Análisis: Yakuza 4

Escrito por en Análisis - 27 abril, 2011

Análisis Yakuza 4
Tras una estancia de aproximadamente cuarenta horas en el pintoresco barrio de Kamurocho —ficcionalización bastante fiel de Kabukichō, el popular barrio rojo de Tokio— puedo decir que hecho prácticamente de todo. He jugado a los bolos y a las máquinas de pachinko, he golpeado a policías y yakuzas por igual, he visitado clubes de striptease y enamorado a señoritas de compañía, he aprendido a mover las fichas de Shogi y a plantarme en el Chou-Han, incluso he aprendido una valiosa lección sobre qué llevar y no llevar en el bolsillo cuando planeas enfrentarte a hostia limpia contra un escuadrón de asalto SWAT. Son pequeños detalles, tonterías que dirían algunos, que conforman la punta del iceberg que es Yakuza 4.

Tal y como ocurría en la tercera entrega de la saga, con la que comparte abundantísimas similitudes a nivel gráfico y jugable, lo más importante de Yakuza 4 no es ni su guión ni su arcaica narrativa, sino la enorme cantidad de posibilidades que tenemos a la hora de pasarlo bien entre escena de vídeo y escena de vídeo, que pueden llegar a durar perfectamente y sin exagerar unos veinte minutos. En este aspecto, se podría decir que el título de SEGA se asemeja a cualquier JRPG convencional que se os pueda venir a la cabeza. Es decir, tenemos que hacer algo puntual, pero como no corre mucha prisa entre medias podemos dedicarnos a ir de bares, pelear con matones para ganar dinero y experiencia (que los niveles no se suben solos), hacer misiones secundarias (que también reportan bastante experiencia), o sencillamente explorar el mundo para descubrir todos los secretos que encierra, que no son precisamente pocos.

La mayor parte de los pasatiempos que podemos disfrutar en Yakuza 4 ya estaban presentes en el 3, por lo que no sólo no pillarán de sorpresa al «jugador veterano», sino que posiblemente lleguen a aburrirle si los ha jugado hace poco (tal es mi caso). No obstante, gracias a las quejas que recibieron las ediciones europea y americana de Yakuza 3, a las que se les echaba en cara la eliminación de numerosos aspectos marcadamente japoneses como la posibilidad de visitar los hostess clubs (bares donde hablar con señoritas de buen ver) o jugar a shogi entre otros minijuegos, en esta ocasión hemos recibido el paquete completo. Eso quiere decir que tendremos un buen número de juegos tan peculiares como el mencionado Chou-Han, que es el juego de dados al que juegan los yakuzas de todas las películas de samurais; o el extrañísimo Koi-Koi, que viene a ser un juego de cartas con dibujos al que creo que debe ser imposible aprender a jugar. Por no mencionar el creador de hostess, que nos permitirá diseñar y entrenar a nuestra señorita de compañía perfecta para intentar que se convierta en la número uno del local. Sí, como si fuese un pokemon tendremos que ponerle un nombre (apodo), vestirla, maquillarla, hacerle las uñas y enseñarle técnicas de seducción. No, no estoy de broma. Esto es real y puedes hacerlo. Si debes dedicarle tu tiempo o no ya es algo más subjetivo.

Yakuza 4

Lamentablemente, pese a tener unas posibilidades jugables acojonantes, Yakuza 4 padece un defecto que no estaba presente en la tercera entrega y que lastra mucho la experiencia final: historia y personajes son muy mejorables. La primera es descabellada hasta el absurdo y está tan llena de escenas típicas que no podremos evitar volver los ojos de vez en cuando. El típico disparo por la espalda desde fuera de plano al personaje que está hablando es un buen recurso para utilizarlo una vez, no cinco. Y en cuanto a los personajes, si bien podremos manejar a Kazuma —que sigue siendo tan glorioso como a lo largo de toda la saga— y al nuevo y genial Akiyama, también tendremos que padecer durante bastantes horas a dos personajes mucho peores, como son Saejima y Tanimura. Los jefazos finales, que evidentemente cada uno de los cuatro personajes jugables tiene uno, tampoco ayudan en absoluto, mostrando una ausencia de carisma francamente alarmante. A todo esto hay que sumar lo forzado que resulta en todo momento que las historias de nuestros cuatro protagonistas confluyan en un punto, haciendo en ocasiones auténticos malabarismos con un guión que termina inevitablemente en descalabro monumental.

Me gustaría poder decir que historia y personajes son lo de menos en Yakuza 4, pero no. Si bien es cierto que lo más divertido y lo que te mantiene jugando hora tras hora es la excelente jugabilidad, el elemento que debería darle cohesión a todas nuestras tropelías por el barrio de Kamurocho, que es una aventura entretenida y bien contada, falla. No es evidentemente un error fatal que convierta al juego en un peñazo insufrible ni mucho menos, pero sí que le deja en bastante mal lugar cuando lo comparas, inevitablemente, con la tercera y excelsa entrega, de la que por cierto podéis leer mi análisis aquí.

Yakuza 4 team

En el apartado técnico, Yakuza 4 es prácticamente igual a la anterior entrega. Desconozco si los modelos tienen algunos polígonos de más o de menos, o si las texturas están a mayor resolución, ya que el resultado final es básicamente el mismo: unas escenas no interactivas con un acabado casi sobresaliente, que contrastan con secciones jugables enteras bastante vergonzosas. Reitero que yo, como de sobra sabéis, no soy un experto en gráficos ni nada parecido, pero en Yakuza 4 hay texturas de Dreamcast. Por otra parte, la banda sonora me ha parecido especialmente buena… lo cual no deja de ser una putada, ya que Yakuza 3 venía con la banda sonora de regalo y este no.

En definitiva, la cuarta entrega de la saga Yakuza es un título notable. Divertido como de momento lo son todos dentro de la franquicia, pero con fallos lo suficientemente pronunciados como para que ni siquiera un final cargado de fan service pueda maquillar. ¿Te lo vas a pasar bien jugándolo? Sí. ¿Te vas a tirar, como me he tirado yo, cuarenta horas para conseguir algo menos del 40% del juego? Ni lo dudes. Una parte de mí grita con razón que Yakuza 4 es más grande, más bestia y más loco que su antecesor. La otra parte, sin embargo, bastante más racional y comedida, me recuerda que lo más grande no siempre es mejor.

Nota Yakuza 4

Encima recochineo

Bien, Sony, Bien