Retro ¿Amor?: Sonic 3 & Knuckles

Escrito por en Retro Amor - 29 febrero, 2012

Retro ¿Amor?: Sonic 3  & Knuckles
Ay, la nostalgia pajeril-nocillera. Qué rebonicos eran aquellos juegos en los que nos pasábamos las tardes tras habernos dejado nuestros buenos cuartos en unos cartuchazos del quince. Qué grandiosos fueron todos los Sonic de Mega Drive, sobre todo el que se apellidaba 3D, una obra maestra que nos hizo olvidar para siempre a esa bazofia que iba a llamarse Sonic Xtreme. Sonic 3 & Knuckles, el primer  juego de Lego (tutumchasss), aunque no alcanzaba su maestría, también tenía lo suyo.

Sí, hoy toca vomitar sobre el tercer y cuarto cartucho del erizo azul, pero antes de nada, volvamos un poco  atrás en el tiempo. Seamos claros: Sonic The Hedgehog y Sonic 2 fueron dos señores titulacos. El primero de ellos interpretó a su manera las bases del género plataformero, elevándolas a la enésima e impepinable potencia. Por decirlo de alguna manera, tomó una receta original y, habiéndole añadido algunos ingredientes marca de la casa, formó un cóctel molotov brutal. Sonic 2, por su parte,  recogió su testigo y se sirvió del elemento básico del erizo –la velocidad- para darle un poco más de frenetismo y agresividad al  estilo de juego de la serie. Y muy acertadamente,  por cierto, ya que el Sonic Team no traicionó las señas de identidad del  puercoespín al añadir el spin dash, movimiento ya característico de Sonic.

Sonic 3 & Knuckles, por el contrario, no está a la altura de sus predecesores. Antes de que se me lancen a la yugular, no me malinterpreten, no es que sea una puta mierda, ni  mucho  menos, pero tampoco es para tanto. Y no lo es porque a veces está bien añadir cosas nuevas a cualquier comida, pero no mezcles chocolate del Día con jamón de Jabugo, subnormal. Lo malo llega cuando no sabes parar y, desgraciadamente, considero que a Yuji Naka e Hirokazu Yasuhara (productor y director respectivamente) se les fueron las cosas un poco de las manos.

Si algún punto hay que achacar a Sonic 2, Tails es el blanco perfecto: monigote adorable que es capaz de acceder a sitios puñeteros porque vuela gracias a sus múltiples colas. No jodas, no había manera más sutil de decir “con esto es mucho más fácil pasarse el juego y reventar el concepto de plataformas, guapo”. En SEGA –que para muchas cosas eran y son un poco parguelas, pero para otras no tanto- no quisieron repetir la estrategia. Al menos no del todo. Esta vez no se iban a presentar peluchines amanerados, sino un equidna con un aspecto incluso más agresivo que su, en un principio, azulado enemigo. Knuckles tiene formas más molonas que el colas, pero en términos jugables no es más que un Tails suavizado. No puede volar y por ende plantarse en cualquier sitio al que Sonic no llegue, pero es capaz de planear y escalar, con lo que muchas paredes verticales se convierten en meros trámites: clavamos nuestros cuerno-puños y listo, todo resuelto. Otra hostia al concepto de lo que supone Sonic.

Otro punto que no me gusta ni un pelo es el de los power-ups. Especialmente la bola de fuego y la eléctrica. La primera de ellas evita que los ataques de fuego ajenos puedan afectarnos, perdiendo así los anillos. Esto se hace patente en fases como Lava Reef Zone o Flying Battery Zone, donde, si tenemos un poco de cuidado, no tendremos que preocuparnos demasiado de varias de las trampas que encontramos a nuestro camino. Si ya de por sí de esta manera se jode un poco el hecho de preocuparnos por jugar bien, por plataformear, una vez empezamos a utilizar el ataque frontal que puede realizar el puercoespín gracias a este power-up, la cosa ya revienta del todo. Únicamente abusaremos de las facilidades que nos proporciona, ya que con un poquito de pericia nos pasaremos las fases volando, y yo considero que eso es una señora bazofia.

Por su parte, la bola eléctrica también tiene lo suyo. ¿Cuál es una de las características principales de los Sonic? ¡Recoger anillos, coño!. ¿Qué cojones hace la susodicha bola? ¡Recoger los anillos por nosotros! YAY. A modo de imán, esta atrae todo arito metálico que se acerque a cuatro píxeles de nosotros, lo que facilita enormemente la recolección de los mismos y la obtención de vidas. ¿Dónde quedó el  arriesgarte por unos míseros anillitos con tal de ver que el marcador de estos llega a cien? ¿De verdad era necesario facilitar las cosas tanto en este apartado?

No hay que ser muy listo para darse cuenta de ello, pero todas estas pataletas de niñato vienen a cuento de  que, por mucho que se venda a Sonic como un personaje con el que hacer el cafre (cosa que desgraciadamente se ha extendido como un virus a muchos de los últimos títulos del erizo), con este también hay que ser hábil, porque en aquellos dos primeros jueguicos también primaban el salto cuidado, el timing y la recolección de anillos de manera “por parte del jugador”. Soy consciente también de que un personaje-serie-lo que sea no puede quedarse en punto muerto y que debe cambiar con el paso del tiempo, pero sencillamente, no me convence lo que presenta Sonic 3 & Knuckles.

Con todo, uno sabe reconocer que esta obra tiene sus también pros. Dos cartuchos dan para mucho, por lo que es un juego largo, muy largo. Gráficamente continúa acertadamente la linea de los juegos anteriores y presenta nuevos efectillos la mar de apañados. Aparte, cuenta con una pechá inmensa de fases, cosa que se siempre se agradece, amén de una banda sonora genial en la que destacan pistas como Ice Cap Act 1 o Flying Battery Zone Act 1, teniendo esta última un bajo orgásmico.

Resumiendo, no es el mejor Sonic, ni tampoco es un mal juego, pero para mí, en este “cartucho 2×1” se encuentra el primer punto de inflexión en la caída de la franquicia. Sonic The Hedgehog y Sonic 2 quizás no sean tan extensos como este título, pero jugablemente pienso que rocían con una lluvia doradísima a esta tercera entrega. Puede que sean más simples,  pero precisamente por ello, en lugar de presentar florituras demasiado estúpidas, acaban siendo más agradables, más Sonic.

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