Por un puñado de décimas

Escrito por en Artículos - 7 agosto, 2010

Esta mañana, en mi repaso matutino de noticias estúpidas relacionadas con la industria de los videojuegos, he leído que IGN ha cambiado por fin su sistema de puntuaciones. El resultado es que han pasado de tener una absurda, pero extendida escala sobre cien, a puntuar sobre veinte, que sigue siendo algo exagerado, pero menos descabellado. Ahora muchos de vosotros, que posiblemente incluso puntuéis vuestros juegos sobre cien, os estaréis preguntando «¿cómo que la escala sobre cien es absurda?». Y yo, que soy todo paciencia y me encanta hacer seudoartículos lloricas en los que me quejo de todo, os lo voy a explicar.

A ver, «miarmas», alguno de vosotros (que me consta que sois bastantes) puede decirme exactamente cuál es la diferencia entre un juego de 8,7 y un juego de 8,8. ¿Sí o no? Si la respuesta es afirmativa os pido por favor que lo escribáis en los comentarios junto a las diferencias entre 8,9 y 8,6. Si por el contrario la contestación es negativa, me podéis explicar en su lugar por qué cojones utilizar un sistema de medición tan absurdo y tramposo. Absurdo porque no tiene razón de ser lógica (como posiblemente acabamos de ver), y tramposo porque permite hacer lo que muchas páginas y revistas de videojuegos «populares» hacen, que es otorgar puntuaciones superiores a nueve (algo que encanta a las distribuidoras) sin mojarse en dar un diez (que son una especie de sello personal de cada portal), una práctica deleznable que muchos medios llevan hasta el auténtico ridículo. Y cuando digo muchos, son muchos.

Ahora quizás penséis que yo soy un exagerado y estoy sacando las cosas de quicio, pero lo cierto es que si queremos poder tomar en serio a un medio, primero necesitamos saber qué significan sus puntuaciones. Más aún cuando vivimos en una época en la que páginas como Metacritic reducen el contenido de párrafos y párrafos de opinión a sólo dos números. Dos números que determinan en última instancia la compra de un videojuego por parte de muchos usuarios indecisos, y que en el caso de las escalas sobre cien lo hacen sencillamente demasiado aleatorio. Por lo menos para mi, que sería incapaz de ver la diferencia entre un juego de 9,8 y uno de 9,9.

En las escalas sobre diez, sin embargo, tenemos las cosas bastante más claras. Cuando leo un análisis de Eurogamer y llego al final del mismo, además de intuir la puntuación (es lo que pasa cuando antes de mirar el número lees lo que hay escrito), sé que lo que me voy a encontrar me va a transmitir una idea muy concreta. Esto es algo que nuestro amigo (más mío que vuestro) PabloPein ilustró a la perfección en el blog personal del que lo rescatamos hace ya un par de añitos. Tenía, si no recuerdo mal porque el blog ya no existe, una pestaña en la que explicaba exactamente qué significaban cada una de sus posibles puntuaciones sobre diez. Elegante, práctico y sencillo: sin tonterías.

Llegamos por fin a las puntuaciones sobre veinte, es decir, las que juegan con los medios puntos. Estas, como ya he dicho en la cabecera, si bien me parecen algo exageradas en tanto en cuanto sigo sin ver una diferencia notable entre un juego de cuatro y uno de cuatro y medio, son notoriamente menos absurdas. Un ochenta por ciento menos absurdas para ser exactos. Por desgracia, todavía permiten al redactor jugar con notas como el nueve y medio, que prácticamente ha perdido todo su valor por el uso y abuso al que ha sido sometida.

Total, que toda esta pataleta es sencillamente para defender la gloriosa escala sobre diez (acompañada de un texto coherente que la fundamente porque si no apaga y vámonos), olvidada por la mayoría de grandes medios, que saben que a sus usuarios les encanta poder decir aquello de «¡Pero si le disteis un 8,9 a X! ¿Cómo se os ocurre darle dos décimas más a Y?»; y utilizada por las pocas publicaciones serias que quedan, que saben que un nueve es nueve, y que eso siempre será un sobresaliente.

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