parecería que estamos haciendo palomitas en el microondas. Y los caballos… Esos caballos, al lado de los animales de Red Dead Redemption, son una broma de mal gusto (especialmente la animación de la cola), aparte que el control mientras montamos es tan nefasto que la mayoría de ocasiones preferiremos ir a pata antes que a caballo.

Las comparaciones son odiosas…

Y como guinda del pastel, AC: Brotherhood está repletito de bugs y glitches. Pero no de los chistosos o de los que salen en Youtube pero no nos los encontramos jugando, sino de los chungos, de los que joden. Me salvé del bug del túnel de la muerte pero tuve que reiniciar misión (o salir del Animus) en tres ocasiones para arreglar el desastre: una vez me quedé dentro de un pilar de piedra, otra un guardia al que debía eliminar se quedó encallado en una zona fuera de mi alcance y la tercera pude ver como Ezio empezaba a levitar sin control y pude disfrutar de una pixelada panorámica de Roma. Mecagonsuputamadre.

Si PC Jesus tuviera un caballo, sería como éste

Y pasemos al modo multijugador Online. Iluso de mí, yo creí que el “modo multijugador” de AC: Brotherhood sería algo así como una versión moderna de Syndicate ambientada en el Renacimiento, donde facciones enfrentadas se mataban unos a otros. ¿Y que me he encontrado? La versión virtual del Pilla-pilla…

Tú la llevas, Verdugo!

El modo multijugador de AC: Brotherhood no tiene casi nada que ver con la historia (el único punto de unión es que los avatares de personaje son objetivos a eliminar en misiones secundarias), donde nos encierran junto a un puñado de jugadores más (hasta ocho) en un escenario limitado lleno de personajes iguales a nosotros y al resto de jugadores y, ¡hala! ¡A matarnos entre nosotros! En todo momento tendremos un objetivo y un perseguidor, o grupos de perseguidos y perseguidores según el modo de juego.

Los Village People del Siglo XVI

¿Divertido? Pues la verdad es que sí, pero creo que no lo suficiente como para desbancar a los diversos FPS’s que acaparan toda la popularidad en el multijugador online. Lo veo más bien como algo anecdótico, sin la suficiente entidad como para ser algo decisivo para comprar el juego o no. De todas formas, si alguien se anima a echar unas partidas (estas cosas entre amigos siempre son más divertidas) que deje su PSN ID en los comentarios e intentamos montar masacres EPI en AC: Brotherhood.

Haciendo el Trenecito Medievo Style

Entonces, los que temían que AC: Brotherhood tuviera un modo historia residual, tal como pasa con los FPS recientes, para dedicarse en cuerpo y alma al multijugador, pueden estar relativamente tranquilos. Aunque la historia es algo más floja que en ACII, los nuevos elementos hacen que el juego merezca la pena si te gustó el título anterior. Lástima de ese tufillo a juego hecho con prisas que rezuma de forma constante. Sé que prometí ponerle un 10, pero Kirkis me dijo que organizarían una colecta para regalarme la edición Coleccionista del Naughty Bear 2 nada más salga a la venta, así que le pondremos la nota que se merece:

Patito Feo: el juego más bonito es el "Mejor producto del año"

The Humble Indie Bundle 2 es GLORIA