El debate sobre Bioshock Infinite

Escrito por en Artículos - 12 octubre, 2010

Cuanto tiempo amigos. A pesar de no haberme pasado por aquí quiero que sepáis que os amo a todos, Yonkykong incluído, pero dejemos de lado los sentimentalismos y vamos a debatir concienzudamente que aportará el señorito Kevin Levine con esta nueva entrega de Bioshock, que de momento queda bastante lejana, pero como siempre me ha tirado un poco el rollo masoquista y tal, he comenzado a hypearme seriamente con lo que Bioshock Infinite puede regalar a los amantes del original.

El anuncio disparó opiniones bastante dispares, y la nueva propuesta diversificó a los jugadores entre los que piensan que el cambio de aires –nunca mejor dicho- es una ofensa a los principios del primer juego de la franquicia y a los que han babeado como cerdos –entre los que incluyo- con el material que ha salido a la luz hasta el momento. Aparte de la visión personal que quiero aportar, me gustaría debatir con vosotros, ilustres lectores, sobre que cojones es “perder la esencia”. Veamos, ¿supone este cambio estético un insulto al concepto original?.

Amigos, si creeis que Bioshock trata exclusivamente de ciudades sumergidas, yonkis alterados genéticamente y buzos pederastas estáis pelín equivocados. Os han vendido el envoltorio y poco más. Las similitudes conceptuales entre el primer Bioshock y el Infinite son enormes. El concepto Bioshock abarca, en líneas generales, la concepción y materialización, en forma de ciudades impensables, de la convicción e ideales humanos. Un compendio de ideologías utópicas y de ciudadanos corrompidos por los límites exagerados de la ideología que defienden. Hablar de la riqueza cultural y conceptual de Bioshock llenaría páginas y veo en Infinite los mismos signos de innovación que ya nos regaló el original. Lógicamente, como en la mayoría de los casos, el primer impacto que nos llevamos hace unos años ensombrece un poco la aparición de un nuevo episodio en cualquier saga, pero tratadme de loco si digo que veo en Infinite todo el conjunto de elementos que hicieron de Bioshock uno de los mejores juegos de esta generación.

Es cuestión de gustos decantarse por la oscura ambientación acuática de Rapture o la limpia y resplandeciente Columbia. Son el día y la noche, y es inevitablemente sentirnos atraídos por una más que otra, de hecho, yo me pongo automáticamente palote con cualquier cosa relacionada con Rapture y su rollito me llena más que Columbia, lo cual no quiere decir que no haya flipado igualmente con la idea de ciudad flotante sobre las nubes, no me negaréis que es un giro de tuerca cojonudo, que puede molar más o menos, pero es arriesgado, algo que se echa de menos últimamente en el sector.

Los contrastes no son un simple capricho, ya que en el transfondo podemos apreciar como Rapture tenía un afán separatista y elitista, donde el hecho de acabar construyendo un mundo debajo del mar daba exactamente igual con tal de establecer unas normas propias basadas en la supresión de cualquier figura tanto religiosa como política. En el lado totalmente contrario tenemos a Columbia, la materialización del sueño americano, el patriotismo exaltado, xenofobia y demostración de superioridad por encima de los demás, y que mejor manera que plasmarlo que viviendo por encima del resto de mortales, como si de dioses se tratasen, concepto repudiado por Andrew Ryan, padre de Rapture.

Por lo tanto, luz y oscuridad, patriotismo versus independencia, dos escenarios opuestos y un mismo mensaje que no pierde la escencia. Paralelismos cojonudamente bien expuestos por parte del señor Kevin Levine que lo ha vuelto a conseguir, y que ha logrado dar a Infinite la seña de identidad que tiene que tener.

El segundo Bioshock ya dejó claro, que aunque Rapture es un lugar que puede dar mucho juego, el estiramiento de la idea podría dar lugar a futuros episodios faltos de ideas. Durante el desarrollo de la segunda entrega hubo mucho miedo a tocar e incluir novedades, aún así sirvió como un capítulo bastante destacable, con un nuevo punto de vista y ciertas incorporaciones interesantes, pero una revolución tanto estética como conceptual era necesaria, y han dado en el clavo. Toca esperar si todo este ciclón de buenas ideas se ve respaldado por una experiencia de juego acorde y un argumento capaz de hacernos revivir las húmedas vivencias que tuvimos en Rapture.

Y ahora queridos hamijos, a rajar del juego y aportad vuestras bienvenidas opiniones sobre el éxito que podría llegar a tener Infinite, o no.

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