¿Es tan mala esta generación?

Escrito por en Artículos - 16 diciembre, 2009

actualgeneracion

“Cualquier tiempo pasado fue mejor.” “Años atrás los videojuegos molaban más.” “Ya no se hacen cosas como las de antes…” “Antiguamente no se daban tan buenas notas”. Estoy cansado de escuchar esas frases cero sesenta tan presentes en el mundo de los videojuegos. Y es que la actual generación de consolas ha sido la más vapuleada de todas las que ha visto la Humanidad, pero ¿es tan mala como muchos quieren que pensemos? ¿No se hacen grandes juegos actualmente? ¿Por qué siempre andamos comparándolos con los clásicos de generaciones pasadas? ¿Acaso lo ‘vintage’ es siempre mejor por definición que lo que tenemos ahora?

Para comenzar esta reflexión de una manera gráfica, y salvando las distancias, los videojuegos son exactamente iguales que el cine. Nuestro amado –y al fin reconocido– arte no cuenta con tantos años de experiencia, pero ha vivido una evolución naturalmente más acelerada que la del celuloide. Los 2 y 4 bits corresponderían a los inicios del séptimo arte, al cine mudo, mientras que los 8 bits de la NES o la Sega Master System serían el comienzo del cine sonoro, ese que ya tenía un lenguaje algo más desarrollado pero que, a día de hoy, cuesta algo más ver porque su planificación, su montaje y su ritmo puede aburrirnos.

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Muchas personas huyeron despavoridas de la sala (recreativa) donde se puso por primera vez este juego

Después llegarían los gloriosos 16 bits de la Sega Mega Drive y Super Nintendo, la cuarta generación de consolas. Yo los compararía con el cine clásico, un cine vigente, más llevadero, que ha sentado bases y que es el referente a seguir para comprender y conseguir una buena producción en estos tiempos que corren. ¿Pero es el cine clásico el definitivo? Ni mucho menos. Las películas de nuestra década están consiguiendo logros inimaginables, demostrando que el séptimo arte todavía tiene mucho que decir, que puede sorprendernos.

Esto ilustra lo que quiero explicar a continuación, lo que atañe al equivalente a ‘cine moderno’ en los videojuegos. Y en ese saco podríamos decir que entran desde PlayStation, Sega Saturn y Nintendo 64 hasta la generación actual. Si bien en las dos generaciones de consolas anteriores a la actual (la séptima ya) hay títulos considerados clásicos, ¿por qué desde que entramos en la que nos presentó a la Xbox 360 y a PlayStation 3 no hemos hecho más que compararlas, casi siempre para mal? ¿No tenían fallos esos juegos? ¿Acaso estamos molestos porque Wii ha abierto nuevos horizontes y ha metido a nuestros abuelos en la partida? ¿Es porque no nos gusta que nuestras novias –o novios, siempre puede ocurrir al contrario- compartan nuestra afición y deje de ser una exclusiva de los hardcore gamers? ¿No nos damos cuenta de que lo que tenemos delante es, por mera evolución, mejor que lo de hace años?

Perdonadme por ser tan radical, aunque sepa que no es un hecho lo que afirmo. Todo esto viene porque estamos en una generación que ha sido llamada a ser la del hype, la de las actualizaciones, la de los juegos incompletos y criticada por ser una de las que más dieces ha visto desde que hay alguien poniendo notas en revistas y webs. ¿Y por qué no tendría que recibirlos? Es cierto que ahora sucumbimos, en muchas ocasiones, a la publicidad masiva que reciben algunos títulos en concreto, pero hay otros momentos en los que nos quejamos por puro vicio.

dont believe the hype

Lo que vengo a decir, antes de desviarme del tema, es que quizás todas esas notas tan elevadas que vemos se dan porque, realmente, hay buenos juegos que se las merecen. O también es porque ahora tenemos la suerte de escoger entre más candidatos que antes, esto es, que se producen muchísimos más juegos que hace diez años. Al menos esa es la sensación que me queda cuando salgo de alguna tienda especializada, mareado perdido de ver una infinidad de estanterías. Y al existir tanta oferta, por ende, hay más posibilidades de que aparezcan un mayor número de juegos destacados que en las consolas antiguas.

Y amigos, aquí está el objeto de mi reflexión, el que me ha movido a escribir un poco sobre el tema: hace años también había grandes mierdas videojueguiles, pero no se sabía de ellas. Aparecían de la nada, sin previo aviso, y te atacaban por sorpresa en la comodidad de tu casa. Que ocurra eso ahora es complicado, y aunque no mola tragarse veinte vídeos de desarrollo de la superproducción “X”, es mucho mejor que volver a esa oscura –aunque emocionante- época en la que uno tenía que escoger prácticamente por la carátula el cartucho que iba a comprar. Y sí, algún truño acabó colándose. Lo peor es que huelen más cuando descubres el pastel en casa y ya no puedes hacer nada por remediarlo.

Ahora tenemos a gente opinando, criticando y alabando juegos, y aunque no nos fiemos de lo que dice uno, siempre tendremos a otro con el que estemos más de acuerdo y que nos pueda guiar mejor en nuestra elección. Este es otro de los motivos por el que existen, también, muchas notas “hinchadas”. Antes no había tanta gente opinando sobre videojuegos, y por consiguiente no veíamos puntuaciones por todas partes. Cuando yo jugué a Sonic por primera vez, ni siquiera imaginaba que alguien pudiese decirme que esa experiencia era de diez, sino que ya me lo imaginaba yo solito. Ahora, sin embargo, encontrarás a cincuenta personas diciéndote que el DVD que vas a introducir en tu lector es una obra maestra o una estafa, cuando seguramente no sea ninguna de las dos. Que esta generación sea una locura en este sentido nos lo hemos buscado nosotros mismos, que queremos hacer de gurús y no somos nadie.

eternalchampions
Eternal Champions, gracias a Dios, pasó la criba de las carátulas y llegó a mi casa

Y como no somos nadie, tampoco deberíamos hacer caso de los detractores. Porque sí, siempre existirá gente que diga que todo lo ‘vintage’ era mejor, que lo que tenemos ahora no vale un duro y apelando al buen hacer de los videojuegos clásicos. Por supuesto que había muchos buenos, yo mismo los disfruté cuando era un crío, pero no era oro todo lo que relucía. Además, siempre nos dejamos llevar por el bonito recuerdo que tenemos en nuestra inestable memoria, pensando que aquel hack’n slash que nos pasábamos un día sí y otro también con los colegas era el mejor del mundo, o que ese plataformas en el que no hacíamos más que correr es insuperable, aunque hayan salido cerca de doscientos más igual de buenos tras su salida.

Lo peor de todo es que jugarlos ahora puede ser un auténtico suplicio. Hace unas semanas, sin ir más lejos, me descargué la versión de Altered Beast para Xbox LIVE Arcade y casi me caigo para atrás. Ya hace años, ese juego no era santo de mi devoción, pero tras leer un halago tras otro en diferentes blogs me decidí a probarlo de nuevo. ¿Cómo podemos decir que son tan buenos cuando están tan desfasados? Y perdonadme otra vez por soltar esta burrada, pero aunque en su día fuesen impresionantes ya no hay por donde cogerlos, y lo que me fastidia es que aún haya gente que los defienda a capa y espada frente a lanzamientos de este mismo año. ¿Es que estamos locos? A mí Streets of Rage 2 me sigue flipando, pero tras comprármelo en el mismo servicio mencionado antes me di cuenta de que ya no puedo aguantar más de dos partidas seguidas, cuando antes echaba tardes enteras luchando contra el barrio y embobado ante la pantalla. Lo peor del asunto es que me cobraron un riñón, pero eso es otro tema.

Otro ejemplo, sin retroceder tanto en el tiempo: hace relativamente poco desempolvé mi copia de Dino Crisis, un juego que tengo en un pedestal desde que saliese en PSX. Ahora me cuesta horrores moverme, disparar o esquivar a los malditos bichos, que siempre acaban mordiéndome. Casi que preferí no haberlo puesto ese día, pero me gustó bastante recordar a qué jugaba cuando todavía no existían los Modern Warfare o Halo. Clásicos como este sirvieron para establecer unas bases y seguir evolucionando, pero ¿de verdad tengo que creerme que son infinitamente superiores a lo que estamos comprando ahora? Porque sí, hay títulos como StarCraft o Diablo que, aunque pasan los años, siguen siendo divertidos, incombustibles y no se les nota el paso del tiempo, pero hay otros como el mencionado Dino Crisis al que cuesta coger de nuevo el tranquillo. Y no es nuestra culpa, es que ahora las cosas se hacen mejor porque se puede, porque las máquinas lo permiten y porque ya casi no hay limitaciones para los desarrolladores.

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Starcraft, el Christopher Lambert de los videojuegos

Ahora tenemos Fallout 3, que deja en bragas a sus predecesores y te permite explorar un mundo increíble, inimaginable en anteriores generaciones. Y es lógico y comprensible, ya que antes no se podía conseguir eso ni de coña pero se buscaba innovar en otros muchos aspectos. Lo que me deja de piedra es que esté jugando y llegue un conocido, se ponga a mi lado y diga: “bah, Fallout 2 sí que es la polla. Este está bien, pero el mejor es el segundo.” ¿Cómo? Seguramente fue la ostia, pero no entiendo ese agravio comparativo en el que tenemos que sacar a relucir cosas que pueden sonar casi absurdas cuando hablamos de dos juegos que, de no ser por el nombre, podrían pasar por independientes el uno del otro.

Lo mismo pasa no únicamente con títulos concretos, sino con géneros o estilos. Otra frase tópica que está de moda es la que sale a relucir con la salida de cualquier shooter: “aquí tenemos otro FPS genérico”. Eh, quizás sí, pero ¿por qué cuando vemos la perspectiva en primera persona ya empezamos a echar pestes sobre el juego? Aunque sea cierto, y por mucho que haya superpoblación y overbooking de este tipo de producciones tanto en consolas como en PC, son simplemente lo que se demanda, son el “estandarte de la séptima generación”. Cuando yo era pequeño sólo tenía en mi estantería plataformas, plataformas y más plataformas, y no me quejaba. Incluso me atrevería a decir que no había demasiadas diferencias entre ellas en el aspecto jugable, salvo casos excepcionales. Sin embargo, siempre se apela a los clásicos de estas consolas para malograr a la “morralla” que sale año tras año. Sólo hay que echar un vistazo al catálogo de cualquier plataforma moderna para darnos cuenta de que no es así, pero lo que se hace es apuntar a los que realmente son una desfachatez para valerse de esa frase manida: “antes los juegos molaban más”. Lo que más jode es que después no se haga al contrario y se saquen los trapos sucios de la amada Mega Drive o del “Cerebro de la Bestia”, que también los tuvieron.

Durante estos años hemos visto perlas como Portal, los propios Modern Warfare, Bioshock o Mirror’s Edge. Todos ellos son ejemplos de juegos con visión subjetiva del personaje, pero tan diferentes entre sí –e innovadores- que uno se alegra de que los desarrolladores se empeñen en utilizar las mismas fórmulas. ¿Tanto cuesta no criticarlos? Si se hace es, generalmente, porque uno está molesto con una mala compra, o porque se ha sentido engañado con lo que se prometía con tal lanzamiento. Pero esta generación es también la de Internet. Ahora hay demos, betas públicas, información y vídeos como para perder una jornada laboral entera. Y también bloggers que, con esfuerzo y dedicación, sacrifican un poco de su tiempo libre contando cómo les ha ido probando este y el otro título. Todo ello nos sirve para saber si nos van a doler los 60 euros que vamos a invertir. O 20, si es que compras fuera.

fallout 3
¿Cómo íbamos a imaginar hace 10 años que todo sería tan… tan… tan marrón?

Y toda esta parrafada viene a cuento de que me molesta un poquito, como al compañero Alex Súbaru (que me animó con su texto a escribir éste), que lo ‘vintage’ esté tan de moda, cuando la actual generación beneficia tanto a los juegos de corte ‘retro’ que están inundando webs, servicios de descarga y estantes de tiendas. Ahí tenemos Geometry Wars, que es lo más simple del mundo pero tan moderno a la vez, o el reciente Gravity Crash, que toma ideas ya vistas en el mítico Ugh! y le añade otras cuantas más para conseguir un resultado retroamoroso mucho más completo y original. Y también me molesta que no se valore una generación que, no sé por qué, se considera tan mala. Espero que compartáis mi visión, ya os he contado por qué no me lo parece.

Dejemos de ser tan hardcoretas y alegrémonos por el buen estado de salud de nuestro hobby. Estamos frente a una gran generación, la de Mass Effect, la de Gears of War, la de los sandbox cansinos (¡pero qué sandbox, oigan!); la de los Uncharted, LittleBigPlanet, Left4Dead y del multijugador para todo el mundo. Estamos en la generación que ha visto cómo la familia entera juega delante de la consola, con la consecuencia de los AnimalZ, LulZ e Imagina ser… que tanto nos gustan por aquí, pero que también va a provocar el salto –otro más- a un nuevo estilo de juego, el que nos traerán el Project Natal y el dedo de E.T. de Sony. Y también estamos en la época de los juegos indie de mayor calidad, ingeniosos y, lo que es más importante, accesibles como nunca antes lo habían sido. Yo me alegro de estar disfrutando de esta generación. Dejemos de escudarnos en el pasado y veamos de una vez lo que tenemos delante. Que no tengamos que esperar a que pase una década para andar diciendo que los juegos de antes, los que corresponden a este periodo, sí que son grandes juegos.

Una mirada a... Impulse

Dragon Age Journal (3)