Retro - Análisis: Resistance 2

Escrito por en Análisis - 18 septiembre, 2011

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Soy un masoquista de la hostia y no tengo remedio, lo sé. Pero es que no puedo evitarlo. Me encanta torturarme con putas basuras infectas que harían llorar sangre a cualquier persona con buen gusto. Buena prueba de ello son mis análisis de Terminator: Salvation o Mindjack, dos subproductos de una manufactura lamentable que deberían ser desterrados para siempre del inconsciente colectivo, a los que les dediqué sendos textos llenos de amor. Por suerte, dentro de lo que cabe, con ellos iba preparado y sabía a lo que me enfrentaba. Con Resistance 2, sin embargo, los tiros me han cogido completamente desprevenido. Yo no estaba preparado para esto. Yo sólo quería tener el trasfondo suficiente para disfrutar la tercera entrega. Yo quería divertirme pegando tiros… sin más, pero no ha podido ser.

Sí, ya lo sé, el juego es de 2008, el juego es antiguo, hay que perdonarle cosas, hay que darle concesiones… ¡Y UNA MIERDA! Resistance 2 tiene menos de tres años y es una basura infumable. No hay por donde cogerlo en ningún aspecto. Lo más importante, que digo «lo más», lo único importante o más bien lo único que yo le pedía, que es una mecánica de disparos divertida, resulta ser un auténtico desastre. Por ello, y porque estoy seguro de que a nadie le interesa leer un chorizo sobre esta porquería, me voy a limitar a enumerar y resumir todos los elementos que me han hecho querer tirar el mando contra la pantalla en más de una ocasión. Empezamos:

– La inteligencia artificial enemiga sólo es superada en estupidez por la inteligencia artificial aliada. Hasta la polla he terminado de ver como soldados mutantes, situados al lado de mis compañeros, se ignoraban completamente entre sí mientras me freían a mí. En otras ocasiones, estando rodeado de colegas disparando en una misma dirección, he muerto descubriendo que por uno de los lados, defendido por un par de soldaditos, se cuelan los enemigos sin que ellos opongan la más mínima resistencia. Bien, muy bien.

– El diseño de niveles es lo más atroz que he padecido nunca. No es sólo que todo el juego sea un maldito pasillo enorme con algún que otro rellano, sino que todas las situaciones que tienen lugar en estos pasillos consisten en «eliminar a todos los enemigos». Literalmente. Hasta que no matamos al último monstruo no se abrirá la puerta de turno que nos lleve al siguiente segmento del pasillo. Esto está bien unas pocas veces, pero joder, que hasta el Terminator: Salvation hacía alguna concesión en este aspecto.

– Los enemigos son un despropósito. Los tres que más me joden, por motivos diferentes, son los que tienen un arma que atraviesa paredes y te impiden quedarte quieto detrás de ninguna cobertura mientras el resto va a por ti; los enormes que necesitan cuatro putos cargadores para caer, y los platillos volantes de mierda, que salen de veinte en veinte y si no tienes una escopeta son un coñazo de cuidado de abatir. Os parecerá coña, pero en la recta final del juego, que salen enemigos gigantes a porrillo, lo único que podía pensar al verlos era «no, joder, no, más hijo putas de estos no«.

– La campaña, la historia y los personajes son despreciables. Si hubiese un premio anual al personaje menos interesante del mundo de los videojuegos, Resistance 2 habría conseguido que todos los suyos empatasen con la máxima puntuación. Por suerte para el juego, gracias a eso ninguno parece demasiado terrible, y hasta carcasas vacías como Capelli se hacen mínimamente soportables. El desarrollo de la historia por su parte, es tan jodidamente absurdo que deja en pañales a la mítica narrativa de Modern Warfare 2.

– El juego funciona tan, tan mal, que antes de cada segmento de acción te tiene que soltar el tipo de arma exacta que mejor te vendría para afrontarla. Es decir, en lugar de dejarte elegir un tipo de arma y apechugar con tu elección, cada vez que entramos en nuevo pasillo encontramos tiradas por el suelo las dos más efectivas para lo que vamos a encontrar. En algunas ocasiones, especialmente en la recta final, estos frecuentes cambios de armas programados llegan a ser realmente estúpidos.

– Hablando de recta final y de cosas estúpidas, me resulta imposible no dedicarle un punto entero a como el mencionado Capelli se conoce la nave nodriza enemiga al dedillo y es capaz de guiarte por ella como si fuese un maldito GPS humano. Es una oportunidad de oro para dejarte explorar un poco… pero no, en su lugar te ponen a un soldado de mierda que, por radio, es capaz de guiarte a la perfección por una nave mutante mientras te abre las puertas por control remoto.

– Visualmente el juego es capaz de darte cáncer ocular. Sabéis que a mí los gráficos me la suelen sudar mucho, pero es que Resitance 2 es feísimo. No estoy hablando de poca carga poligonal o texturas de baja resolución, no, hablo de que es desagradable mirar a la pantalla mientras juegas. Esos tonos marrones y amarillentos se te incrustan en las retinas y resulta imposible sacárselos. ¡Hasta el agua es marrón! ¡En serio, el agua es marrón sólido!

Moraleja: no juguéis a Resistance 2. Han pasado sólo tres años desde su lanzamiento y, si ahora mismo tuviese que juzgarlo, diría sin dudarlo que es uno de los peores shooters de la generación. A los Call of Duty (por poner un ejemplo que todos conocemos) se les podrá echar muchas cosas en cara, pero al menos consiguen ser divertidos y funcionan tal como deben funcionar, esta basura no.

Un tres!

Mercadillo Ilustre Vol. 115

Raciones de EPIldoritas #40