Retro Amor: Gauntlet

Escrito por en Retro Amor - 8 septiembre, 2010

En nuestro mundillo, podriamos definir el adjetivo “clásico” como un calificativo de originalidad, acuñado a los videojuegos que se han erigido como un modelo a seguir, un ejemplo de buen hacer y, sobretodo, juegos que permanecen frescos y entretenidos tras el paso de los años, o como es el caso, décadas. Creo que es difícil discutir que Gauntlet merece con honores el calificativo de “clásico”

Para los dos o tres que no deben saber de lo qué va el juego, en Gauntlet tenemos al póker de ases de la fantasía épica: Thor el guerrero, Thyra la valkiria, Questor el elfo y Merlín el mago (no se estrujaron mucho el coco, la verdad), cuatro personajes, cuatro, cuya diferencia radica en distintos valores de ataque, magia, movimiento y armadura. Cogemos a los aventureros, los metemos en un laberinto plagado de monstruos y ¡a jugar!

¿Para qué queremos un bardo o un ladrón? Aunque un clérigo sanador hubiera ido de puta madre

Nada más simple que esto: en Gauntlet no hay aumento de habilidades ni experiencia, ni mejoras de armas y armaduras, ni final bosses, ni argumento… Ni final… Gauntlet es una misión suicida de aventureros, un viaje hacia una muerte segura en un amalgama de niveles aleatorios… Nuestra misión es hacer de ese viaje un trayecto cuanto más largo mejor.

Así eran los fantasmas de dentro de Gauntlet. Los de fuera era los que decían que se lo habían pasado con su primo

De hecho, solo con apreciar el detalle que nuestro nivel de HP va bajando sin pausa a pesar que no estemos luchando, ya nos da una idea que nuestro tiempo está contado, que Gauntlet es una experiencia contrarreloj, cronometrada con nuestra vida como arena que se escurre en un reloj. Los cientos de enemigos, tan variados como fantasmas, trolls, demonios, dragones o la propia muerte, la que no nos dejará tranquilos hasta que no nos drene 100 HP, no nos pondrán las cosas fáciles y no dejarán de acosarnos hasta que no destruyamos sus guaridas y encontremos la salida hasta el próximo nivel. Una huida hacia delante en toda regla.

La cosa puede llegar a ponerse muy chunga

Y no olvidemos a nuestro peor enemigo. Y no es la Muerte antes mencionada. Nuestra némesis será la persona que se siente a nuestro lado y comparta la partida con nosotros. Gauntlet es de esos juegos que sacan la peor parte de la gente y se convierte en una lucha encarnizada por los regeneradores de salud y las pócimas de magia. No solo por cogerla, sino que podemos ser tan despreciables como para disparar a los ítems y destruirlos, gritando la recurrida frase “¡¡O es mío o no es de nadie!!”

Mira que bien se lo pasan… Espera a que lleguen al nivel 10 y correrá la sangre

Todo esto hace de Gauntlet un juego divertidísimo, un juego ideal para compartir en compañía y cogerse un cabreo monumental de esos de apagar la consola gritando otra frase de libro «¡¡El juego es mío y lo apago cuando quiero!!». Un juego que, no en vano, tras concebirse como un Arcade, se convirtió a la mayoría de sistemas domésticos de ordenadores y consolas… Lo jugué por primera vez en el Spectrum de un amigo y después le di toda la atención que merece en su versión para Sega Master System.

Así de bonito se veía

Gauntlet, a pesar de no tener ningún componente que podamos considerar rolero, sentó las bases de los Action RPG. Juegos como Diablo le deben mucho al juego de Atari y, a pesar que intentó recuperarse la saga con dos juegos para PS2, no consiguió que el nombre de Gauntlet volviera a pasar a la primera fila… Será que verle la calvorota a Merlin tiene su encanto.

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