Análisis: Maximus Action Carnage

Escrito por en Análisis - 21 febrero, 2013

Análisis: Maximus Action Carnage
Ahhhh… La nostalgia… Esa vieja loca que te recuerda que ya no eres un chaval y que te lo pasabas pipa con juegos que, bien mirados hoy en día, no son capaces de retenerte jugando más allá del recuerdo feliz (o no) que evocan… Por suerte, hay veces en las que en vez de una vieja, se te acerca una pelirroja bajita: no parece gran cosa pero resulta ser muy atractiva y fogosa cuando se desmelena, y te invita a pasarlo bien durante un rato, al estilo tradicional, con un buen hacer que ya quisieran algunas rubias de bote siliconadas.

Pues así es Maximus Action Carnage.

Retro Guay Pelirroja

…you know what i mean…

Así de sencilla se nos presenta la propuesta de nuestro paisano Bruneras (Bruno R Marcos): un juego como los de antaño, en este caso muy deudor del Commando de Capcom y similares (yo no puedo evitar recordar más que a a su clon bastardillo Who Dares Win II de Alligata, cosas de los 8 bits), que no oculta para nada sus intenciones ya que por si fuera poco, es el botón de muestra con el que Bruneras nos quiere presentar su actual desarrollo: Arcade Game Studio, un editor de juegos arcade con el que es posible recrear las recreativas que tanto dinero nos hicieron gastar a los que conocimos «los billares» y del cual hablaremos algo más dentro de poco ya que está a punto de salir del horno.

max_yoaquiveniaalodematar

…Yo es que venía aquí por lo de matar…

De hecho, el juego bien se podría haber llamado «CON DOS COJONES» porque vemos al principio que el bueno de Maximus Malone, que así se llama el protagonista, se coge él solo una lancha de desembarco y se mete en un no parar a masacrar soldadillos nipones, que para algo esto está ambientado en una isla del Pacífico en plena 2º Guerra Mundial.

El argumento tiene la misma importancia, o incluso menos, que la pantalla con las puntuaciones o los avisos de los distintos bonus que nos podremos encontrar durante la partida: lo que nos enganchará, sin duda, es el nivel de acabado y el mimo puesto en cada pequeño detalle. Todo parte de la experiencia de recreativa ochentera que comienza, como debe ser, con pequeñas pantallitas, hilando el viaje que nos espera.

No hay nada que explicar. Una mecánica que tenemos grabada a fuego se dispara en nuestro cerebro y movemos a nuestro personaje, bastante mejor con pad o palanca que con teclado, acribillando literalmente a todo lo que se nos pone por delante, que no es poco, mientras regalamos alguna granada afinando la puntería. Pasamos así desde el desembarco en la playa hasta lo más profundo de la jungla donde acabaremos con una base enemiga mientras sorteamos por el camino soldados, torretas y tanques. Destacar en este punto que los escenarios son muy variados, presentando todo tipo de situaciones y decorados dentro del tema.

Maximus Action Carnage

En cuanto a detalles y gráficos es un fiel homenaje al género

Fiel a sus orígenes de shoot’em up guerrillero, apenas podremos mejorar un par de veces nuestro arma y obtener más granadas (y tampoco necesita más), siendo a veces estas mejoras el cebo perfecto para nuestra codicia ya que más de una vez caeremos precisamente por eso y por buscar la máxima puntuación (como no, vida extra cada 10.000 puntos), perdiendo así dichas mejoras, lo que puede suponer decirle adiós a esa partida perfecta.

Como en todo buen arcade, cuando mueres sabes que es porque eres un miserable patán ya que los personajes salen siempre con los mismos patrones y también sabes que son tus reflejos los que no dan la talla porque el control está muy bien afinado y hasta las distancias entre puestos de ametralladoras, ciertos enemigos y el alcance de las armas y granadas está medido al milímetro para presentar la dosis justa de desafío (mención especial al final de la última fase, superarlo es toda una catarsis).

Maximus Action Carnage tiene su objetivo más que cumplido, su aspecto y presentación, gracias al gran trabajo de Bruneras con ARGS que demuestra de lo que esta herramienta es capaz y tanto su rabioso y melódico chiptune (aportado por Virt, autor también de la banda sonora de Retro City Rampage) como sus gráficos (Bruneras demuestra un dominio del pixel excelente), aun con sus forzadas limitaciones, lo hacen tan disfrutable como cualquier indie actual (que en el fondo también reclaman estas mismas mecánicas y sensaciones). De hecho uno no puede evitar recordar otro homenaje reciente: el del gran Locomalito con su estupendo Maldita Castilla.

Lo dicho, si te gustan los arcades rápidos con sabor añejo, es un acierto seguro, vamos, yo al menos no paré hasta terminarlo.

Ah, sí, análisis… err TOMA NOTA:

dude

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