Análisis: Amnesia - A Machine for Pigs

Escrito por en Análisis - 23 septiembre, 2013

El protagonista de Amnesia: A Machine for Pigs se encuentra ante un panel de control relativamente complejo, lleno de botones, palancas y manivelas, con las que puede (y debe) interaccionar. El jugador, en este punto, tiene la posibilidad de manipular más de una decena de elementos dentro del panel, pero da exactamente igual cuál de ellos toque. Tiremos de la palanca que tiremos y giremos la manivela que giremos conseguiremos el mismo resultado. Y esa, por desgracia, es la constante en una aventura de terror que se olvida de todos los elementos que deben conformar una aventura. Especialmente de terror.

La anécdota anterior del panel de control no es sino el ejemplo más obsceno de lo minimalista que resulta la mecánica de Amnesia: A Machine for Pigs. Los tan populares Slender Games basan su mecánica exclusivamente en ir recogiendo notas esparcidas por escenarios relativamente vacíos, mientras un señor que da mucho miedito nos asusta un poco. Poco más que eso, con algún giro de manivela de por medio, es lo que ofrece A Machine for Pigs, que se olvida por completo de los puzles (algunos bien puñeteros) del primer Amnesia. Es como si en The Chinese Room, el estudio desarrollador de esta «secuela», hubiesen pensado que la mayoría de jugadores serían demasiado garrulos para descubrir su maravillosa historia, si incluían puzles demasiado complejos. El resultado: el rompecabezas más difícil del juego implica coger una batería en una habitación, cargarla en otra, y ponerla en un camión. Todo ello con una entrada en el diario que indica exactamente que eso es lo que debes hacer.

Dentro de lo malos que suelen ser los mencionados Slender Games, hay que reconocerles que ofrecen cierta libertad de movimiento por los escenarios. Amnesia: A Machine for Pigs no. Amnesia: A Machine for Pigs es un juego lineal hasta el absurdo. Todas las puertas por las que no debes ir para avanzar en la historia están cerradas, y todos los pasillos que no son el que te hacen seguir adelante terminan abruptamente. No hay margen de maniobra. Ni siquiera cuando sales a las calles de Londres, que pateas durante unos minutos, tienes la posibilidad de… qué sé yo, desviarte ligeramente del camino trazado para ti. No. En su lugar te limitas a ver como se suceden uno a uno todos los scripts del juego, mientras tú, como un engranaje más dentro de la máquina porcina, presionas la tecla «w» para seguir caminando. En el lado bueno: el juego dura poco más de tres horas y media. Sí, tres horas y media.

amnesia

Todo esto, en cualquier caso, podría tener un pase si la historia que cuenta Amnesia: A Machine for Pigs mereciese la pena. Pero no. Y lo que es peor, la historia, que resulta moderadamente interesante, queda enfangada por una narración que, llegado un punto del juego, consigue desorientar por completo al jugador. «¿Por qué estoy yendo por aquí?» o «¿Qué hago en este lugar de repente?» son solo algunas de las preguntas que rondaron mi cabeza durante el transcurso del juego. Preguntas que ni las constantes visitas al diario —ideales para joder de raíz la ya de por sí escasa tensión del juego— consiguieron responder. Y esa es otra, en The Dark Descent ya me resultaba molesto que el mundo se detuviese al mirar el diario, pero en A Machine for Pigs es aún más sangrante. Si tenemos un juego de terror entre manos y queremos transmitir tensión al jugador… ¿por qué no dejar que el mundo siga viviendo (y aterrando) mientras leemos las interminables anotaciones? Yo qué sé.

El pobre Amnesia: A Machine for Pigs ni siquiera es capaz de dar alegrías en el apartado técnico. El juego tiene exactamente los mismos gráficos que la anterior entrega de la franquicia, de tres años de antigüedad. Eso sí, en un giro inesperado de los acontecimientos, consigue ofrecer un rendimiento verdaderamente paupérrimo con bajadas de frames absurdas. Me imagino que la mayoría de estas bajadas de frames estarán relacionadas con el constante autoguardado que lleva a cabo, pero también me imagino que podían haber hecho algo al respecto.

Amnesia: A Machine for Pigs es un juego indignante. Supongo que de no haber disfrutado como lo hice con The Dark Descent, no estaría escribiendo estas líneas con el desprecio que lo estoy haciendo, pero es que esta pseudo-secuela desarrollada por The Chinese Room es un auténtico esputo en el nombre de la franquicia. Lo es porque ha conseguido mantener los peores defectos del título de Frictional Games, como puede ser un apartado técnico que hace ya tres años estaba desfasado, cargándose por el camino todas las virtudes que lo hicieron grande. El resultado, indignación aparte, es uno de esos videojuegos que, sin el nombre que lleva delante para dar lustre, podría pasar desapercibido entre los cientos de títulos gratuitos que abarrotan las estanterías virtuales de IndieDB.

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