Retro Amor: Sonic The Hedgehog 2 (8-bit)

Escrito por en Retro Amor - 20 octubre, 2011

Sonic The Hedgehog 2 SMS
Para los que amaron a Sonic, para los que odiaron a Tails, para aquellos que aprovecharon la Master System hasta reventarle la cruceta en lugar de emigrar a la Mega Drive y para quienes, por el contrario, nunca tuvieron una ni tampoco una Game Gear. Con Sonic Generations a la vuelta de la esquina, va siendo hora de que hablemos un poco de alguno de los clásicos de Sonic, y éste lo es.

En aquellos tiempos de gloria seguera, antes de que el erizo azul cayese en desgracia y Mario lo sodomizase, no hacía falta ser una graphic whore para ver Sonic The Hedgehog y exclamar boquiabierto: «¡Graficazos!»; basta comparar cualquier imagen del Sonic 1 de Genesis con la versión posterior de 8-bit para entender el motivo. No obstante, aquella versión inferior gráficamente no era un calco de su hermana mayor sino que contaba con sus propios méritos, mas quedaba eclipsada en la medida en que intentaba imitar los niveles del clásico. La segunda parte corrigió esto.

Sonic the Hedgehog 8-bit 16-bit
Las comparaciones no son odiosas, las comparaciones hieren.

En Master System, Sonic The Hedgehog fue un juego más que decente de plataformas, aunque carecía por completo del rasgo carácterístico del protagonista: la velocidad. Pasó el tiempo y vino al mundo Sonic The Hedgehog 2: dos personajes, modo cooperativo, pantallas de carreras ¡y Super Sonic! (ida de olla a mi parecer, pero entonces, antes de estar de Goku hasta las pelotas, resultaba tremendo). Igual que la vez anterior, este juego vino acompañado de una versión 8-bit, y aquí conviene dejar muy claro un punto: sólo comparten el título. Que nadie se equivoque: la versión 8-bit de Sonic 2 no es una versión reducida del mismo, sino un juego totalmente diferente que bien podría haberse titulado Sonic: the Kidnapping of Tails o Robotnik likes it furry, y no habría confusiones al respecto.

El zorro de dos colas no acompaña a Sonic en este juego, sino que al ser secuestrado por Robotnik da pie a la aventura. Por supuesto, tampoco hay nada de Super Sonic y, lo que se echa todavía más en falta, no hay pantallas bonus. Lo que sí nos encontramos es un Sonic veloz (siempre dentro de las limitaciones técnicas de la videoconsola) y una jugabilidad dinámica y variada: montaremos vagones mineros, volaremos en ala delta, flotaremos dentro de burbujas, nos perderemos en las intersecciones de un vertiginoso laberinto de tubos y se recuperan los discos giratorios del primer Sonic; incluso en algunas de las zonas del juego, divididas en tres actos, cambian el tipo de escenario del primer al segundo nivel. En resumen, no se puede acusar de monotonía a este título.

Aqua Lake Zone
Conforme avanzamos en el juego, sólo vemos a Tails en las imagenes de inicio de acto, para recordarnos que nos han secuestrado al pobre y que ahora vamos solos.

Cada acto es muy corto, de entre uno y tres minutos por lo general si se va directo a la meta. Para remediar un poco esto y que se disfrutase al máximo de cada escenario, los diseñadores escondieron una esmeralda del caos dentro de cada zona en lugar de en pantallas bonus, obligando a explorar cada recoveco. Cierto es que no hay un Super Sonic, pero la motivación para buscar las esmeraldas es mayor que el simple afán de conseguirlo todo: sólo si se encontraban todas podíamos acceder al último mundo (tres actos más de juego), enfrentarnos a Robotnik y conseguir el final bueno.

Los escenarios están pensados no sólo para ofrecernos nuevos elementos y diferentes paisajes (pese a que hay sprites que hemos visto en mil juegos), sino también para dar rienda suelta a Sonic y que se mueva libremente por ellos saltando y rodando, como exige su concepto, e incluso llegan a transmitir cierta sensación de velocidad en la penúltima zona (no os esperéis la celeridad de Mega Drive). Los que recuerden bien el primer Sonic, se acordarán también de aquel segundo mundo lleno de lava, que de supersónico no tenía nada. El hecho de que aquí la primera zona sean unas minas llenas de lava donde nunca estamos quietos logra, por contraste, realzar la libertad con la que nos movemos. Otro tanto se puede decir de la zona del agua, dolorosamente lenta en la primera parte de Master System mientras que aquí vamos rebotando sobre el agua y andando con fluidez bajo ella. A diferencia de la anterior entrega, donde los anillos se perdían al sufrir daño, en ésta se pueden recuperar como en la Mega Drive, lo que aligera el ritmo notablemente al permitir que nos movamos de manera más despreocupada.


El nivel más «rápido» del juego. ¡Y temazo!

La variedad en jugabilidad y escenarios se ve por otra parte empañada por cierta escasez de enemigos y unos monstruos finales que, salvo Robotnik y el Sonic metálico, son plenamente olvidables. Por motivos ajenos a él mismo, el primer jefazo sí consigue llamar la atención: aunque en estos juegos no hay mucho trasfondo que analizar, no deja de ser curioso que al final del primer mundo Robotnik te salve de una caída mortal para transportarte hasta este monstruo. Todo un caballero este archienemigo, ahí donde lo veis. Sin llegar a afectarle negativamente y sin caer en la insultante y aburrida facilidad de la tercera parte, Sonic Chaos, Sonic 2 no llega a ser auténticamente difícil: hay vidas por todas partes —lo cual no es malo— que además reaparecen al morir aunque las hubiésemos cogido. Esto supone vidas infinitas si uno le echa paciencia; allá cada cual con su forma de jugar.

En resumidas cuentas, si uno no le hace ascos a jugar en ocho bits, con sus fondos estáticos y sin profundidad, éste es uno de los plataformas más memorables que tuvo la Master System y un buen título de Sonic. ¡Diablos, incluso tenía una carátula decente!

Carátula Sonic 2 SMS

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