Análisis: Uncharted - El Tesoro de Drake

Escrito por en Análisis - 11 enero, 2011

Sí, ya lo sé, llego como cuatro años tarde a la fiesta. Pero como más vale tarde que nunca y Uncharted es una de las franquicias estrella de la negra de Sony, creo que no está fuera de lugar dedicarle un más que merecido análisis. Es más, gracias a este retraso podré valorar al juego sin estar cegado por un apartado gráfico que incluso a día de hoy se come a la mayoría de títulos multiplaforma. Así que perdonadme de antemano si ya tenéis una opinión formada y favorable sobre el juego, porque lo que vais a encontrar tras el salto quizás no os termine de gustar.

Uncharted, tal y como me lo vendieron antes de adquirirlo de segunda mano en un Gamestop por veinte euros hace dos semanas, era una especie de Tomb Raider divertido, con un protagonista carismático, una historia muy peliculera, y unos gráficos de infarto. Y bueno, si bien los puntos dos, tres y cuatro son bastante acertados: Nathan Drake es un personaje entrañable, el guión es de película de aventuras, y visualmente es un espectáculo (incluso cuatro años después, que tiene tela); el primer punto no lo es. Uncharted es un shooter corriente y moliente, ramplón por momentos y hasta cutre en contadas ocasiones. O lo que es lo mismo, un Gears of War descafeinado, pero con dirección artística… que visto lo visto no es poca cosa.

¡Pero Uncharted también tiene saltos y escaladas y momentos en los que tienes que usar el sixaxis para hacer equilibrios sobre un tronco! – me espetarán algunos. Sí claro, ya lo creo que los tiene, pero presionar un botón quince veces seguidas para ir saltando de saliente en saliente y de liana en liana no es exactamente mi idea de diversión. Llamadme raro o gafapasta, pero soy de los que sigue prefiriendo demostrar algo de habilidad en las plataformas. No al nivel de un Super Meat Boy o un VVVVVV, claro está, pero si al de, por ejemplo, Mirror’s Edge, donde al menos necesitamos usar las dos manos si queremos escalar una pared. No obstante, he de decir que aunque parezca estar haciendo una montaña de un grano de arena, esta «sencillez plataformera» tampoco es algo que me moleste sobremanera, aunque obviamente no me agrada.

Mucho más me molesta, sin embargo, una mecánica de disparo que me recuerda, lamentablemente, a la de Kane & Lynch 2: Dog Days: un sistema de coberturas pésimo que me ha costado la muerte en más de una ocasión, unos enemigos que son capaces de acertarte desde la otra punta del mapa mientras los dos corréis, y unos pechos de acero capaces de aguantar medio cargador de AK-47 como si nada. Al menos en esta ocasión he de reconocer que las armas apuntan exactamente a donde quieres, por lo que pese a sus muchos fallos, consigue ser medianamente divertido si, como yo, no eres muy exigente con los shooters y con tu tiempo libre. Eso sí, no quiero ni imaginarme la puntería que deben tener los enemigos en el último nivel de dificultad, porque en difícil han llegado a matarme de un disparo (con la magnum) desde veinte metros, estando yo detrás de un ametralladora fija. Casi na, loco.

Pero bueno, si hablo de lo malo de Uncharted como estoy haciendo, no puedo dejar de dedicarle una mención especial a ese capítulo doce titulado «Río arriba», que ha supuesto la peor media hora de juego de lo que llevamos de generación de largo. No sé a quién demonios se le ocurrió que algo así podría ser divertido, pero no lo es. Disparar barriles que te matan al contacto, mientras intentas manejar una moto de agua ingobernable y unos cuantos súper hombres te acribillan desde cincuenta metros, es de todas cosas menos divertido. Y lo peor, lo más grave de todo, es que el resto de niveles tienen un diseño bastante decente totalmente rendido a la jugabilidad, por lo que este aborto destaca especialmente.

Pero bueno, no todo van a ser palos para un juego tan laureado como Uncharted. Como ya he mencionado, tanto los personajes como el guión están muy logrados. Los primeros consiguen resultar lo suficiente carismáticos como para que te preocupes por ellos; y lo segundo, sin ser nada especialmente original, recuerda lo suficiente a una película de aventuras palomitera como para destacar sobre «la competencia». La única pega es que siendo precisamente este su punto fuerte, se echan en falta algunas secuencias adicionales en las que podamos ver desarrollarse la relación entre Nathan y Elena, un elemento tan clásico como efectivo que lamentablemente queda algo desaprovechado.

Por último, aunque no por ello menos importante, tenemos una selección de trofeos excelente. Como ya he dicho en alguna que otra ocasión, creo que los logros aportan mucha vida a un videojuego, y los de Uncharted son el equivalente a un maldito botiquín grande del Doom. El juego nos propone matar un buen número de enemigos con cada una de las armas disponibles, noquear malos en cuerpo a cuerpo tanto de forma sigilosa como a cascoporro, encontrar reliquias para parar un tren (que te motivan a explorar unos escenarios preciosos), y alguna que otra tontería oculta adicional que a la larga resulta muy satisfactoria.

En definitiva, y por si no tienes ganas de leer siete párrafos sobre un juego de hace cuatro años, te diré que Uncharted es un shooter en tercera persona mediocre. Un juego con sus virtudes y sus defectos que, pese a ser entretenido durante diez horas de aventura, tan sólo resulta divertido en momentos puntuales. Y eso, queridos amigos, es mucho menos de lo que esperaba del primer episodio de la franquicia estrella de Playstation 3. En un par de días comenzaremos con el dos…

NOTA: el análisis de Uncharted 2, por John Carca, lo tenéis aquí. No tiene desperdicio.

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