La crisis llega al inframundo

Análisis: Unholy Heights

Escrito por en Análisis - 21 septiembre, 2013

Nunca he sido muy de entablar amistad con mis vecinos. Saludo con educación cuando veo a alguno y aguanto estoicamente con una sonrisa cuando intentan comentar algún suceso que, sinceramente, no le interesa ni a él, ni a mi. No entiendo muy bien esa necesidad de «comunidad vecinal» como concepto. Gente que apenas se conoce ni quiere conocerse y que tienen un fuerte deseo por crear relaciones vacías con los individuos que viven en puertas colindantes, ya sea en la misma planta, arriba o abajo. Quizás todo sea por hacer más bulto en los cumpleaños, yo que sé. En mi caso, no soy muy de ir a la puerta de mis vecinos a pedir sal. Ni tampoco he tenido nunca la típica vecinita de al lado. Quizás así hubieran cambiado algo las cosas. Bendita hipocresía.

Unholy Heights no trata específicamente sobre relaciones vecinales aunque un poco si que tienen que ver. Tomamos el papel del arrendador, ese hombre al que estereotipamos bajito y con muy mala leche gracias a la larga tradición de series y películas americanas. Nuestra misión es complacer a nuestros inquilinos haciendo que cada uno de los habitáculos donde residen sean de su agrado. De cuando en cuando nos irán reclamando ciertos enseres para que su felicidad vaya en aumento. Todo de manera muy sencilla: si tenemos dinero, les compramos nuevos muebles para que estén más felices y así puedan evolucionar en su empleo o conseguir pareja. Quien sabe, incluso es posible que su media naranja resida en el propio edificio de vecinos. Por eso es importante seleccionar que tipo de vecinos queremos en nuestra comunidad ya que algunos no se llevan bien los unos con los otros: los elementales no aguantan a los abisales y los demoniacos no pueden ni ver a los semi-humanos. Ah sí, se me olvidaba un pequeño detalle: todos nuestros inquilinos son monstruos y nosotros mismos tomamos el papel de El Diablo.

Unholy Heights

Visualizar la vida cotidiana de nuestros monstruosos arrendatarios es bastante sencillo gracias a la simple interfaz de la que hace gala Unholy Heights. Nos moveremos principalmente por dos tipos de pantallas: la principal donde observamos nuestro complejo vecinal y el interior de cada uno de los hogares que alquilamos, donde podemos ver la felicidad de los vecinos, al hacer un simple click en cualquiera de las puertas de nuestras casas. Todo muy simple y rápido. A golpe de ratón. Aunque observar el «cotidiano» día a día de nuestros monstruos puede ser interesante gracias a la sencillez antes comentada que nos convierte en un voyeur al puro estilo James Stewart en La Ventana Indiscreta, Unholy Heights no es simplemente un simulador de casero. También es un tower defense.

Los seres humanos solemos prejuzgar bastante por norma general. Ese «no hables con extraños» o «no aceptes caramelos de un desconocido» que nos han taladrado en nuestra cabeza desde infantes algún efecto ha tenido que causar en nuestra personalidad. Así que muchos de nosotros solemos rechazar lo desconocido con una mueca agria. Eso mismo ha ocurrido en el mundo creado por el estudio independiente japonés Petit Depotto: los monstruos han sido rechazados por la humanidad y El Diablo ha visto la oportunidad de negocio en el alquiler de casas a los repudiados seres. Pero los humanos no están nada conformes con ello así que visitarán nuestra comunidad vecinal de cuando en cuando para acabar con nuestros inquilinos y, de paso, coger la fresca panoja que guarda El Diablo en la parte superior del edificio. Dos pajaros de un tiro.

Unholy Heights a tope

Así que de cuando en cuando, o en cuanto nosotros mismos seleccionemos una misión, hordas de humanos intentaran asolar nuestra comunidad. La mecánica jugable cambia un poco cuando suenan la alarmas y entran en acción los guerreros, magos y demás seres del medievo. Los enemigos irán de un lado a otro de la pantalla, dependiendo de la cantidad de plantas que nuestro edificio posea, hasta alcanzar el botín que guarda El Diablo en el ático. Así que deberemos dejar salir a nuestros monstruos según nuestro antojo para que peleen por nosotros. Aquí es primordial ver de qué tipo de enemigo se trata y cuáles son las habilidades de nuestros compinches. Por ello también es importante seleccionar donde queremos que vivan los monstruos puesto que cada uno de ellos, según del tipo que sean, tienen fortalezas y debilidades diferentes así como tipos de ataque (melee o a distancia). Una vez hemos acabado con la amenaza, nuestros inquilinos vuelven a su día a día como si nada hubiera pasado.

esqueletoEsto es, a grandes rasgos, Unholy Heights. Un juego sencillo que mezcla una simulador de gestión más complejo de lo que a primera vista parece y un tower defense más básico. La propuesta es agradable ya que cuenta con unos gráficos muy cute y un mecanismo jugable que pillaremos a los primeros minutos. Quizás a la larga se puede hacer algo repetitivo ya que el modelo jugable es el que es y no hay más. Lo que pasa es que a mi no se me ha hecho aburrido. Puede que sea gracias a que aún no haya visto todos los monstruos que hay en el título ya que estos se irán desbloqueando según misiones o según el grado de felicidad que tengan las diferentes razas de seres que pueden habitar nuestras casas. O quizás sea porque siempre me sorprende con algo nuevo. Un ejemplo: tenía un inquilino favorito, un elemental de fuego, al que vi ascender en el trabajo, conseguir pareja, tener un churumbel, observar con lágrimas en los ojos como éste se convertía en todo un elemental de fuego… de todo. La única pega que tenía es que desde hacía semanas no podían pagar el alquiler. La crisis parece que también se cebaba con los elementales de fuego. Pero no me importaba, eran una familia imprescindiblepollo en mi comunidad puesto que se trataban de luchadores formidables. Así que incluso les rebajé el precio de la vivienda. Aunque perdiera dinero, eran un activo importante. Y joder, era la primera familia que tenía en mi edificio. Todo parecía ir bien hasta que una noche, los tres abandonaron la casa a hurtadillas, como buenos zorros. Y sin pagarme un chavo. Tras limpiarme los restos de lloros de mi rostro, aprendí una lección valiosa: no te fíes, ni te encariñes de tus inquilinos. Y más si se trata de elementales de fuego. Los prejuicios entran a escena otra vez.

Unholy Heights Japón

Unholy Heights ha sido una sorpresa agradable y probablemente sea uno de los vehículos por los que podamos conocer Playism, un distribuidor de títulos independientes japoneses que poco a poco va entrando en escena. Disfrutad de esta amalgama de géneros puesto que bien lo merece gracias a su sencillez, su simpatía y a su buen hacer.

nota unholy heights

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