The Human Side of Videogames vol. 3

Escrito por en Artículos - 12 mayo, 2010

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Gonorrea, sífilis, hérpes genital, papiloma. Estas enfermedades de transmisión principalmente sexual fácilmente evitables con el uso responsable del preservativo, son solo algunas de las que nuestro desinhibido personaje tuvo que incorporar a su lenguaje habitual. Tantos años de promiscuidad descuidada y escasa higiene personal no le salen gratis a nadie. Y a alguien como Larry Laffer mucho menos.

Desde pequeño y hasta los treinta y ocho años Larry vivió en casa de su madre. Siempre fue el típico «geek» rarito de la clase y nunca tuvo mucho éxito con las chicas, que ya en cuarto de primaria veían en él al ser bajito, regordete y, aunque no lo creáis, con entradas que llegaría a ser en la madurez. Cuando cumplió la veintena las cosas no mejoraron mucho: se hizo programador de videojuegos y se olvidó completamente de la existencia del sexo femenino. Sin embargo, a dos años de cumplir cuarenta algo cambió en el cerebro de Larry y de repente, si comerlo ni beberlo, se obsesionó con las tetas. Hasta tal punto se obsesionó que no podía concentrarse en el trabajo y lo despidieron. Así, viendo que su vida estaba girando hacia una dirección desconocida, Larry decidió pegar un verdadero volantazo a su existencia y lanzarse a la conquista de mujeres por todo el mundo.

Al principio las cosas no le fueron del todo bien, pero con su estilo setentero y su labia, Larry terminó metiéndose en las bragas de media Costa Oeste americana. Sin embargo a nuestro pequeño amigo no le gustaban los preservativos. «Eso de ponerte plastiquitios en la polla es de nenazas» – solía decir. Al final, claro, pasó lo inevitable. Cinco años y seiscientas mujeres después Larry tenía enfermedades venereas para parar un tren. Su pene cada vez se parecía más a un datil resecado que a una salchicha, y ya no había mujer que no saliese corriendo al ver el circo que se escondía en sus pantalones. Su vida sexual había terminado.

Ni sexo, ni mujeres, ni buena vida. Ni si quiera su aburrida vida anterior, Larry se había quedado solo. Solo con su deteriorado pene, solo con sus enfermedades, solo…

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Ni la crema te aliviará ya, Larry

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