Verano pixelado

Escrito por en Artículos - 12 septiembre, 2010

Un año más y como era de prever (no hay que ser ningún genio para llegar a esa conclusión), el verano toca a su fin y la gente se reincorpora a su rutina para cumplir con sus obligaciones; ya sea currar, hacer el paria, recoger la cosecha de marihuana o abordar ilusionantes proyectos. Para mí resulta una época dolorosa. Los días se acortan, el frío le come territorio a la torridez, las piscinas se clausuran y las chicharras nos abandonan. Sé que cada año es lo mismo, pero a mí este cambio siempre me sorprende y aturde durante un par de semanas… hasta que lo asimilo y me convenzo de que las otras estaciones también son buenas.

Y aquí estoy (en la foto de cabecera; en la piscina con un refrigerio en la mano, la DS en la otra y con el ejem stylus en la boca); apunto de escribir el típico artículo pos-veraniego tras un largo periplo vacacional que me ha llevado por varios rincones del país. Siempre, eso sí, cargando con un par de consolas y un puñado de juegos a cuestas con el fin de no volver con las manos vacías ante vosotros, ilustres lectores. Al margen de divertirme, obviamente. Las consolas elegidas para cubrir mis necesidades básicas de vicio diario durante mi escapada fueron The Game Boy Family (useasé GB tocha, GBA SP y NDS lite) y un par de PS2. La PSP se quedó en casa; ya que un paleta que estaba arreglando la piscina la confundió con un ladrillo y la emparedó sin piedad. Todavía por las noches puedo escuchar sus gemidos. “Biiiiiip, biiiip, biiiiip, biiiip”. Espeluznante. IPhone no tengo porque no vale la pena y es una vergüenza para la industria del videojuego y su pantalla táctil va mal y sus gráficos no son tan molones como cuentan y es una mierda que rebota y explota (reacción propia de alguien que no asimila bien la envidia gafapastosa).

En fin, sin más dilación, pasó a comentaros algunas pequeñas reflexiones de los juegos a los que me he viciado. Como podréis comprobar, son de lo más actuales.

¿Qué coño es Quarth? ¿Una mala copia de Tetris? ¿Un matamarcianos chungo? ¿Una mierda cuarteada y pinchada en un palo? Podría decir que ninguna de las tres cosas; o bien que lo es todo junto y a la vez pero quitando “mala”, “chungo” y “mierda” de la ecuación. Quarth, obra de Konami, propone un cruce entre el puzzle tradicional de completar líneas para eliminar bloques con el frenesí matamarciano del otrora más común de los videojuegos. Así de simple, así de efectivo. Quarth también tuvo versiones para MSX, Arcade, NEC PC-9801 y NES

un yutub vale más que mil palabras

Y ahora, ni corto ni perezoso, me auto-entrevistaré para despejar las posibles dudas de los indecisos:

Buenas tardes, ¿es Quarth un buen juego?
Sí.
¿Considera que se encuentra entre los imprescindibles de Game Boy?
No necesariamente.
¿Cuántas horas le ha dedicado este verano?
Entre 2 y 3, tirando a 2.
¿Qué es lo que más le ha gustado de Quarth?
Que se pueda escoger entre seis naves.
¡Fantástico! ¿En que se diferencia cada nave?
En nada.
¿Qué detalles más le han atraído de Quarth?
Que dejas el encefalograma plano y te vicias como un poseso.
¿Y lo que menos?
Que no tenga modo on-line. Hablando seriamente, el juego es un pelín monótono hasta que no alcanzas niveles de dificultad mínimamente elevados. Es por ello que recomendaría empezar a jugar en Level 2 como mínimo.
¿Lo recomendaría a sus amigos?
No más que otros cientos de juegos.
Hemos acabado; gracias por su atención y buenas tardes.
A usted, caballero.

Hablar de este juego de Data East es hacerlo de uno de los mejores plagios de la History. Los veteranos recordarán sus versiones para Arcade, Atari e Intellivision. Yo no y doy gracias al Hades por no haberlas conocido (aunque un juego que en su día fue promocionado por el niño de E.T. nunca puede ser malo. Ojo con el anuncio ; a mí me aterra que te cagas); ya que probablemente nunca le habría dado una oportunidad a esta sensacional adaptación para Game Boy Tocha.
A priori Lock’n Chase tiene el mismo carisma que un colchón poblado por una legión de pulgas. Plagiar el Comecocos es feo. Muy feo. Y más si conviertes al amigo Pacman en una suerte de Arsène Lupin y a los fantasmitas en polis zampa-donuts de poca monta. Polis y cacos… tan simple como recurrente y, a la postre, tan aplastantemente eficaz.
La mecánica es idéntica a la del legendario videojuego. Nosotros, la bolita tragona, tendremos que robar todas las monedas (antes cocos), bolsas repletas de pasta gansa (antes frutas) y diamantes (antes los chuflotes psicodélicos que convertían a Pacman en una bestia depredadora de fantasmas) a lo largo y ancho de un laberinto que irá ganando en complejidad a medida que avancemos niveles. En dichos laberintos (museos, bancos e incluso pirámides) deberemos sortear a los dichosos policías (llamados Stiffy, Scaredy, Smarty y Silly). Para ello contaremos con una serie de facultades e ítems (desde la creación de barreras efímeras o el uso de puertas teletransportadoras hasta despertadores que nos permitirán adormecer a nuestros perseguidores) que nos despejarán el sendero hacia la libertad, el lujo y la riqueza obscena.

A medio camino entre Pacman, Naranjito y Arsène Lupin

El cartucho mantiene sus virtudes intactas a pesar del paso de los años. Los sprites son lo suficientemente explícitos para dotar al temilla de una nota de humor; la acción es rápida y sigue siendo un buen juego para llevarse al baño. Lo único malo es que, como la mayoría de títulos del catálogo de GB, no se puede guardar y hay que comenzar la partida cada vez. La vida antes era dura.

Antes de finiquitar el apartado GB tocha, cabe decir que no soporté ni diez minutos a otro juego que recordaba con pasión: Adventure Island 2. Recuerdo un fantástico verano de 1992 en Barcelona, durante los Juegos Olímpicos (modo abuelo cebolleta: On), en los que me vicié de mala manera a este juego. No conocía la saga y el hecho de ser una especie de Mario, entre cavernícola y hawaiano, que podía montar dinosaurios de distintas razas y un monopatín (qué cosa más absurda) me llamó la atención sobremanera.

Yoshiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

Pues bien; no lo soporté. Pasé seis pantallas y, justo cuando me estaba sacando de quicio su extrema facilidad, la dificultad del juego se elevó hasta límites absurdos. Apagué la consola y me consolé afirmándome que los tiempos pasados no necesariamente fueron mejores. Al loro, no digo que sea un mal juego (todo lo contrario; al parecer está excelentemente considerado); sino que probablemente había sobrevalorado mi propio recuerdo.

Sólo por el moco-globo y el cocazo, ya vale la pena echar un vistazo

De GBA jugué básicamente a dos títulos. Uno pendiente que me recomendó Kirkis hace tiempo, cuando me quejé amargamente de la escasa calidad de los videojuegos sobre Dragonball (ni más ni menos que Dragonball Advanced Adventure) y otro muy muy muyyyyy mítico.
El primero no lo comentaré porqué me da palo precisamente Kirkis realizó hace na’ un maravilloso Descubriendo al que me remito.

El segundo es Super Mario Bros 3. ¡Ja! “De suma actualidad”, pensarán algunos payasos. “No y me la suda”, pienso yo. Este juego es como escuchar El lago de los cisnes de Pyotr Il’ich Chaikovsky o visionar Scarface de Brian De Palma; por muchos años que pasen, siempre emociona. Obviamente, los Marios posteriores le han superado en inventiva, paranoia colorista y extensión (ojo, no todos); pero pocos son los que pueden presumir de ser un videojuego que se mantiene intacto tras 20 años de vida (si exceptuamos el lifting nada molesto, cirugía de calidad, al que le sometieron para sus adaptaciones a SNES y ésta de GBA).
No voy a contar nada que no sepáis; así que lo mejor que podéis hacer es jugar a él de vez en cuando. Tanto si lo habéis catado como si os lo sabéis de memoria; nadie debería morir sin antes embutir a Mario en la Bota Goomba.

SMB 3 debería enseñarse en las escuelas

Y para aquellos a los que les pueda interesar, no. No logré finiquitarlo. Ni mi paciencia ni mis reflejos son lo que eran. Alcancé el quinto mundo (never silbatos, eso es de cobardes malandrines) y me quedé estancado en la séptima pantalla. No obstante, no cejaré en el empeño de alcanzar el octavo mundo y derrotar a Bowser una vez más.

La pantalla del delito

De Nintendo DS, pese a tener muchos cartuchos pendientes de ser jugados seriamente, opté también por centrarme en sólo dos. Uno de ritmo estresante con el que segregar adrenalina y otro de ritmo pausado que permita ir reavivando el McFly de las noches.
El primero, Henry Hatsworth y la aventura del puzzle, es ya famoso por ser uno de los grandes tapados / revelaciones del catálogo DS y uno de los escasísimos títulos de EA que merecen ser jugados una y otra vez. Puede que la frenética combinación entre puzzle y plataformas 2D tradicionales tiré pa’ tras a más de algún niñato asustadizo; pero hay que reconocer que la fórmula, sin ser nada del otro jueves, engancha más que la Coca-Cola. La parte de plataformas es sencillamente sublime. Al margen del correctísimo diseño de niveles, es con toda seguridad el juego de DS que más sonrisas tiernas me ha sonsacado. En gran parte debido a su despliegue de humor 100% british y algunos aspectos gráficos como los guiños al manga tradicional (esa especie de Mazinger que luce Hatsworth es calcado a los robots Hoipoi de Dragon Ball) y los seriales animados de los 60 y 70. Además el protagonista lleva monóculo.

Momentazos: Henry siendo arrollado por cien sopranos tipo Montserrat Caballé y enfundándose en su traje toriyamaniano

Lo poseo desde hace bastante tiempo, pero lo abandoné tras un molesto estancamiento en una pantalla intermedia del quinto nivel; ahora puedo proclamar con orgullo que ya me lo he pasado (siempre fui un poco tocho con las plataformas). Mision completed!

El segundo juego, el que me robó varias horas de sueño, es Final Fantasy Tactics Advanced 2: Grimoire of the Rift y porque Square Enix es tan maricona. “Menuda mierda”, dirán algunos. “Sí”, contestaré yo. Lo mío con este juego tiene delito. Es la tercera vez que lo empiezo y acabo (no es moco de pavo, cuenta con 301 misiones más otras que se van repitiendo y cada una lleva un mínimo de quince minutos de juego). Estoy de acuerdo con quienes afirman que FFTA The war of the Lions es el mejor juego de esta sub-saga; estoy de acuerdo con todos aquellos que proclaman a los cuatro vientos que la primera entrega para GBA fue mejor; al igual que lo estoy con aquellos que dicen “Advance Wars, Fire Emblem, Valkyrie Profile o Disgaea le pegan mil patadas en la boca”. Pero a mí este juego me relaja. Al margen de la placentera mecánica de los combates y del sistema de oficios, logra un efecto narcotizante sobre mi persona que me encanta experimentar durante las noches veraniegas exentas de cenas, fiestas o sexo salvaje. Enciendes el Ipod, te apalancas en un jardín, contemplas las estrellas, lías un buen McFly, lo acompañas de un Gin-Tonic, activas la DS con FFTA 2 y eres el fuckin’ king. (Al loro, si lees esto y eres menor deberás sustituir el McFly por un Frigo-dedo y el Gin-Tonic por un Cola-Cao. No quiero/queremos responsabilidades).

¡Combinación ganadora!

Esa combinación de factores y circunstancias provocan que al jugar a FFTA 2 vea una serie de cosas que otros jugones tal vez pasen por alto (me imagino que cada uno verá las suyas de una manera distinta). De hecho, hay grandes videojuegos que no requieren ningún factor externo para ser jugados y títulos no tan excelsos que, en caso de jugarlos bajo una serie de circunstancias, ganan enteros. Un ejemplo básico; si juegas a Dead Space en el sótano de una masía perdida en el campo, solo y de noche, es probable que te lleves más sustos y estos te causen mayor impacto que si lo jugases de día, en un ático soleado y acompañado por una despampanante chati que no deja de prepararte cocktails. Es decir, hay juegos que requieren ser jugados de cierta manera. Y para mí FFTA 2 necesita ser jugado con las reglas antes mencionadas.

¿Qué le encuentro de especial a FFTA 2? Me auto-entrevistaré otra vez para averiguarlo.

Buenas tardes otra vez, caballero.
Buenas.
¿Porqué le gusta FFTA 2?
No lo sé… es un cúmulo de factores difícil de describir.
Por lo que hemos averiguado, esta es la tercera vez que se lo termina… algo tendrá ese juego que le gusta tanto.
Mmm… sus gráficos son muy bonitos.
¿Bonitos?
Sí, me recuerdan a las nubes.
¿Nubes?
Sí, las de gominola. Parecen unos gráficos muy dulces, redonditos y blanditos. Bueno, y el diseño de los niveles es muy gustoso… y el colorido mola mazo. Y la isometría, tío… la vista isométrica mola. Aunque tampoco es para tirar cohetes… hay muchos juegos así, tío.
¿Le gustan los juegos en los que se debe elevar el nivel del héroe?
No necesariamente. ¿Qué clase de pregunta es esa, tío? ¿Tienes el graduado escolar?
Sí. Centrémonos en la materia ¡¿Algo le tiene que enganchar del juego?!
Mmmm… ¿Se imagina a un moguri equipado con una túnica de rayo que le lanza rayos mientras esboza una sonrisa macabra?
Suena terrorífico.
El horror, amijo, el horror…
¿Y?
Cuando me enzarzo en alguna misión de FFTA2 esas sensaciones me embargan, tío… veo visiones, me meto dentro del juego.
¿Como le sucede a Luso, el protagonista?
Noooooo. Luso es lo peor. Me irrita su diseño y el hecho de que no se reflejen en pantalla los objetos con los que va equipado. Además, yo siempre le cambio el nombre por el de Poldark. ¿Qué clase de nombre es Luso?
Le noto irritado…
Es que me pone a parir… Sí, en realidad FFTA 2 me revienta. No puedo con su discurso juguetón y relamido; sus tramas gilipollescas, su escasa dificultad, que carezca de modo on-line para enfrentar tu clan contra el de otros colegas… es una mierda, tío.
Una mierda a la que usted a dedicado 150 horas durante este verano. ¡Y por tercera vez! ¿Puede justificarlo?
No me gusta tu tono, amijo.
No era mi intención ofenderle, le reformularé la pregunta una vez más: ¿Qué es lo que más le atrae de FFTA2?
Pe-pe-pero tío, como puedes estar tan ciego. Abre tu mente, libérate, no lo analices todo con lupa. Relájate, toma asiento en plena naturaleza, lía un Kanouté, pon música o un DVD de Carl Sagan y mientras disfrutas del momentazo te echas una partidilla al FFTA2, leveando a los miembros de tu clan… así, tranquilamente, con la calma.
Ah… Bueno, pasemos a la siguiente pregunta. ¿Qué raza de FFTA 2 prefiere? ¿Humes, Moguri, Nu Mous… ?
El universo Final Fantasy me repatea la zona testicular. No lo soporto.
¿¿¿???
¿Porqué pones cara de gilipollas, dude? Conejos saltimbanquis, perros bobalicones aprendices de Harry Potter, lagartos canallescos, pibones con orejas de conejo, pollos frikis… ¿Qué clase de mente perturbada puede haber creado eso?
Creía que el moguri que lanzaba rayos le había llamado la atención.
No tío, no. No me llama la atención; le temo. Me aterroriza pensar en un conejo de cara imperturbable que, embutido en un traje ceremonioso, se dispone a freírte de un rayo de +18 PM con Poder Elemental activado.
Ya.
¿Sí? ¿Lo has captado, tío? ¿Al fin lo has captado?
Mmm, creo que sí. Pasemos a la siguiente pregunta.
Todavía más, tío. ¿Cuando dejarás de ser una espina clavada en mi culo, dude?
Enseguida acabamos. ¿Qué tema de la OST de FFTA2 le gusta más?
Una muy solemne que suena así (BSO FFTA2 http://www.youtube.com/watch?v=Py-nH49Xi9U).
Bien, directo y conciso. ¿Recomendaría este juego?
Depende. Entretiene si te gusta la estrategia por turnos a niveles poco exigentes; pero joder… hay tantos juegos, tío. Es perder el tiempo.
No acabo de entenderlo, usted le ha dedicado muchas horas. Debería entusiasmarle.
Joder macho, eres más cansino que Tomás Roncero con el Barça. ¡Que no, que no me entusiasma! Está bien para pasar el rato mientras te relajas en el jardín. Te exige poco; lo justo para jugar y querer seguir haciéndolo. Así a lo tonto. Sin más. No le des más vueltas.
Pues hemos acabado. Gracias, buenas tardes y hasta la próxima.
Que te den.

En algún lugar de Ivalice se esconde el puto moguri lanzador de rayos +18 PM

Y con este despliegue de esquizofrenia digna de Gollum zanjo el apartado de consolas portátiles y paso al de consolas de sobremesa. Dos Playstation 2. ¿Porqué dos? Una tan sólo puede leer el Pro Evolution Soccer 6 (el juego de batalla para toda la familia) y otra lee todo tipo de DVD’s de Play 2 menos el mentado PES6. Manda huevos. Al ser el juego predilecto de todos mis sobrinos, me vi en la obligación moral de cargar con ella. Y que coñe, a mí también me encanta jugar al PES. No lo negaré.

De hecho, el verano es la época del año que el PES más trabajo me da. Actualizar plantillas y editar jugadores siempre ha sido una de mis debilidades. Adoro acudir a foros como www.pesstatsdatabase.com y debatir sobre si el delantero de Angola se merece dos puntos más de stamina… estoy así de enfermo. Desde pequeño me desvivo por el fútbol internacional y, aunque acumular datos en mi cabeza sobre tíos en calzoncillos que chuten un balón sea una pérdida de RAM cerebral, también supone un buen ejercicio de memoria. Y es que, tras actualizar el PES 6, puedo citar de memoria los traspasos que se han efectuado en la Premier durante estos últimos meses. Toma vacile… inútil, lo sé. O no. No tiene precio ver la cara de sorpresa y entusiasmo de mis sobrinos al descubrir que Özil ya está en el Madrid, Villa se encuentra el Barça y cada equipo cuenta con su táctica particular. De esta manera también aprenden que para tener un buen juego de fútbol con el que jugar junto a colegas, no hace falta disponer del último PES o FIFA (que para mi gusto no alcanzan el grado de excelencia de los primeros PES de Play 2, si obviamos apartados técnicos, parecidos faciales y demás paridas); sino un poco de paciencia con el editor.

Editar botas… un pasatiempo lamentable y hamoroso (al menos de cara a mis sobrinos) al mismo tiempo

¿Y porqué el 6 y no el 3 o el 5? El 6 conserva lo mejor del 3 y el 5 (aunque su ritmo de juego sea un pelín rápido para mi gusto) y posee el suficiente número de equipos sin editar para añadir los equipos ascendidos o jugadores promesa. Tranquis, podéis respirar, ya dejo de daros la tabarra con una saga tan sobada como la de Konami.

Mis otros juegos estivales de PS2 han sido los dos God of War y Persona 4. De los primeros no hablaré, puesto que con la reciente salida de la tercera entrega hemos tenido dosis espartana hasta en el cubata. Tan sólo apuntaré las caras de flipe que puso un amigo, cuyo último contacto con los videojuegos había sido Theme Park, y mi sobrino (al ser menor de edad, no lo conocía… es un chaval legal y yo lo pervierto) al ver el juego, el diseño de los Anillos de Pandora o el maravilloso nivel introductorio de la segunda aventura. Kratos mola. Y me atrevo a afirmar que es el Streets of Rage 2 de la pasada generación.

Persona era una cuenta pendiente… puros deberes estivales cual cuaderno Santillana. Si hay un género que se me resiste más que otros, ese es el J-RPG. Me cuesta un huevo y parte del otro inmiscuirme en la trama, en hacer míos a los personajes. Siempre había sentido curiosidad por la saga de Atlus, y más tras conocer la devoción de Kirkis por ella. Así que, antes de partir hacia mi última parada veraniega, en el Ampurdán gerundense, opté por pillarme esta cuarta entrega… a ciegas, pero con fe.

Como el pollo de John Carca, pero con emos y japonesas pijas

Debo decir que, si bien no es el juego de mi vida, logró atraparme con ese rollo de llevar dos vidas paralelas. Me sorprendió la profundidad de los combates y la ingente cantidad de misiones secundarias por llevar a cabo. La trama está cargada de tópicos y pretensiones pseudo-filosóficas, pero me resultó lo suficientemente amena como para seguir dándole caña al mono. Resumiendo, un buen J-RPG que ha logrado aplacar mis fobias con el género. Al menos de manera momentánea. Eso sí, creo que ni siquiera he completado el 50% del juego.

Por último, dejando ya de lado las consolas transportadas, durante el verano me tropecé con dos Arcade dignos de mención. El hamado Cadillac & Dinosaurs, en el bareto de la piscina municipal de Hoyo de Pinares (Ávila) y el pinball Tommy. El primero, el jodido Sultán de los «yo contra el barrio», no necesita presentación. Mis ojos derramaron algunas lagrimillas al ver esa máquina original junto a la barra, mientras me disponía a reclamar con vehemencia unos calamares a la romana olvidados. No dejo de pensar que todos deberíamos tener un arcade en casa.

Dos juegacos que marcaron dos épocas; la del Pinball Wizard y la de Andresito en los salones recreativos

Respecto a Tommy, siempre fue un pinball que me llamó la atención debido a su parentesco con la película/opera de The Who. Posee un tablero muy bien diseñado, con múltiples accesos elevados y un buen número de zonas bonus que respetan la trama y el espíritu del filme. Además, que coñe, es el único pinball cuya temática es el pinball. Lo dicho… aunque sólo sea por estas dos maquinorras (y las tapas del bar Alonso, todo sea dicho de paso), ya merece la pena realizar una pequeña escapada a Hoyo de Pinares.

Hasta aquí mi verano pixelado… ¿Y el vuestro? ¿A qué habéis jugado? ¿A clásicos de toda la vida, a novedades de relumbrón?

Adiós al verano SNIFFF (tranquilos, salidos… en otoño también se podrán ver tetas)

Raciones de EPIldoritas #1

El humor de PC Jesus