Análisis: Sr. Mistu

Escrito por en Análisis - 2 marzo, 2011


El señor Mistu, un hombre ciego y con un nombre muy extraño, se prepara una tarde cualquiera para hacerse una deliciosa pizza de anchoas. Cuál es su sorpresa cuando palpando en la despensa de casa, descubre que se ha quedado sin aceitunas. Y todo el mundo sabe, Mistu el primero, que una pizza de anchos sin aceitunas ni es pizza ni es na. Así que ni corto ni perezoso, nuestro intrépido y peculiar protagonista se lanza a la calla en busca de esos verdes, redondeados, pequeños y deliciosos manjares frutos del bello olivo.

Con este disparatado planteamiento comienza Sr. Mistu, un título de iPhone con una jugabilidad bastante bien ajustada a las posibilidades de la pantalla táctil. Me explico: el objetivo de cada uno de los más de treinta niveles del juego, consiste en trazar un camino con el dedo para que el perro guía de nuestro ciego protagonista lo lleve hasta el otro lado de la pantalla, recogiendo todas las aceitunas en el trayecto. Si durante el trazado tenemos la mala suerte de toparnos con cualquier elemento del escenario, como una mierda de perro, un viandante, una bicicleta, un coche o un tren, el pobre Mistu «morirá» y tendremos que rehacer el camino de nuestro perruno compañero.

El problema, y es bastante grande, es que cuando arrastramos el dedo para dirigir al perro, no vemos moverse los objetos del escenario, por lo que en el momento en que fallamos una vez, la mecánica se reduce a un juego de acierto-error en el que tras varios intentos conseguimos llegar a la meta. Más problemático aún resulta el hecho de que no podamos dejar al perro (y en consecuencia a Mistu) quieto en ningún momento. Si en alguna ocasión necesitamos dejar parado a Mistu para que pase ante él cualquiera de los obstáculos, lo que tendremos que hacer es un ovillo lo más pequeño posible con el recorrido del perro, intentando calcular el tiempo que tardarán en trazarlo. Quizás la mecánica del juego está pensada para que eso sea exactamente lo que hay que hacer, pero a mí no me parece especialmente acertado.

Esa es la única canción del juego

Más problemas derivados de la mecánica del juego los podemos encontrar en el «segundo mundo», cuya vuelta de tuerca, sumergirte en el agua y hacerte recoger un grupo de burbujas de aire además de las aceitunas so pena de morir ahogado, no aporta suficientes novedades a la jugabilidad. Tampoco ayuda que en muchas ocasiones creamos haber trazado el circuito por encima de una aceituna, y pasemos rozándola sin llegar a cogerla… teniendo que repetir todo el trayecto desde el principio.

Jugabilidad aparte, que por desgracia es el elemento más importante en un título de puzles como este, debo y quiero dedicarle un párrafo al precioso apartado visual. Como sabéis los que me habéis leído ya un par de veces, los gráficos tienden a importarme bastante poco, pero los dibujos de Cinta Vidal, su ilustradora, se merecen una mención aparte. ¿Por qué? Porque posiblemente no habría terminado de jugar a Sr. Mistu de no ser por lo detallado de sus escenarios, y porque prefiero mil veces este estilo de dibujo a mano que los «graficones» de la mayoría de títulos poligonados de iPhone.

Aunque resulte sorprendente mirando los gráficos y la jugabilidad (sin uso de sistema de físicas ni nada parecido), el apartado técnico de Sr. Mistu es bastante pobre. No es ya que los tiempos de cargas sean algo superiores a la media, que lo son; sino que en los terminales inferiores a iPhone 4 no es capaz de reproducir la banda sonora del juego. Esto es, un terminal como el iPhone 3G, capaz de correr Infinity Blade de manera estable, no puede mover los dibujos de Cinta Vidal y reproducir una canción al mismo tiempo. Yo no soy programador ni tengo la más remota idea de programación, pero ahí hay algo que falla.

Sr. Mistu es un videojuego con buenas ideas y un diseño artístico delicioso, que se ve lastrado por una serie de problemas técnicos y jugables que no deberían estar ahí. Por suerte es un juego de iPhone y lo normal es que la mayoría de problemas sean corregidos con el tiempo, por lo que todavía hay esperanzas para que este buen hombre pueda recoger todas sus aceitunas haciéndonos pasar un buen rato en el proceso. De momento, por ochenta céntimos ofrece algo menos de dos horas de altos y bajos de diversión, que no está mal del todo.

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