Análisis: Alice Madness Returns

Escrito por en Análisis - 5 enero, 2012

Si hay un cuento infantil que se pueda identificar con la locura, ese es Alicia en el País de las Maravillas. Sus delirantes personajes y situaciones forman parte de la cultura popular gracias a los miles de referencias a ellos en películas, novelas, cómics… además de la película homónima de Disney. Y hace 10 años, los personajes de Lewis Carroll llegaron a los videojuegos con American McGee’s Alice, una versión del cuento en el que el Pais de las Maravillas era el refugio de una desquiciada Alicia que se culpaba de la muerte de su familia en un incendio. Y la locura de Alice ha vuelto para enseñarnos el final de esa historia…

Tras una soberbia presentación imitando marionetas de papel, lo primero que nos encontramos al iniciar la partida en Alice Madness Returns es un Londres victoriano, sórdido, gris y hostil contra una chica que acaba de salir del manicomio. Las pesadillas siguen. Alice ve como su País de las Maravillas se está destruyendo a pesar de haber eliminado a la Reina de Corazones.

Los verdaderos enemigos de Alice no están en el Pais de las Maravillas

Una vez en el País de las Maravillas, Alice deja de ser esa chica frágil y temerosa que controlamos mientras paseamos por las calles de Londres para ser la heroína que esperamos que sea, dispuesta a empuñar un cuchillo y rajar a toda la abominación que se cruce en nuestro camino: un extraño tren está desmoronando nuestro refugio a su paso y es hora de saber que secretos esconde.

Ésta es la Alice que todos esperamos encontrar, cuchillo en mano

El viaje de Alice nos llevará por coloridos bosques, castillos de cartas voladores, casas de muñecas malditas, un lejano Oriente en miniatura y una ciudad en el fondo del mar, entre otros escenarios, encontrando por el camino a viejos conocidos como el Sombrerero Loco, la Liebre y el Lirón, el Carpintero y la Morsa, la Oruga y la mismísima Reina de Corazones. Escenarios que se irán degradando a medida que nos acerquemos al final del capítulo y la podredumbre se haga evidente, en una visión del Pais de las Maravillas que nos hubiera gustado para la película de Tim Burton y no esa mierda que hizo, Deliranza de Johnny Depp incluída.

Así quería yo que fuera la peli del Burton

Una vez asumimos por completo el control de Alice, nos damos cuenta que el Pais de las Maravillas nos translada a otra época, y no a la Inglaterra de finales del siglo XIX, sino a una época más reciente, más o menos 10 años atrás. Y eso es porque, a nivel jugable, Alice Madness Returns me recuerda demasiado a juegos como los primeros Tomb Raider o los Prince of Persia para PS2, un juego que combina partes de dar saltitos de un sitio a otro y partes de lucha contra enemigos.

 

El diseño de los enemigos no desentona en absoluto

Alice Madness Returns no es especialmente brillante en ninguna de las dos partes; cuando nos toca dar saltos no es más que saltar de una plataforma a otra, sea fija o móvil, activando palancas, mecanismos o interruptores para abrir puertas o habilitar nuevos soportes para llegar al otro lado. Si, por lo que sea, no sabemos por donde tirar, es suficiente con activar el contrasentido, en el que Alice se vuelve pequeñita y se nos revela lo que de otra forma no se puede ver, como el camino a seguir, pistas para encontrar objetos ocultos y plataformas invisibles.

 

Escenarios como éste conseguiran que olvidemos un rato que hemos jugado lo mismo antes decenas de veces

Cuando se trata de repartir leña, también nos quedamos con la sensación que el Pais de las Maravillas podría haber dado para más. Que siempre nos enfrentemos con solo un puñado de enemigos por combate nos deja la sensación de estar infra-utilizando las cinco armas de las que dispondremos durante la aventura.  He echado de menos encontrarme un final boss al final de cada capítulo cuando todo apuntaba a ello y solo lo hemos encontrado (y a medias) un gran enemigo final en el epílogo del juego.

 

En la peli de Disney, los soldados carta parecían más simpáticos

Si solo tuviéramos esos dos ingredientes, estariamos hablando de un juego absolutamente del montón, plano y aburrido. Pero hay dos cosas que le añaden sabor a Alice Madness Returns: la banda sonora y el apartado artístico. La banda sonora es lo opuesto a esas épicas orquestaciones con coros apocalípticos que nos tienen acostumbrados últimamente; es una música discreta, lúgubre y oscura que sirve de adecuado telón de fondo para ese Pais de las Maravillas devastado y nos hace partícipes de la locura, la soledad y la desolación de Alice.

 

¡HOLA! ¿HAY ALGUIEN?

Sobre el apartado artístico, reconozco que si no fuera porque me atrae toda la simbología macabra, el rollo gótico y el movimiento steampunk hubiera mandado al cuerno a Alice Madness Returns sin llegar al tercer capítulo. Todo el diseño de los escenarios, personajes y enemigos ha sido mi señuelo para tirar hacia delante y aguantar las aproximadamente quince horas que dura el juego, sin poder parar de rebuscar entre las costuras del País de las Maravillas los recuerdos perdidos de Alice, recuerdos que desenredan la tragedia del incendio que acabó con su familia.

 

Transformarnos en gigante, tripular barco, entrar en un cuadro: en cada capítulo encontraremos una parte que rompe con la mecánica habitual del juego

Quizás Alice Madness Returns sea el juego más bonito que ha pasado por mi PS3, pero eso no fue suficiente para disipar la sensación constante de un entorno mal aprovechado, que el retorno al Pais de las Maravillas hubiera podido ser algo más grande y se ha quedado a mitad de camino, una aventura que pese a estar muy bien presentada no convencerá a muchos al faltarle la acción desenfrenada y espectacular que parece de obligado recibo para cualquier videojuego actual que se precie. Sin embargo, si, como el que suscribe, te atraen la visión distorsionada de la demencia y el universo que creó Lewis Carroll con sus novelas, Alice Madness Returns es una opción a tener en cuenta.

¡Time Commando está en GOG!

Análisis: Jetpack Joyride