Temazos ilustres #2: The Opened Way

Sabes que un videojuego es bueno cuando de todos y cada uno de sus aspectos te hace reflexionar, como es el caso de Shadow of the Colossus. Esa metáfora de la obsesión retratada a través del vacío y la inmensidad y con una jugabilidad emocional y orgánica está construida sobre su control, sus personajes y, claro, su música. Cualquier melodía se apaga al lado de The Opened Way, por su función y su significado dentro del juego.

«El camino abierto». Parece que la canción ya lo dice todo del juego, pero no es una canción de ambiente, todo lo contrario. La banda sonora creada por Kō Ōtani tiene un nombre propio para cada composición y es fácil guiarse por lo que el propio autor pensó con cada tema.

Los combates con los colosos son un cenit que se repite 16 veces y que se construyen alrededor de su puzle. Nunca se trata de la fuerza bruta de Wander sino de su aguante y tenacidad para soportar el rompecabezas de 40 metros al que se enfrenta. Y nuestra guía, además de la vista, es el oído, por momentos más necesaria que lo primero porque aunque vemos dónde está el punto débil, llegar a él no es fácil.

The Opened Way se activará como un resorte justo cuando hemos dado con la clave del puzle, ya sea subir por la espada del coloso para llegar hasta su cuerpo o usar un madero que arde para hacer retroceder a otro. Funciona como una señal: «Esto era. Ahora sigue». La melodía denota más entusiasmo en sus sonidos que tensión o solemnidad, como hacen las canciones propias de cada enemigo que la preceden. Así que no es de extrañar que frustre bastante verse cometiendo un error, caer del coloso y que la melodía desaparezca. Nos da la miel y nos la quita.

Es una idea brillante y que no veo tan utilizada como debería. El sonido como una guía, como un sustituto de los rótulos y las señales, es un mecanismo que funciona perfectamente y este ejemplo lo dice todo. La grandeza de esta canción en particular está en saber jugar con el sonido y la música, algo que solo supera Portal 2 (estamos hablando de juegos de altura, está claro) y su composición a partir de sonidos cortos y breves que están asociados a cada pequeña acción y que se llegan a confundir con efectos de sonido.