Retro Amor: Time Commando

Escrito por en Retro Amor - 29 marzo, 2011

time commando
Hace ya la friolera de quince años, Adeline, desarrolladora a la que espero poder dedicar un artículo como se merece en breve, lanzó al mercado uno de esos títulos de los que cada vez tienen menos cabida en el mercado actual de los videojuegos. Su nombre fue Time Commando, un proyecto nuevo que no pertenecía a ninguna franquicia y cuya plataforma original era el PC (aunque posteriormente recibió ports para Playstation y Sega Saturn). Un título valiente que, como todo lo que hizo Adeline, rezumaba amor y originalidad por los cuatro costados. Un grande de entonces, que por mucho tiempo que pase siempre será recordado.

La historia de Time Commando, que al fin y al cabo era un poco lo de menos, se situaba en un futuro cercano y nos ponía en la piel de Stanley, un agente del Departamento de Acción Especial para la Eliminación de Virus (currito de seguridad) cuyas únicas preocupaciones a lo largo del día consisten en jugar a videojuegos (al mismísimo Time Commando nada menos). Por desgracia para él y su plan perfecto, un hacker introduce un virus en el proyecto en el que trabaja su empresa que, atención, había creado un súper ordenador capaz de simular y recrear mundos virtuales en miniatura de los que extraer información sobre cualquier punto de la historia. El virus, por supuesto, provoca un fallo de funcionamiento que requiere la intervención del amigo Stanley, que en un giro del destino completamente inesperado es absorbido por una esfera de luz que lo manda directamente a la prehistoria.

En realidad el planteamiento es bastante más largo y complejo, pero como en la mayoría de juegos de la época, la sinopsis viene entera en el manual del juego a lo largo de cuatro gloriosas páginas escritas en un español macarrónico, de las que rescataré esta cita por los lulz: «Todos se fijan en la enorme esfera luminosa que ilena en el centro de la sala de control. Los terminales han desaparecido, absorbidos por la masa estallante y luego también los holoproyectores«. Entenderéis que, visto el panorama, intente resumir la historia lo máximo posible, ¿no? Pues eso. Al fin y al cabo, y como suele ocurrir en casi cualquier juego / película / libro sobre saltos temporales, lo mejor es tomarse el argumento con algo de humor y poca seriedad. Mucho más si lo ha traducido un mono borracho.

En cualquier caso, el guión no era más que una excusa para hacer viajar a Stanley y al jugador por distintas etapas de la historia, en lo que supone uno de los videojuegos con mayor variedad de escenarios que he tenido el placer de disfrutar. Porque sí, empezábamos en la edad de piedra tirándonos pedradas contra trogloditas, pero al poco tiempo visitábamos la época dorada de Roma, el Japón feudal de los samuráis y los ninjas, la edad media europea, la época de los conqusitadores, el salvaje oeste, las dos guerras mundiales, un futuro pandiloco de mujeres en látex, y el mismísimo mundo del virus. Lo mejor de todo, y lo que más marcado nos dejó a todos los que disfrutamos de Time Commando en su tiempo, es que cada mundo tenía sus cinco armas exclusivas. Es decir, que mientras que al principio del juego teníamos que matar gorilas con un palo de madera, a medida que íbamos avanzando podíamos recoger hachas, catanas, hechizos, revólveres, ametrelladoras… y hasta un yoyó asesino.

A esta variedad de escenarios, situaciones, armas y enemigos, le acompañaba algo fundamental que en aquella época todavía estaba algo verde: una buena jugabilidad con personajes en tres dimensiones. Y es que si nos remontamos un año atrás podemos encontrar al incomprendido Fade to Black (secuela del genial Flashback), en el que Adeline Software colaboró, y que tenía un sistema de control demencialmente malo. El juego por entonces era absolutamente rompedor por todo lo que ofrecía, pero para que os hagáis una idea del despropósito, si te agachabas delante de un enemigo estabas muerto. No porque te hiciese un ataque bajo, no, de hecho ellos se limitaban a disparar por encima de tu cabeza sin acertarte… pero claro, en cuanto te incorporabas te daban y estabas muerto. Por suerte, pese a que las partes de «plataformeo» eran algo complicadas, nada remotamente similar ocurría en Time Commando.

time commando 2

Por encima de la jugabilidad y la historia, había algo que a mediados de los noventa era importantísimo: los gráficos. Los primeros juegos con polígonos y elementos en tres dimensiones ya eran una realidad, y el que más y el que menos tenía dentro un pequeño graphic whore ardiendo en deseos de poner su Pentium 100 a tope de rendimiento. Y en este apartado, como habréis podido deducir por los vídeos, Time Commando también destacaba cosa mala. Para que os hagáis una idea, Duke Nukem 3D salió el mismo año. Imaginad mi cara y la del resto de prepúberes al ver los poligonacos tan majos que se gastaba la obra de Adeline. Por no hablar de sus primorosas escenas de vídeo prerenderizadas…

Time Commando fue un título grandísimo que, en su día, encandiló a toda una generación de jugones. Tanto es así que todavía recuerdo como si fuese ayer un cómic de la Hobby Consolas que fue galardonado con el segundo premio de… no se qué, que era simplemente una parodia de la historia del juego con, eso sí, unos dibujos muy currados. El resto de cómics participantes estaban dedicados a Lara Croft, Street Fighter y Dragon Ball, y el único que trataba un videojuego diferente era ese. Diferente y maravilloso, por cierto.

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