DRM es el acrónimo inglés del concepto “Digital Rights Management” (Gestión de Derechos Digitales) y se refiere a cualquier tecnología de control sobre los derechos de autor de una obra digital, ya sea esta una película en DVD, un videojuego o una canción bajada mediante iTunes (atunes según Microsoft Word). Es un término que quizás el ciudadano medio desconozca, pero que seguro padece. Por eso, recomiendo al lector curioso que no pare de leer aquí y descubra algo más de un sistema de gestión de “derechos digitales” que trata al comprador como a un vulgar delincuente y no supone el más mínimo escollo para los verdaderos “ladrones”.

DRM, esa fea palabra

Escrito por en Artículos - 19 octubre, 2008

DRM es el acrónimo inglés del concepto “Digital Rights Management” (Gestión de Derechos Digitales) y se refiere a cualquier tecnología de control sobre los derechos de autor de una obra digital, ya sea esta una película en DVD, un videojuego o una canción bajada mediante iTunes (atunes según Microsoft Word). Es un término que quizás el ciudadano medio desconozca, pero que seguro padece. Por eso, recomiendo al lector curioso que no pare de leer aquí y descubra algo más de un sistema de gestión de “derechos digitales” que trata al comprador como a un vulgar delincuente y no supone el más mínimo escollo para los verdaderos “ladrones”.

Pero exactamente ¿qué son los DRM y cómo nos afectan?
Los DRM son una serie de mecanismos diseñados por empresas ajenas al autor original, que limitan o restringen el uso de ciertos contenidos que el comprador ha adquirido legítimamente. Algunas de sus características más comunes incluyen la detección y registro de quién, cuando y cómo accede a la obra o la capacidad de denegar el acceso a dicha obra si se cumplen (o incumplen) según que condiciones. Esta serie de restricciones afectan directamente a algunos de nuestros derechos más fundamentales como puedan ser el de la intimidad, el de realizar copias particulares o la presunción de inocencia. Para más inri, todo el dinero empleado en desarrollar e implementar estos sistemas de protección draconianos no salen del bolsillo de las distribuidoras, salen de nuestros carteras. ¿O pensáis que en el precio de la película, el disco de música o el videojuego no están incluidos esos gastos?

Algunas de sus características más comunes incluyen la detección y registro de quién, cuando y cómo accede a la obra

Habréis notado que en el primer párrafo he usado el término “ladrones” entre comillas. Esto no quiere decir que los que bajan películas, música y/o videojuegos sin pagar un duro sean menos ladrones que los que roban un disco en el Corte Inglés. De hecho, la gente debe empezar a entender esto, bajar una película que está actualmente en el cine y verla, equivale a colarse sin pagar… sólo que si te cuelas al menos la ves con una calidad decente. El problema de verdad viene cuando tras comprar un disco, descubres que no puedes pasar las canciones a tu mp3 o cuando tras comprar un videojuego, descubres que te está instalando un rootkit (especie de virus) sin tu permiso. Es entonces cuando las comillas aparecen sobre el término “ladrones”. Y es sin duda entonces cuando te preguntas ¿soy un ladrón por querer disfrutar sin restricciones de algo por lo que he pagado? Pues parece que sí. Supongo entonces que un buen amigo mío (guiño, guiño) es un ladrón, porque se compró un videojuego y más tarde se lo bajo ilegalmente para no tener que lidiar con un sistema anti-copia nocivo para su ordenador. Vaya un robaperas este amigo mío (guiño, guiño).

…bajar una película que está actualmente en el cine y verla, equivale a colarse sin pagar… sólo que si te cuelas al menos la ves con una calidad decente.

Hace relativamente poco tiempo y con motivo de la salida de Spore (un videojuego con más ruido que nueces), la controversia sobre los dispositivos DRM llegó a su punto álgido. El detonante: Spore viene con un sistema de protección que, entre otras cosas, sólo te permite activar el juego en tres ocasiones, después de esas tres activaciones es necesario llamar por teléfono y convencer al telefonista de turno de que no eres un pirata. La consecuencia: miles y miles de votos y comentarios negativos en Amazon, uno de los mayores distribuidores de videojuegos del mundo. La pregunta lógica: ¿es lícito pagar cincuenta euros por, lo que viene a ser, un alquiler? La mayoría de usuarios de Amazon piensa que no, yo opino igual. Otros sucesos bastante sonados son los de Sony BMG y Ubisoft-Starforce. Ambos tuvieron que recular debido a sus repugnantes y dañinos sistemas anticopia.

Podría extenderme bastante más, pero el objetivo del artículo no es hacer una radiografía del problema de los DRM, sino darlos a conocer y denunciarlos. Por eso, ahora que, más o menos, sabes lo que es un DRM (aún así lo mejor que puedes hacer si te ha interesado el tema es consultar la wikipedia) y cómo afecta a tu consumo de obras digitales, es TU decisión pasar o no por el aro. Yo desde hace un tiempo lo tengo muy claro: no compro ningún videojuego con DRMs agresivos o similares a los del arriba mencionado Spore. Si alguien quiere mi dinero, que no me trate como un ladrón; porque si me tratan como tal, lo más posible es que termine robando.

Anexo gracioso: las leyes de Andresito
Es robar cuando:
-Me bajo una película que está en los cines o en el Corte Inglés
-Me bajo un juego que venden en el Game.
-Me bajo un libro que venden en Fnac.
-Me bajo un disco que venden en el Gong.
-Voy al Corte Inglés, Game, Fnac o Gong y me meto cualquier cosa debajo de la camiseta.

No es robar cuando:
-Me bajo una película birmana de 1976 que nunca ha llegado y nunca llegará a España.
-Me bajo un juego antiguo que no venden en ninguna tienda… salvo eBay, donde un noruego pretenden cobrarme 70€ por un CD rayado.
-Me bajo un libro que no está editado en España o descatalogado desde hace veinte años.
-Tras comprarme un CD de música descubro que no puedo escucharlo en el ordenador y me lo bajo.
-Me bajo cualquier cosa que no podría robar normalmente en una tienda.

Descubriendo... (X)

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