bendita paciencia

Bendita paciencia

Escrito por en Artículos - 17 diciembre, 2012

Esperar una cola. Aguantar la ronda publicitaria en la televisión. Confiar en que el camarero no tarde demasiado en hacerte un Old Fashioned. Aguardar a que tráilers de películas absurdas terminen en la sala de cine. Para todas estas cosas y para muchísimas más es necesaria la paciencia. Tener paciencia es un don que no todo el mundo puede proclamar que posee pero es algo a lo que todos nos enfrentamos en casi cualquier circunstancia del día a día. Y el mundo del ocio interactivo no es una excepción.

Cuando uno se pone a enumerar cuáles son las características que hacen a alguien habilidoso en los videojuegos se suele nombrar la pericia, la inteligencia o la capacidad de reacción, entre otras. Es extraño que una aptitud tan común como la paciencia no se tenga en cuenta demasiado cuando hablamos del mundillo. Y joder, la paciencia probablemente sea una de las características fundamentales para cualquiera que quiera pasar un buen rato frente a la consola o al ordenador.

No hablamos de tener paciencia frente a las terribles pantallas de carga, sino de tener buen temple frente a los diferentes retos a los que normalmente nos enfrentamos en cualquier título. Está claro que no solo con paciencia vamos a finiquitar fase tras fase pero es muy importante poseer esta habilidad para hacer frente a pruebas complejas que requieran del método de prueba y error en incontables ocasiones.

Casi cualquier clásico necesita una buena dosis de perseverancia para aprendernos las rutinas y poder hacerlas frente. Muerte tras muerte, iremos aprendiendo como jugar al título en cuestión. Eso es tener paciencia. Actualmente se ha retomado con mucha fuerza las dinámicas clásicas de videojuegos tortuosos donde la paciencia es clave para poder sobrevivir a ellos. Títulos como VVVVVV o Super Meat Boy son dos claros ejemplos de lo que hablo. Ambos son títulos con excesiva mala baba. Vamos a morir mucho ya que es parte del aprendizaje de cada una de las pantallas que lo conforman. Y si tenemos la paciencia suficiente podremos disfrutarlos, de lo contrario acabaremos tirando el teclado contra la pantalla tras sufrir nuestra enésima muerte.

Son videojuegos que invitan a perder la compostura. Títulos que hacen que nos mordamos los labios de impotencia. Juegos que nos hacen apretar los puños y exclamar algarabías al morder el polvo una vez más. Después de intentarlo una y otra vez lanzamos un ultimátum a la aplicación: «cuatro intentos más y lo dejo». Una carcajada es lo que imagino que produciría el videojuego si tuviera consciencia propia ya que después del cuarto intento seguimos intentando pasarnos la jodida pantalla unas cuantas veces más. Ahí es cuando perdemos el control de la situación y entramos en una espiral donde asistimos a la muerte de nuestro personaje de todas las formas posibles sin que podamos hacer demasiado. Hemos perdido la paciencia y con ello hemos perdido el control sobre el juego. En la mayoría de casos solemos abandonar la partida hastiados de tanto repetir la misma acción y solo en algunas y extrañas ocasiones nos podemos terminar la maldita pantalla.

Pero no solo hay que tener paciencia en vídeojuegos realizados para torturarnos sin descanso, hay otros títulos que necesitan de esta sacra facultad para lograr otros objetivos. Los JRPG son muy dados a forzarnos a ser pacientes si queremos llegar al final por culpa de tener que combatir una y otra vez para subir el nivel de nuestros personajes y que no sufran por el camino. Aún recuerdo como yo subí el nivel a la amiga Aeris con la máxima determinación posible hasta que pude usar «Evangelio Final», su cuarto límite. Se decía que así no moriría. Mis cojones.

Hay que tener mucho temple para superar la mayoría de pruebas de cualquier universo interactivo. No importa que sean títulos cuya única misión sea poner a prueba nuestra capacidad de aguante o aquellos que son una isla de paz, en ambos hay retos y en los dos probablemente perdamos los estribos en alguna ocasión. Es normal, no hay que preocuparse. Solo algunos privilegiados tienen ese don a prueba de bombas. Gente como Tarkovski, Angelopoulos o Tarr que tienen la entereza suficiente para mantener el plano donde otros no hubieran aguantado lo más mínimo. Bendita paciencia.

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