El arte de ser malo

Escrito por en Artículos - 22 enero, 2010

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Ser malo no es nada fácil. No tienes amigos que te salven en el último momento, no te hacen descuentos en las tiendas, el populacho arde en deseos de verte muerto y las chicas te escupen a la cara. Son solo algunos de los inconvenientes que hacen de ser malo una tarea poco agradecida. Sin embargo, hay algunos videojuegos que han conseguido sobreponerse a estas desventajas y demostrarnos que el lado oscuro también puede ser divertido. ¿Queréis saber cuáles? Tras el salto los tenéis.

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Shin Megami Tensei: Lucifer’s Call
En esta obra maestra de Atlus, de la que ya he hablado alguna que otra vez, nos ponemos en la piel de un joven semi-demonio que, a lo largo del juego, deberá asesinar y someter a todo tipo de criaturas infernales o celestiales. La posibilidad de matar a los arcángeles de la Biblia o al propio Metatrón (la voz de Dios), se queda en un juego de niños cuando al final neguemos toda existencia humana durante un ciclo completo, con el fin de convertirnos en el líder de los infiernos y enfrentarnos a Dios. Casi na, mostro.

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Postal 2
Bien, pasamos de matar ángeles y semi dioses, a mearnos en los cuerpos en llamas de un montón de estúpidos pueblerinos; no está mal. El caso es que Postal 2, consigue hacernos pasar un buen rato (siempre en pequeñas dosis, eso sí) a base de recrearnos en el sufrimiento de unos desgraciados virtuales cuyo único objetivo es morir a nuestras manos de la forma más imaginativa y cruel posible. ¡Y vaya si podemos ser imaginativos y crueles!

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Carmageddon
El juego de Stainless Games marcó un antes y un después en lo que “ser cabrón” significaba en el mundo de los videojuegos. En 1997 nuestros corazones todavía eran castos y puros, pero llegó Carmageddon y nos enseñó la luz. Atropellar peatones y destrozar coches cenemigos era mucho más divertido que intentar no salirse de la carretera para llegar a la meta. Hombres, mujeres, viejas, niños, alces, perros, nadie estaba a salvo cuando el semáforo se ponía en verde. De nuevo, hacer lo que sabíamos que estaba mal era jodidamente divertido.

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El Templo del Mal Elemental
De esta pequeña obra maestra infestada de bugs también he hablado en otra ocasión. Y es que aunque el hilo argumental no sea nada del otro mundo, el sistema de juego es tan, tan bueno que da igual. A l largo del juego puedes ser un cabroncete, puedes pasar esa barrera y ser un asesino ocasional, también puedes ir al siguiente nivel y asesinar aldeas enteras, e incluso puedes ir tan lejos como para terminar el juego simplemente uniéndote al Templo del Mal Elemental. Y todo ello con el sistema de combate más divertido que nunca ha tenido y tendrá un juego basado en la licencia D&D.

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God of War
Kratos es un hijo de puta, de eso no hay duda. No solo mata a todo lo que se le pone por delante (salvo si tiene tetones, entonces se lo folla), sino que lo hace de la forma más cruel posible. Y por mezquino que parezca, en God of War, cuanto más crueles son nuestros ataques, más divertido es el resultado. Ya sea arrancando alas de grifos, destripando humanos o cegando cíclopes, nuestras acciones siempre son espectacularmente malvadas. Y con Kratos en el monitor, todo lo que sea hacer el mal y sembrar el caos es divertido.

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Fallout
Cuando digo Fallout, englobo los tres títulos principales de la saga, en los que de una forma u otra, podemos matar cientos de personas inocentes. Claro que matar inocentes es solo el principio, porque también podemos hacernos esclavistas y vender a nuestros compañeros, volar ciudades por los aires, envenenar poblaciones enteras, o asesinar al presidente de los Estados. Además, gracias al sistema de juego en general y al de karma en particular (sí, ya estaba en el primer juego), hagamos lo que hagamos, siempre resultará divertido. Es cierto que volar Megatón es más espectacular que hacer lo propio con Gecko, pero también tiene su encanto.

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Civilization IV
Esclavizar países enteros, sacrificar miles de ciudadanos con el único fin de construir nuestras instalaciones más rápidamente, declarar la guerra a otros países, conquistar y aniquilar otras civilizaciones, tirar cabezas nucleares sobre nuestros enemigos… Las posibilidades para ser un cabrón de proporciones épicas en Civilization IV son inmensas. Y aunque la estrategia por turnos pueda parecer un género aburrido, lo cierto es que la saga de Firaxis es lo más parecido al crack en el mundo de los videojuegos.

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Dungeon Keeper
En el juego de Bullfrog y Molyneux podemos crear y gestionar una mazmorra llena de criaturas del inframundo, con el único objetivo de matar a los héroes de turno. Así, guerreros, magos, clérigos y ladrones se encontrarán con la horma de su zapato cuando caigan en algunas de nuestras imaginativas trampas, y sucumban ante nuestras superiores hordas demoníacas. Por último, no sé si os servirá de algo, pero Dungeon Keeper ha sido y es el único juego de estrategia en tiempo real que me ha divertido realmente.

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Baldur’s Gate
En Baldur’s Gate, al igual que en El Templo del Mal Elemental o en Fallout, podemos hacer lo que queramos y cuando queramos. Y lo que es mejor, podemos ver sus consecuencias. Así, si nuestro grupo maligno decide que no quiere pagar los abusivos precios de la posada, podemos matar a todos los presentes; pero tendréis que asumir que los rumores sobre vuestras fechorías no se extenderán por toda la Costa de la Espada y, muy posiblemente, acabéis acosados por el Puño Llameante y sin poder comerciar. Una pena que podamos solucionar esto donando dinero, una auténtica pena.

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Katamary Damacy
Aquí os he dejado tolocos. Y es que en Katamary Damacy encarnamos a una especie de extraterrestre muy mono, que al principio se conforma con crímenes menores como robarnos el mobiliario o la comida, pero que al final se pone a revolear edificios enteros llenos de personas. ¡Demonios! Si en una de las fases del primer Katamary coges a todos los alumnos de un colegio y los pones a dar vueltas mezclados con elefantes y coches. Como para que sobrevivan los pobres desgraciados…

Podría haber incluido algún que otro juego más, pero he intentado limitarme a los juegos que sé, desde mi experiencia personal, que son divertidos. Títulos como Overlord o Destroy All Humans no me parecen especialmente divertidos; mientras que en otros como Disgaea, simplemente no eres malo: eres un buenazo con el título de príncipe de los demonios. En cualquier caso, si conocéis más, no dudéis en dejar vuestra aportación en los comentarios.

Trucazos antológicos

Final Fantasy I y II en el IPhone